El pasado jueves, 30 de septiembre, el Centro Cultural Miguel Delibes echaba el cierre en su labor de “vacunódromo” improvisado tras meses y meses de pinchazos. Han sido miles los vallisoletanos que por allí han pasado en busca de la inmunidad y decenas los sanitarios que han atendido con el mejor de los ánimos a toda la ciudadanía para sacar de encima el fantasma del coronavirus que, poco a poco, afloja.

Una de ellas es Laura Romera. Vallisoletana de 39 años, que acumula tres como enfermera y que disfruta pasando el tiempo con su familia (tiene dos peques) y con la lectura. Ella entró el 8 de abril al Delibes para vacunar y ha estado hasta el día final en el que el vacunódromo pucelano bajó sus persianas el pasado jueves.

¿Cuándo comienza a vacunar en el Centro Cultural Miguel Delibes?

Empecé el 8 de abril, cuando terminé mi contrato en un centro de salud. Según finalizábamos de trabajar nos volvían a llamar. En mi caso lo hicieron para vacunar y yo encantada. Cambiamos del traje del EPI a poner un poquito de solución a todo con las vacunas y lo hacía con mucha alegría.

Ha estado hasta el final vacunando en el Delibes. ¿Le ha dado pena?

Al final sí que nos ha dado un poco de pena porque teníamos un grupo muy unido en el que se trabajaba muy bien y todo el mundo aportaba. Eran sentimientos encontrados. Por un lado, alegría de haber llegado a la meta y por otro lo que te digo, han sido meses de mucho trabajo y unión, y nos dio un poco de nostalgia separarnos.

¿Cómo han sido estos seis meses vacunando?

Han sido meses de mucho trabajo y de cansancio pero el objetivo que teníamos, el de vacunar a toda la población vallisoletana, era ambicioso y lo hemos logrado.

Un recuerdo que diga: “Esto no se me va a ir nunca de mi mente”

El día que vacuné a mis padres fue el más feliz. Mi mayor miedo era que ellos pudieran contagiarse. Cuando les vacuné, respiré con alivio. Ese momento se me quedó grabado.

¿Ha sentido miedo?

Vacunando no porque estaba todo muy bien organizado. Salvo algún momento puntual de más aglomeraciones, no. Al final, el tiempo es reducido con cada paciente y el riesgo no muy grande.

¿Cómo vivió el inicio de la vacunación con esas largas colas en el Centro Cultural Miguel Delibes?

Cuanto más cola veías, más rápido querías avanzar. También cuando llovía o hacía calor más prisa nos dábamos para que los pacientes no sufrieran.

El cierre, al final, también es un premio al trabajo bien hecho.

Así es. También el ver la participación que ha habido en la provincia. La mayor gente de la población se ha querido vacunar y eso es muy satisfactorio. Yo creo que ha sido un éxito. Me gustaría ensalzar el lugar elegido, que creo que ha sido muy apropiado, la organización y la gente que ha respondido. Sin esta gente nada habría tenido sentido.

¿Estamos más cerca de acabar con el virus o hay que esperar para ver lo que ocurre con el invierno y el mal tiempo?

A fecha de hoy parece que los datos apuntan a ello pero creo que hay que esperar un poco para ver la inmunidad. Parece que hay un rayo de luz en el horizonte y que las cosas van mejor.

¿Unas palabras de reivindicación ahora que se ha demostrado que la labor de la enfermería ha sido esencial en esta pandemia?

Espero que, a raíz de esta pandemia, la labor de la enfermería y de las enfermeras se visualice un poco más y seguiremos trabajando y haciendo las cosas lo mejor posible.