La pandemia va camino de cumplir dos años en pocos meses y la salud mental se ha puesto encima de la mesa como uno de los problemas a solucionar y tratar con urgencia. El covid-19 ha cambiado por completo nuestra manera de pensar y de ver las cosas. A pesar de todas las noticias negativas que rodean a este virus respiratorio, ha favorecido la visibilización de la salud mental y su importancia. En ese aspecto, los humoristas han desempeñado un papel clave, pues han sido protagonistas de mucho de nuestro tiempo libre y ocio por la necesidad de reír y olvidarnos del mundo exterior.

Uno de ellos es JJ Vaquero, el vallisoletano es uno de los monologuistas más famosos de España y, precisamente, ha sido durante la pandemia cuando se ha sentido útil para la sociedad. El confinamiento fue el culmen para confirmar que los cómicos son más necesarios que nunca y que desempeñan un papel clave en la salud mental de las personas.

La pandemia nos ha traído cientos de malas noticias, ¿es vuestro sector clave para la salud mental de las personas?

Durante el confinamiento hicimos muchos directos de Instagram y tuvieron un boom. La gente te daba las gracias y nosotros nos sentíamos útiles. Era una cosa directa y sincera. La gente necesita reírse, porque se está viendo que va a los sitios donde se hace humor. Cuando me plantean ir a ver una obra de teatro siempre digo que, por favor, busquen una comedia. No quiero más tristezas. En un tiempo en el que pones el telediario y las noticias son las que son, empiezan a ser cansinas, la gente empieza a estar asqueada y al final si vas a dedicar una hora tuya a hacer ocio, pues mejor que te hagan reír.

Con ese objetivo, hacer reír a la gente, haces un nuevo espectáculo en Valladolid, ¿qué se van a encontrar?

Siempre me gusta hacer algo navideño en Valladolid. En Navidad viene muy bien un tema musical y por eso me uno siempre con un grupo de flamenquito de la ciudad. El año pasado fue sal gorda y este con los The Perets y Sentidos. Ellos traen el cante y el baile y yo pongo el humor. Es importante decir que vamos a interactuar. Ellos harán humor conmigo y yo intentaré no hacer el ridículo cantando con ellos.

Eres una persona muy ligada a Valladolid, siempre sueles mencionarla en muchos de tus monólogos, ¿por qué?

Menciono a mi mujer, menciono a mis hijas, menciono a mi ciudad y menciono a mi coche. Me resulta muy fácil hablar de lo mío que hablar de lo de los demás. Hago muchas cosas en Valladolid porque es una manera de estar aquí, que es algo que me gusta mucho.

De Valladolid son otros muchos cómicos como Alex Clavero, Sergio Encinas, Quique Matilla.. da la sensación que tenéis muy buen rollo entre vosotros, en otros sectores hay más competitividad, ¿por qué crees que es?

Creo que tenemos buena relación porque nos hemos dado mucho trabajo los unos a los otros. Cuando empezabas ibas a actuar a un sitio y si te salía bien te decían que si ibas a la semana siguiente y si tu no podías buscabas a otro compañero para que fuera. Sergio Encinas y Clavero han dado mucho curro y por ejemplo tenemos la suerte cuando empezábamos en esto de casi vivir de lo que Leo Harlem no podía hacer. Además, son tíos muy majos.

Sois muchos los humoristas de Valladolid, ¿crees que rompéis con el estereotipo de castellano serio?

(Se ríe) Has dicho serio, que suena muy bien, pero tú vas por ahí y la gente directamente te dice que los castellanos somos muy secos. Sí que hemos roto un poco con ese estereotipo, además está muy guay que en la otra Castilla haya pasado lo mismo con Albacete. Las dos ciudades acogen a muchos cómicos y nadie se explica por qué hay tantos cómicos de ambos sitios. Esto desmonta ese tópico y si no lo hace es un argumento de peso. Si un vallisoletano va a Andalucía y le dicen sois ‘muy secos en Castilla’, debería decir 'apunta: Leo Harlem, Vaquero, Nacho García, Sergio Encinas, Matilla, Jorge Guerra…'

Sois un gremio que os habéis tenido que adaptar muy rápido a las redes sociales como canales de comunicación, ¿has necesitado mucha ayuda?

