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Salamanca se prepara para dar un paso firme hacia un futuro más limpio y eficiente. Este jueves, la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento han presentado uno de los proyectos más ambiciosos de los últimos años: una gran red de calor sostenible, alimentada con biomasa, que llegará a casi 9.000 hogares y 75 edificios.

Costará 35 millones de euros y estará operativa en 2028. Pero su impacto va mucho más allá de la cifra.

La idea es simple, pero poderosa: aprovechar los residuos forestales para generar calefacción y agua caliente a través de una red de canalizaciones que recorrerán buena parte de la ciudad.

El ahorro estimado para cada vivienda ronda los 350 euros al año. Y eso sin contar la tranquilidad de saber que no dependerás del gas ni de las subidas del mercado.

La central térmica se levantará en la avenida Mariano Rodríguez Sánchez. Tendrá una potencia de 48 megavatios y contará con tecnología puntera para garantizar bajas emisiones.

Adiós a las calderas individuales, a las humaredas en invierno y a las facturas impredecibles dando la bienvenida a la eficiencia, la estabilidad y el aire limpio.

“Salamanca va a ser referente en sostenibilidad”, aseguró el alcalde, Carlos García Carbayo, durante la presentación. El proyecto, según explicó, encaja con esa idea de ciudad más verde que el Ayuntamiento lleva años construyendo: los huertos urbanos, las sendas peatonales, la integración del Tormes o los 32.000 árboles que están por plantar. “Todo suma”, dijo.

La red de calor llegará en una primera fase al Hospital Universitario, al campus Miguel de Unamuno y a los barrios de Huerta Otea, La Platina y San Bernardo. 

En una segunda etapa, se extenderá a Pizarrales, Capuchinos, El Carmen, Vidal, El Blanco y el Oeste. En total, 50 kilómetros de canalizaciones que transformarán el subsuelo de Salamanca en una autopista de energía limpia.

Desde la Junta, el consejero Juan Carlos Suárez-Quiñones quiso remarcar que Castilla y León no es nueva en esto: ya hay redes de calor funcionando en Valladolid, Soria o Ponferrada. “Mientras otros se enredan en discursos, nosotros llevamos diez años haciendo. Y no vamos a parar aquí”, afirmó.

El proyecto no solo supone un cambio para los vecinos. También es una oportunidad para el medio rural. Se crearán 120 empleos ligados a la recogida y distribución de la biomasa.

Y otros 90 puestos entre la obra, el mantenimiento y la operación del sistema. “Conectamos la ciudad con el monte y ayudamos a prevenir incendios aprovechando lo que antes se quemaba o se abandonaba”, señaló Sergio Lara, de SOMACYL.

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