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Hubo un tiempo en el que estas casas estaban llenas de silencios. Fachadas deslucidas, patios vacíos y un cartel invisible que parecía decir: “aquí ya no vive nadie”.

Hoy, ese silencio ha sido sustituido por voces, ilusiones y nuevas llaves en los bolsillos. En Ciudad Rodrigo, once familias están a punto de empezar una nueva etapa en un lugar que, hasta hace poco, parecía olvidado por completo.

Las viviendas, ubicadas en el número 174 de la Carretera Salamanca, han sido completamente rehabilitadas y ya forman parte del parque público de alquiler gestionado por la Sociedad Pública de Infraestructuras y Medio Ambiente.

Tras una inversión de 1,6 millones de euros, estos antiguos hogares de camineros han renacido por dentro y por fuera: cuatro dormitorios, cocina equipada, baño, aseo, porche, terraza y hasta patios interiores. Pero más allá de las cifras y los metros cuadrados, lo importante es lo que simbolizan: una segunda oportunidad.

La entrega de llaves no ha sido un acto cualquiera. Para algunos de los nuevos inquilinos, supone dejar atrás años de búsqueda, alquileres imposibles o viviendas que no reunían las condiciones mínimas.

Para otros, es la posibilidad de quedarse en su tierra y construir futuro sin renunciar a la posibilidad de tener un hogar en condiciones. Especialmente los jóvenes, colectivo prioritario en esta promoción, que ven cómo por fin se abre una puerta -literal y metafóricamente- en un mercado que muchas veces parece cerrado con candado.

El alcalde de Ciudad Rodrigo, Marcos Iglesias, junto a otras autoridades durante la entrega de llaves

El proyecto forma parte de una actuación mayor que contempla la recuperación de 134 viviendas públicas en once localidades de Castilla y León.

Ciudad Rodrigo, en este caso, recupera un puñado de casas, pero también parte de su tejido social, de su memoria arquitectónica y de su compromiso con quienes más difícil lo tienen.

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