En TikTok me echan una mano muy grande mis hijas porque ahí si no estaría muy perdido y te diría que casi me lo llevan ellas. Me dicen 'papá, ya toca hacer un vídeo bailando' (se ríe) y yo intento evitarlo pero ellas me insisten y me dicen que si no lo hago no me va a seguir la gente. Lo que pasa con las RRSS es que han sido graduales. Yo hice el Facebook del Rincón del Erizo que es mi bar y luego ya me hice Twitter personal y luego Instagram. Como son redes tan diferentes nos hemos ido adaptando poco a poco. En verdad no sé si lo hacemos bien, porque es complicado. Te diría que mis redes son bastante asociales, cosa por la que se me critica mucho. Me refiero a que pongo cosas, la gente me contesta y yo no respondo. Por lo visto, la gente que curra conmigo me dice que esto hace que tenga menos seguidores de lo que tendría que tener, pero también da menos problemas. Todos coincidimos en que hay que tener las redes y a partir de ahí ya cada uno piensa diferente. Unos creen que son una herramienta que solo hay que poner cosas de trabajo, nada personal, otros piensan que la gente lo que quiere es conocer tu vida porque tu trabajo ya lo ven en el teatro. Cuando crees que has aprendido a manejar una red social, de repente esa pasa de moda. Yo cuando creía que en Facebook sabía hacer más o menos las cosas, resulta que en Facebook ya no está nadie y está en Instagram.

Con las redes sociales ha llegado también la llamada 'era del ofendido', ¿tiene el humor límites?

Si los tiene no creo que sea yo el que deba ponerlos. No debe ser el piloto de carreras quien ponga los límites de velocidad. Lo que sí que se es que escribo los chistes pensando en que la gente se ría, ese es el factor que tengo en la mente. Pienso en si voy a conseguir que la gente se ría y se lo pase bien, no tengo el factor de la ofensa. No sé si el humor tiene que tener límites, lo que si se es que hay gente que se está ofendiendo, eso es innegable. La ofensa está mucho más cercana en redes sociales, concretamente en Twitter si somos más claros, y mucho más lejos en los directos. No suele pasar el que el lio haya venido porque un humorista haya dicho en un teatro o una sala de actuaciones algo. De vez en cuando alguien toca la tecla que no debería y se ofende gente y eso ocupa muchísimo tiempo. Escribo para hacer reír a la gente y ese es el factor que quiero tener. A lo mejor hay que tener un poco de cuidado, pero como es tan difícil que la gente se ría, poco le puedo dedicar a pensar '¿y este chiste podrá ofender?' casi todo mi pensamiento va dirigido a '¿y este chiste podrá ofender?'.

Has aparecido varias veces en El Hormiguero, uno de los programas estrella de la televisión de España, ¿qué sientes contando tu humor ante 3 millones de personas?

Encima en directo (se ríe). Hay otros programas que vas y si se te escapa otra frase en el fragor de la batalla pues puedes recular y que te lo corten. Para mí El Hormiguero lo es todo. Era casi un principiante cuando me ven y me dicen que si quiero ir de guionista. Un día de repente te dicen 'hoy hay que hacer un sketch, ¿quieres participar?' Inconscientemente dices sí, sales, lo haces y a la mañana siguiente tienes el Whatsapp que no te lo puedes creer. Te ha escrito gente que hace que no hablas con ellos años ¿Qué pasa? Vas saliendo y la gente lo va normalizando. Aún así, la mayor responsabilidad que yo he tenido como cómico ha sido en El Hormiguero ¿Por qué? 3 millones de personas y en directo, juntas esos dos factores y se te seca mucho la boca cuando tienes que hablar. Acojona mucho. Los primeros monólogos que hice en el hormiguero no era capaz de identificar al público, veía manchas borrosas (bromea). Luego ya te vas acostumbrando un poco.

¿Podrías hacer una reflexión final sobre el humor?

El otro día escuché una cosa a Rodrigo Cortés con la que estoy muy de acuerdo. Se está hablando mucho, pero el humor es inevitable. Decía “tampoco tengo que defenderle, ni decir nada bueno, ni criticarle, ni de decir nada malo de él porque da igual lo que digamos, el humor va a suceder”. Cuanto más serio esté el tema, más fácil es que este cabrón (el humor) aparezca. Por mucho que hablemos o teoricemos, va a llegar un momento en el que estemos serios en una sala y alguien va a provocar la risa de los demás. Podrá ser ofensivo, podrá ser blanco, verde o amarillo, del color que quieras, pero para que sea humor tiene que ser gracioso.

Por último, 26 de diciembre en la sala Borja de Valladolid, ¿la gente tiene que ir?

(Se ríe) El 26 de diciembre en la sala Borja de Valladolid va a haber 5 o 6 vallisoletanos intentando hacer reír a todas las personas que vayan, intentando darle ambiente navideño a la ciudad. Yo no sé si la gente tiene que ir, pero yo, voy a ir.