Castilla y León está llena de imponentes y preciados rincones que hacen viajar al turista a algunos de los lugares más visitados del mundo.
Monumentos, parajes naturales e incluso pueblos que comparten muchas similitudes con enclaves entendidos como auténticas joyas turísticas y que, por este motivo, atraen cada año a cientos de visitantes.
La provincia de Salamanca esconde un destino que hace sentir a propios y extraños como si estuvieran en la Bretaña francesa. Un pueblo de poco más de 1.000 habitantes según el INE de 2024, el primero en ser declarado Conjunto Histórico-Artístico y no por casualidad, pues hoy es considerado uno de los más bonitos de España.
Plaza Mayor de La Alberca (Salamanca)
Se trata de La Alberca, un pueblo medieval con una arquitectura tradicional de cuento que evoca a esta región del país vecino y que se funde en un entorno natural único, el Parque Natural de Las Batuecas-Sierra de Francia.
Una perfecta combinación que lo convierte en un destino tan bello como singular que sorprende y enamora a todo aquel que se acerca a conocerlo.
Sus calles y plazas empedradas, sus características casas de piedra de varias alturas, con tejados inclinados y entramados de madera, y sus balcones adornados con flores, fruto de la mezcla de las diferentes culturas que han pasado por el municipio a lo largo de los siglos, lo convierten en un pueblo muy auténtico y con mucho encanto.
Un municipio que, además, a través de su estética y su patrimonio regala un viaje por su historia y tradiciones centenarias.
Ubicado entre montañas y muy bien conservado, La Alberca en su conjunto llama la atención. Sin embargo, como todo pueblo, este también reúne una serie de atractivos de visita obligada.
Y es que, más allá de su característica esencia, apreciable en todos y cada uno de los rincones del municipio, uno de sus principales puntos de interés y de encuentro entre los vecinos es su Plaza Mayor.
Un espacio porticado donde conviven casas nobles blasonadas con viviendas más humildes y establecimientos, además del Ayuntamiento, la Casa Ducal y una fuente del siglo XVIII coronada por un crucero de granito con símbolos de la Pasión.
La Alberca, en Salamanca
Cerca de dicha plaza se encuentra otro de los elementos arquitectónicos que en su día llevaron a La Alberca a ser declarada Conjunto Histórico-Artístico, la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Un templo del siglo XVIII anexo a una torre fortaleza que domina el pueblo y que fue costeada por los primeros duques de Alba.
A estos espacios se suman otros tantos como el mirador del Santo, desde donde se puede contemplar un mar de tejados de pizarra rodeado de verde de la sierra, el humilladero, el marrano de San Antón y el Museo del Ibérico.
Y también las ermitas de Nuestra Señora de Majadas Viejas y de San Marcos, ubicadas en un lugar privilegiado por las impresionantes vistas que se pueden observar a su alrededor, entre otros.
Además, La Alberca reúne un compendio de atractivos naturales perfectos para completar una visita.
Desde numerosas rutas a través de bosques de robles y castaños, hasta la turística e imponente cascada del Chorro, pasando por la Casa del Parque Natural de Las Batuecas-Sierra de Francia, ubicada en la parte alta del pueblo.
Numerosos y preciados encantos que, además, lo han convertido en un pueblo de cine gracias a rodajes como La marrana o El Lazarillo de Tormes, y también grabaciones de series como Érase una vez (pero ya no).
Más allá de todo esto, La Alberca también es reconocida como un destino gastronómico de referencia con los embutidos ibéricos de cerdo, el queso de cabra artesano, el hornazo y las patatas meneás como platos estrellas.
Y también como un lugar fiel a sus tradiciones, que, pese al paso del tiempo, aún continúan muy vivas, siendo la del marrano de San Antón, esa con la que un cerdo se pasea libremente por las calles del pueblo para que lo alimenten los vecinos, la más curiosa y conocida.
Todo ello y mucho más hacen de La Alberca un lugar de visita obligada y perfecto para visitar en cualquier época del año. Un precioso rincón de la Castilla profunda que parece detenido en el medievo.
