Con mucha preocupación y un nerviosismo extremo. De esa manera vive desde Valladolid la ucraniana Natasha Boiko la situación que atraviesa su país, después que el pasado miércoles Rusia iniciara su invasión.

Natasha llegó a Valladolid hace quince años. Junto a sus padres buscaba una vida mejor “porque allí vivíamos mal”. Encontró un presente y un futuro que le ha permitido estar tranquila durante todo este tiempo. Una calma ahora rota por la situación que vive su nación en la que aún residen varios de sus familiares.

“Allí están mis tíos, tías y algunos primos”. Con ellos mantiene comunicación constante “a través de un grupo de WhatsApp” para estar al día de todo lo que les acontece. Además, sigue “los canales de televisión ucranianos y rusos” para buscar información constante de la situación en Ucrania. Con ello ha llegado a la conclusión que “las cosas cada vez empeoran más y Ucrania no va a guardar las armas y se va a proteger hasta el final”.

Una guerra inesperada

Y es que la población ucraniana no esperaba llegar a esta situación. “A todos nos ha pillado por sorpresa porque hasta el último momento no pensábamos que esto podría suceder”, explicó. Ni siquiera pese a las advertencias de la comunidad internacional respecto a la posibilidad de la invasión rusa. Un hecho provocado, según Boiko, “porque, según dice esta persona, quiere liberara a Ucrania del nacionalismo y ayudar al pueblo”.

Algo que considera que ha tenido un efecto contrario puesto que “si antes había algunas divisiones internas y distintas opiniones, ahora, como nunca había sucedido, lo que ha conseguido es que todo el pueblo esté unido. Putin, como nadie, ha juntado al pueblo ucraniano”.

En cuanto a las sanciones y medidas adoptadas por la Unión Europea y Estados Unidos, Natasha Boiko cree que “están haciendo lo suficiente porque hay otros peligros, como el botón rojo -refiriéndose al armamento nuclear que posee Rusia- que está en manos de Putin”. Incluso considera “demasiado” que el presidente de su país, Volodymyr Zelenskyy, haya pedido el ingreso inmediato de Ucrania en la Unión Europea. “La UE ahora lo que puede hacer es ayudar, el resto no sería oportuno”, matizó.

Respecto a su familia, que reside en Vinnytsya, una ciudad a algo más de 200 kilómetros de Kiev, “me dicen que la situación está más o menos tranquila de momento, no hay tiroteos y se vive casi como siempre”. Por eso actualmente no se plantean abandonar el país “porque además no es fácil salir de allí”.

Por último, pidió a sus compatriotas “ser fuertes”, así como deseó que “esta locura acabe pronto”.