En la frontera natural entre España y Portugal, hay pueblos que se miran pero no se pueden tocar. Masueco, en la provincia de Salamanca, y Ventozelo, en el nordeste trasmontano portugués, apenas están separados por unos pocos cientos de metros, pero de agua.
Sin embargo, para cruzar de un lado a otro, sus vecinos deben recorrer más de una hora por carreteras secundarias, entre presas y valles.
Desde hace un cuarto de siglo, la Asociación Puente (Plataforma de Unión Entre Territorios) pelea por cambiar esta situación. En su 25 aniversario, la entidad ha remitido un comunicado a la Comisión Europea solicitando la construcción de un puente internacional entre Masueco y Ventozelo, una vieja aspiración que, aseguran, podría marcar la diferencia entre la vida y la desaparición de muchos de estos pueblos.
“Esta infraestructura es una medida urgente para frenar la despoblación en Los Arribes del Duero”, señala el comunicado remitido a Bruselas.
Durante décadas, la comunicación entre ambos márgenes ha dependido de las presas hidroeléctricas que cruzan el Duero, pero esos pasos están restringidos. Por ejemplo, no pueden usarse con vehículos de más de 16 toneladas.
Para el transporte agrícola, las emergencias o el comercio local, esa limitación es una frontera tan infranqueable como el propio río, critican desde la asociación.
El proyecto del puente, avalado técnicamente, permitiría conectar el noroeste de Salamanca con la vía rápida portuguesa IC-5 y la autopista IP-4 Bragança–Oporto, abriendo una ruta directa de cooperación económica y social.
Puente denuncia que la falta de voluntad política ha condenado a esta zona al aislamiento: “Durante años, los políticos de la región han desviado fondos europeos destinados a zonas desfavorecidas”, lamenta la asociación.
Aun así, el comunicado también reconoce los avances conseguidos en otras zonas de la frontera. “Felicitamos a las administraciones que han hecho posible la aprobación de dos nuevos puentes internacionales en la Cumbre Hispano–Lusa de octubre de 2024”, recuerdan, en alusión a los pasos entre Sanlúcar de Guadiana y Alcoutim, y Cedillo y Montalvao sobre el río Sever.
Mientras tanto, en Masueco y Ventozelo, los vecinos siguen esperando. “Europa debe mirar hacia sus fronteras interiores, donde la falta de infraestructuras condena a pueblos enteros al aislamiento”, concluye la asociación.
