Más transitable, cómoda y limpia. Una ciudad por la que sea apetecible pasear y que pertenezca al peatón. Un lugar en el que sea sencillo moverse sin el coche y reduzca su contaminación. En definitiva, un ‘Valladolid Ciudad Verde’ que, poco a poco, deje a los vehículos privados en un segundo plano para que priorice a las personas que viven o pasan por ella.

Esa es la idea en la que trabaja el Ayuntamiento de Valladolid, desde 2015, con su plan de movilidad en el que el concejal de Movilidad y Espacio Urbano, Luis Vélez, actúa como líder de los cambios que se producen en la ciudad. El edil recibe a EL ESPAÑOL - Noticias de Castilla y León en su despacho, rodeado de planos y trazados de la ciudad que cubren su mesa de reuniones en la que se deciden los cambios en las calles que Valladolid está protagonizando desde hace seis años.

Luis Vélez, concejal de Movilidad del Ayuntamiento de Valladolid Paco Izquierdo

“Era algo que estaba en la cabeza del PSOE y del alcalde que queríamos un cambio en la ciudad, en materia de movilidad, en el que llevábamos años trabajando desde antes de llegar al gobierno”. Un ‘Pucela Central’, aunque al concejal no le guste esa denominación, elaborado durante años e ideado con paciencia y mucho trabajo.

Visitas a otras ciudades o reuniones con especialistas eran una constante. Todo con la idea de dar “un vuelco a la movilidad que aumentara la calidad de vida de los ciudadanos y a la mejora de la salud”. Para ello, los cambios se han producido, desde 2015, de menos a más. “Cuando llegamos al gobierno en 2015, después de 20 años de gobierno del PP, necesitamos un tiempo para asentarnos e introducir nuestras políticas en colaboración con los técnicos del Ayuntamiento”. Fue un inicio suave y bastante tibio a la hora de tomar medidas.

Se inició una modernización de la empresa pública de transporte, Auvasa, sobre todo a la hora de cambiar muchos autobuses que estaban ya obsoletos, se creó un Protocolo anticontaminación -previo al establecimiento de la zona de bajas emisiones- y se dio algún que otro paso como la implantación de carriles bici en muchas zonas de la ciudad que carecían de ellos.

Una serie de medidas que eran solo el comienzo del “gran empujón” que se ha empezado a dar en el segundo mandato, desde 2019. Una legislatura en la que se han realizado acciones de mucho más calado. Entre ellas las peatonalizaciones de calles del centro y de los barrios de la ciudad y ganar así espacio para “quien realmente es importante: los peatones”. Según un estudio municipal más del 50% de los desplazamientos se hacen a pie y por tanto “hay que recuperar el protagonismo necesario del peatón”.

Pero como ocurre siempre, cada vez que una calle deja de ser para los coches y se peatonaliza, la polémica está servida. “Es normal, porque en cuestiones de movilidad, todo el mundo opina, con buena fe, pero opina”. Las ciudades siempre se pensaron para el coche, no para las personas, por lo que el 70% del espacio es para los vehículos y el resto para las personas. Y lo que quiere Valladolid es invertir esa proporción.

Para eso Vélez sigue con su plan. No le afectan las críticas más que lo necesario porque sabe que, haga lo que haga, “habrá quienes digan que vamos muy deprisa y otros que lo hacemos muy despacio”. Por eso prefiere “tomar el tiempo necesario para decidir lo que se hace y afrontarlo, sin hacer experimentos que luego no funcionen”.

Algunos cambios

Aún así alguna rectificación sí se ha hecho, como sucedió en el Paseo de Isabel la Católica, aunque Vélez prefiere calificarlo como “una mejora”. Y es que la implantación del carril bici de esta vía “se hizo rápidamente porque era lo que se denominó en tiempo de pandemia como urbanismo táctico que era lo que se recomendaba por parte de las autoridades sanitarias para recuperar tramos a pie o en bicicleta en los desplazamientos”.

En ese momento se recuperó un carril de vehículos para las bicicletas, aunque después se dieron cuenta que en el último tramo era necesario recuperar un segundo carril para ganar en fluidez del tráfico. Y se hizo. “No como ensayo y error, sino como una mejora de lo que habíamos construido”.

