La Vaguada de la Palma ha cambiado de piel. Durante unos días deja de ser un espacio cotidiano de Salamanca para transformarse en un gran escenario medieval donde conviven olores, sonidos y colores que trasladan a los visitantes varios siglos atrás.
El Mercado de las 3 Culturas, que permanecerá abierto hasta el próximo domingo, ha levantado 170 puestos con propuestas que van desde la artesanía hasta la gastronomía más tradicional.
El corazón del mercado late en torno a un castillo medieval levantado para la ocasión. Allí se concentran muchos de los espectáculos que marcan el ritmo de cada jornada.
No hay tregua: más de treinta actividades diarias garantizan la sorpresa continua, con músicos especializados en repertorios antiguos, bufones que arrancan carcajadas y grupos internacionales que aportan un aire cosmopolita a la fiesta.
El bullicio se extiende por las calles del recinto con pasacalles, espectáculos de fuego y la aparición de un dragón imponente que no deja indiferente a nadie. A pocos metros, un campamento temático recrea la vida cotidiana de la época, permitiendo a los curiosos asomarse a escenas que parecen sacadas de un códice iluminado.
Las propuestas no se limitan al entretenimiento. Quienes se acerquen al mercado también encontrarán un espacio para la cultura, con danzas orientales y montajes de gran formato que sorprenden tanto por su puesta en escena como por su capacidad de transportar a otras tradiciones.
El público infantil cuenta con un papel protagonista. Entre talleres de manualidades, actividades interactivas y juegos didácticos, los más pequeños descubren el placer de aprender mientras disfrutan. El objetivo no es solo entretenerlos, sino también despertar su curiosidad y acercarles a la historia de una manera divertida.
Con un horario ininterrumpido de 11.00 a 15.00 horas y de 17.00 a 23.00 horas, el Mercado de las 3 Culturas se consolida como una de las citas más esperadas en el calendario festivo de Salamanca.
Un viaje en el tiempo que, por unos días, convierte la Vaguada de la Palma en un cruce de caminos donde lo medieval, lo oriental y lo popular conviven en armonía.
