No cabe duda de que Castilla y León en su conjunto es una auténtica obra de arte. Un destino ideal para acercarse a la cultura, la historia y la tradición, que alberga un sinfín de rincones donde poder contemplar y admirar la esencia de diferentes estilos y épocas que forman parte de su preciado y valioso patrimonio.
Uno de los mejores ejemplos es un pueblo de la provincia de Segovia. Ha llegado a ser definido como "un capricho paisajístico" por el célebre periodista José Alejandro Adamuz e incluso recientemente ha sido recomendado por la prestigiosa revista de viajes National Geographic.
Efectivamente hablamos de Sepúlveda. Una villa de algo menos de 1.000 habitantes ubicada en el corazón del espacio protegido Parque Natural de las Hoces del Río Duratón, declarada conjunto histórico-artístico en 1951 por su imponente y rico patrimonio, y enclavada en un entorno natural de ensueño coronado por los ríos que la rodean, el Duratón y el Castilla.
Panorámica de Sepúlveda
Se trata, en definitiva, de una joya histórica que invita a perderse por sus históricas calles, entre las que se encuentran un compendio de iglesias románicas, casas blasonadas y restos de la muralla que antaño la rodeó, tal y como recoge la citada publicación.
Diferentes elementos arquitectónicos y monumentales, muchos de ellos declarados Bien de Interés Cultural, que hace tiempo que convirtieron al pueblo en un auténtico museo del románico al aire libre.
El corazón de la villa es su transitada Plaza Mayor, punto de encuentro de vecinos y visitantes, y también uno de los principales puntos de partida para comenzar una visita por la localidad.
En ella se encuentra el Castillo de Fernán González, una fortaleza de la que aún se conservan elementos fundamentales como los tres torreones árabes del siglo X, las balconadas del siglo XVI y la fachada barroca, que hoy funciona como centro de exposiciones.
De ella salen varias de sus preciosas calles empedradas en las que se puede apreciar la arquitectura popular y que, a su vez, conducen a algunas de las siete puertas de entrada con las que contaba Sepúlveda. La del Azogue o Ecce Homo, la del Río o la de la Fuerza, de la que sale una calzada romana que lleva hasta el Puente de Picazos son algunas de ellas.
Repasando el patrimonio cultural y arquitectónico de la villa no podemos dejar de mencionar la antigua cárcel, la que llegó a ser Casa del Concejo hasta la construcción del Ayuntamiento en 1870 y que hoy funciona como un museo de carácter didáctico y divulgador en el que se encuentra la Oficina de Turismo de la localidad.
Tampoco pasan inadvertidas la Casa de las Conchas, la del Moro, la de Palomares y Díez, o la del conde de Sepúlveda.
Ni mucho menos su pasado religioso, visitable a través de sus diferentes iglesias románicas, tales como la de la Virgen de la Peña, la patrona de la villa; la de San Bartolomé, la de San Salvador, considerada la más antigua de la provincia; la de San Justo y Pastor, hoy sede del Museo de los Fueros; y la de Santiago, actual casa o centro de interpretación del Parque de las Hoces del Río Duratón, entre otras.
Imagen del corazón de Sepúlveda
La oferta turística del municipio se completa con otros espacios como el Área Recreativa del Paraíso, un lugar perfecto para descansar, desconectar y disfrutar de la naturaleza equipado con bancos, zonas de pícnic y hasta columpios para los más pequeños; y rutas como la famosa Senda de la Vega, la Larga o la de los Dos Ríos, la cual permite descubrir las Hoces del Duratón.
Ahora bien, Sepúlveda no solo es patrimonio, sino que también es sello de una gastronomía de calidad y con una larga tradición en el cordero asado en horno de leña, además de en la sopa castellana, el bacalao y el ponche segoviano o los bollos de la tierra en cuanto a repostería.
En definitiva, múltiples encantos que permiten decir que la villa es el resultado de una perfecta combinación de historia, cultura, naturaleza y gastronomía, y que explican que Sepúlveda esté considerado uno de los pueblos más bonitos de la provincia de Segovia cuyo origen se pierde en el tiempo y que enamora a todo aquel que la visita.