Lo que sí tiene claro es que convencer a los ciudadanos de que estas medidas son necesarias es una tarea complicada. “Hay que hacer mucha pedagogía porque en las cuestiones de movilidad se necesita un tiempo de adaptación”. Para ello la mejor solución es la paciencia y el cambio de costumbres y explicar que lo que se hace tiene una justificación.

Una de ellas es la Ley de Cambio Climático que obliga, a las ciudades de más de 50.000 habitantes, a poner en marcha zonas de bajas emisiones que entrarán en vigor el 1 de enero de 2023. Es decir, los vehículos que carezcan de la tarjeta ecológica no podrán circular por determinadas áreas de la ciudad.

“Esa circunstancia no nos pillará desprevenidos en Valladolid porque en los últimos años ya hemos realizado actuaciones en esa línea y hay una planificación en marcha”. Para ello “se ha mejorado el servicio de transporte público, tanto en número de autobuses como en frecuencias y aumento de líneas, como se ha ampliado la red de carriles segregados para bicicletas”.

Muchas calles de Valladolid tienen ya limitada la velocidad máxima a 30 km/h Paco Izquierdo

Incluso la reducción máxima en muchas calles de Valladolid en las que se ha pasado de 50 a 30 kilómetros por hora. “No es suficiente solo con la señalización, sino que debe de cumplirse y respetarse”. Porque, aunque parezca un incordio, “reduce el número de accidentes y que los que se puedan producir sean menos graves”. La DGT pone como ejemplo que en un atropello a menos de 30 “el peatón puede salvar la vida y a más de esa velocidad es muy probable que puede causar la muerte del atropellado”. Por eso los propios ayuntamientos pedían al ejecutivo central que optara por esa medida que al final “tanto el Gobierno como la DGT han puesto en marcha de forma valiente”.

Críticas de la oposición

Pese a las explicaciones que el edil y el propio alcalde han dado en este tema, la oposición, sobre todo PP y VOX, han criticado hasta la saciedad los problemas de tráfico que creen que se provocan con el Plan de Movilidad. Incluso usan un hastag en redes sociales que reza #PuenteAtasca. ¿Valladolid está atascada? “No, no lo está. Hay problemas de retenciones en algunos momentos, como siempre les ha habido y les habrá”. Hay un ejemplo claro, en el itinerario de la Avenida Isabel la Católica hacia el Puente Mayor no se ha acometido ninguna actuación y, sin embargo, “sigue habiendo problemas de retención, entre las 14:00 y las 15:00 horas, como hace muchos años”.

Sin embargo, hace seis años había tres carriles de entrada al centro de la ciudad por el Puente del Poniente y ahora uno. “Y mientras cuando había más carriles pasaban 21.000 vehículos diarios y ahora solo pasan 8.000”. ¿Por qué viene menos gente al centro? “No, viene la misma o más, pero los coches que estaban de paso, que atravesaban el centro para ir de una punta a otra de la ciudad, tienen otras alternativas de más capacidad como las rondas o la Avenida de Salamanca”.

Vélez durante la vista a las obras de una calle de la ciudad Paco Izquierdo

La crítica ha llegado incluso a que hayan presentado algunas alegaciones al Plan de Movilidad y han llevado a los tribunales algunas de las actuaciones que se pusieron en marcha con el ‘Valladolid Ciudad Verde’. “Precisamente el 16 de septiembre de este año el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, así como el de Transporte, han concedido a la ciudad de Valladolid el premio 2021 por ese plan. Es curioso que desde fuera haya un reconocimiento que no hay por parte de la oposición”.

Por eso el edil desearía “más diálogo con ellos, algo que ahora mismo no es posible”. Porque ahora mismo mantienen que si consiguen la Alcaldía en 2023 echarían atrás todo lo realizado hasta ese momento. “No son coherentes ni en lo que dicen ni en lo que hacen. No hay más que ver como Almeida, en Madrid, decía en la oposición que anularía el ‘Madrid Central’ y al final ha aprobado algo similar a lo que existía porque, además de que la Ley estatal y europea nos obliga, los ciudadanos demandan este tipo de medidas”.

Y aunque entiende las críticas no así “la demagogia”. “No se tiene que estar de acuerdo en todo, pero a veces no pasa nada por reconocer el acierto de algunas acciones del adversario. Ahora mismo no es posible que lo hagan, pero yo no pierdo la esperanza”.