Pascual Mezquita: su primer torero

Carlos es un portento hablando de toros. Conocedor profundo de la tauromaquia en todas sus vertientes, le caben un montón de toreros en su amueblada cabeza y se conoce al dedillo las interioridades del mundo del toro. Es el momento de tratar sus inicios como apoderado.

“Fueron las circunstancias de la vida, -relata Carlos- un amigo de Toro me invitó a un festejo, y en la capea vi a un chaval que tenía cualidades; era Pascual Mezquita. Y con él comencé una nueva etapa en la faceta de apoderado. Fue muy bien aquello, porque yo le hice las cosas como a mí me hubiera gustado que me las hubieran hecho en mi época”.

“Acertamos los dos, pero tuvo mala suerte por problemas con la vista. Fui su apoderado durante tres años, y Mezquita, buen torero, fue un novillero puntero de su época. Luego tomaría la alternativa. Pero la visión le perjudicó muchísimo para alcanzar las metas soñadas”.

Apoderado de Roberto Domínguez junto con Jumillano

“Después de Mezquita, -nos dice Calos con voz pausada, pero llena de orgullo de apoderado- vino un interesante apoderamiento con Roberto Domínguez, al cincuenta por ciento con Jumillano, durante las temporadas de 1974/75, donde sobrepasó el medio centenar de corridas en las dos temporadas. Eran los inicios de Roberto, quién tomó la alternativa en Palma de Mallorca en 1972 y no despegaba. Un extraordinario torero como lo demostraría a lo largo de su carrera, aunque fue al final cuando logró subir a la cima del toreo”.

Luego llegó “El Regio”

“Y luego a El Regio, un bravo y ambicioso torero palentino que tenía muchas ganas de triunfar pronto y hacerse rico. Pero claro, había que tener en cuenta a las figuras que había en el escalafón en aquellos momentos: Camino, Paquirri, Capea, por citar a tres de ellos. Era dificilísimo destacar en aquella época”.

Galloso y Silvera

“Tras El “Regio”, apoderé a José Luis Galloso en su reaparición, a quien le hice un buen número de corridas de toros. Fue muy satisfactoria esa etapa de apoderamiento. Y a Emilio Silvera, torero de buen corte, con buen aire, pero muy difícil de “mover” en los despachos”.

Celso Ortega, (†) punto y aparte

En su relato frente a las cámaras de Grana y Oro, Carlos entristece el semblante al referirse a Celso Ortega (†). “Fue el torero de más clase al que yo he apoderado. Celso -prosigue Zúñiga- era hijo de un torero de Valladolid íntimo amigo mío (César Ortega).

Fue un superdotado de esto; tomó la alternativa con 17 años, aunque pudo tomarla con 15, pero el Reglamento lo impedía. Tenía unas aptitudes enormes para llegar a ser figura del toreo, lo que pasa es que tenía un pero que era la espada. Y por ello Celso se fue apagando hasta que se quedó en el camino, pero fue un grandioso torero”.

Biografía de Celso Ortega

Celso Ortega Quintanilla, nació en El Puerto de Santa María el 3 de marzo de 1971. Hijo del novillero vallisoletano César Ortega, comenzó su carrera taurina en tierras alicantinas donde tuvo mucho cartel de becerrista. Toreó por primera vez en El Puerto el 11 de agosto de 1984, lidiando erales de Sayalero Monje junto con Manuel Díaz ‘El Cordobés’ y Luis Parra ‘Jerezano’, cortando dos orejas.

Debutó con picadores en Medina de Rioseco el 14 de septiembre de 1985, con Jorge Manrique y David Luguillano con reses de María Luisa Paniagua. Tomó la alternativa en El Puerto el 29 de mayo de 1988 con Ojeda y “Litri” y con el toro “Floreado” de Gabriel Rojas. La confirmación vendría un 19 de julio de 1992 con Raúl Aranda y Juan Cuéllar lidiando toros de Román Sorando.

Dada su procedencia vallisoletana, Zúñiga logró incluirlo en varios carteles en Valladolid, Cuéllar o Tudela de Duero. Celso Se retiró pronto de los ruedos y en 2014 toreó varios festivales coincidiendo con su XXV aniversario de alternativa. Aunque se mantuvo ligado a la profesión, no llegó a reaparecer vestido de luces. Celso Ortega murió en 2016 víctima de un infarto. Contaba con 45 años de edad.

El Boni, Padilla, Morenito de Aranda, Uceda Leal, Robleño, Juan Diego, Clemente y David Galván

“Después llegó El Boni, Padilla, Morenito, a quién llevé desde que tenía 11 años hasta que tomó la alternativa y luego en otra etapa muy reciente. También apoderé a Uceda Leal, Fernando Robleño, Juan Diego, al francés Clemente y el último David Galván.

Un sinfín de ellos, de los que desgraciadamente no he dado con la “medida de mi zapato”, o ellos no han encontrado en mí lo que esperaban”.

Juan Diego y tres novilleros

“Tengo una anécdota curiosa -nos comenta Zúñiga- cuando por mediación de Julio Robles apoderé al salmantino Juan Diego. Le hice ese año varias corridas de toros, pero tuve que dejarlo porque también apoderaba a tres novilleros: Morenito, David Galán y Martín Quintana. Eran años buenos en el toreo y yo tenía muchas fuerzas, ilusiones y ganas, pero llegó un momento en que no podía llevar todo a la vez”, recalca Carlos con resignación.

Noticias relacionadas