La Diputación Provincial ha celebrado esta mañana de martes el acto de entrega del XXXV Premio Internacional de Poesía Jaime Gil de Biedma, una edición marcada por la juventud de sus ganadores y por el aumento de la dotación económica de los galardones.
El madrileño Arturo de Vicente, de 29 años, se alzó con el premio principal gracias a su obra Getsemaní, que recibe 12.000 euros, 2.000 más que en ediciones anteriores.
Al recoger el galardón de manos del presidente de la institución provincial, Miguel Ángel de Vicente, el poeta explicó que su libro nació “como un ejercicio de mucha búsqueda espiritual en un momento donde la prisa nos invade y se convierte en todo nuestro espacio, en lo que somos más íntimamente”.
La edición estrenó además el Premio Joven de Poesía Jaime Gil de Biedma, destinado a autores menores de 30 años y dotado con 5.000 euros, una cuantía también ampliada respecto a los anteriores accésits.
La ganadora fue la también madrileña Alejandra Martínez de Miguel por su poemario Revelaciones, que presentó sin haber cumplido aún las tres décadas.
El presidente de la Diputación destacó la juventud de ambos galardonados y celebró que “el Premio siga creciendo con dos poetas tan jóvenes; no porque las generaciones mayores hayan olvidado rimar curas y males, sino porque quienes llegáis a la poesía encontráis nuevas formas de versar esas palabras que, como el amor, atraviesan y sanan al mismo tiempo”.
Recordó además unas palabras de Leonard Cohen —"El amor no tiene cura, pero es la única cura para todos los males"— para subrayar que Getsemaní y Revelaciones “explican ese amor a la perfección; de la cura al mal o del mal a la cura”.
Durante la presentación, el escritor Juan Manuel de Prada, coordinador del Premio junto a María Antonia de Isabel Estrada, detalló las razones del jurado. Definió Getsemaní como “la indagación de alguien que necesita salirse del vacío, del vértigo y del ruido de nuestra época, y avanzar mediante la introspección hacia realidades sobrenaturales que anidan en nosotros”.
Una reflexión que confirmó Arturo de Vicente antes de leer algunos poemas, reconociendo que su búsqueda espiritual lo llevó “muy lejos, a la India, un lugar muy distinto culturalmente pero donde los corazones laten a la misma frecuencia que los nuestros”.
Sobre Revelaciones, De Prada destacó su carácter “osado” y su exploración del deseo, el amor y la escritura. Alejandra Martínez de Miguel leyó varios de sus poemas —entre ellos La eternidad y Misticismos de niñas de ciudad— y agradeció un reconocimiento que, dijo, ayuda a desmitificar la originalidad absoluta: “Como autores jóvenes a veces creemos que somos los primeros que escribimos de esto, y al leer descubres que muchos de los grandes ya habían pasado por ahí”.
Una edición histórica
La trigésimo quinta convocatoria recibió 1.028 poemarios, una cifra que el Área de Cultura, Juventud y Deportes celebró como muestra de la vitalidad del certamen. De Prada afirmó que jurado e institución comparten “la alegría de que esta edición tan importante del Gil de Biedma se estrene de forma tan formidable”.
El acto concluyó con una invitación al público: “Lean estas dos bellas obras —dijo De Prada— que este año, muy especialmente por ser un año de estreno, hemos tenido la oportunidad de premiar”.
