Mariano Esteban de Vega es catedrático de Historia Contemporánea y atesora en su intensa trayectoria académica responsabilidades y puestos vinculados a la gestión de especial relevancia en la reciente historia de la Universidad de Salamanca, dirigiendo, nada más y nada menos, que el Vicerrectorado para el VIII Centenario en 2018, desde el que se encargó de diseñar la programación conmemorativa de la efeméride más importante del Estudio salmantino en muchas décadas, como fue la celebración de los ocho siglos de la fundación de la prestigiosa institución académica salmantina.

Mariano Esteban es uno de los profesores más carismaticos de la USAL. Buena prueba de ello es que fue el docente más votado en las elecciones para la renovación del Claustro en los comicios que tuvieron lugar en enero de 2019. Ahora su compromiso con la Universidad de Salamanca le ha impulsado a dar un paso más, como es concurrir como candidato en las elecciones rectorales que se desarrollarán el próximo mes de noviembre. Salvo sorpresa mayúscula, será el gran contrincante por el sillón rectoral del actual rector Ricardo Rivero. Es decir, en las próximas elecciones a rector de la USAL la comunidad universitaria -profesores, estudiantes y miembros del personal de administración y servicios- solo contará con dos opciones en el decisivo momento de depositar la papeleta en las urnas: Mariano Esteban o Ricardo Rivero. En esta entrevista, el catedrático de Historia Contemporánea se expresa sin tapujos y derrocha sinceridad sobre sus ideas y proyectos ante la próxima, apasionante y decisiva cita con las urnas.

-¿Por qué toma la decisión de presentar su candidatura a rector?

-En realidad, soy la cabeza visible de un amplio grupo que está convencido de que la Universidad de Salamanca necesita un cambio de rumbo tras un mandato rectoral decepcionante, con crisis permanentes que empezaron mucho antes de la pandemia, y que considera que durante este periodo han primado los intereses particularistas y no se han afrontado los verdaderos problemas de la Universidad.

Como alternativa, hemos puesto en pie un proyecto renovador, con el que queremos ilusionar a nuestra comunidad universitaria. Necesitamos un equipo rectoral fiable, que identifique oportunidades, las estudie con seriedad y desarrolle las más interesantes con carácter institucional y con perspectiva a largo plazo. Debemos gestionar la institución de forma proactiva, tomando iniciativas, y no solo actuando de manera reactiva y desordenada. No podemos estar siempre apagando fuegos o poniendo cubos para contener goteras. No puede ser que tengamos profesores sin despachos o sin ordenadores para trabajar. ¿Cómo podemos pedir un Q1 en los mejores índices si no somos capaces ni siquiera de garantizar unas condiciones de trabajo mínimas? Hay que invertir en mejores condiciones laborales, en la atracción de talento y en infraestructuras que modernicen la Universidad y garanticen su pleno desarrollo. No podemos diluir nuestras singularidades de una “gran universidad histórica” dejándonos arrastrar por el día a día, sino actuar decididamente para reforzarnos. Necesitamos dar un salto, con ideas transformadoras, que nos proyecte hacia el futuro. Y éste es el momento. 

-Repasando su biografía veo que cuenta con una amplia experiencia en la gestión académica al frente de servicios universitarios y vicerrectorados.  ¿Podría recordar qué cargos de gestión académica ha desempeñado?

-Fui vicerrector para la conmemoración del Octavo Centenario entre diciembre de 2015 y diciembre de 2017, una etapa muy ilusionante en la que pensamos una serie de planes y programas que con el cambio de equipo rectoral dejaron de ejecutarse o se desnaturalizaron. El Octavo Centenario fue un gran momento para pensar el futuro de nuestra universidad desde las señas de identidad que nos distinguen tras una historia de siglos. Sin embargo, la conmemoración acabó convertida en muchos casos en un conjunto de eventos que apenas han dejado huella, aunque sí fotos muy vistosas en las redes sociales. Fui también vicerrector de Profesorado entre 2009 y 2015 y director del Servicio de Publicaciones de la Universidad entre 2003 y 2007. Modestamente, creo que conozco la Universidad y que puedo poner ese conocimiento al servicio de este proyecto de cambio. 

-La rumorología académica especula con que usted ya intentó presentarse como candidato a rector en los comicios rectorales de noviembre de 2017. ¿Es eso cierto y, si lo es, por qué entonces no dio el paso y ahora sí?

-Muchos meses antes de las elecciones de 2017 tuve constancia de que participarían como candidatos personas que me merecían una gran confianza y les comuniqué personalmente, con mucha antelación, mi decisión de no presentarme a la elección y de apoyarlos. Ahora las circunstancias son diferentes, la situación de la Universidad se ha deteriorado y hemos trabajado durante meses para configurar el proyecto de cambio con el que concurriremos a las elecciones. 

-El rector Ricardo Rivero asegura que este curso la USAL ha batido todos sus récords de alumnos. ¿Realmente es así?

-No lo sabemos. Resulta imposible saberlo. Por desgracia, no podemos confiar en lo que nos dice el Gabinete del rector porque desde hace años los datos que difunde son distintos a los que finalmente presenta el Sistema Integrado de Información Universitario, que es la estadística oficial del sistema universitario español. Por ejemplo, en estos meses preelectorales el rector no deja de repetir que llevamos cuatro años de crecimiento ininterrumpido de los estudiantes de Grado. Sin embargo, uno acude al SIIU y los datos que aparecen son que en el curso 2017-18 la Universidad tuvo 20.999 estudiantes de Grado, en el 18-19 tuvo 20.762, en el 19-20 tuvo 20.808 y en el 20-21 tuvo 20.962. Es decir, estamos estancados y transcurridos tres años de mandato del actual rector la Universidad tenía menos estudiantes de Grado que al inicio. En un contexto, por cierto, de crecimiento del número de estudiantes en el conjunto del sistema universitario español. No criticamos este leve descenso de estudiantes, ni la pérdida de peso cuantitativo en el conjunto de las universidades españolas, que obedece a muchos factores, algunos ajenos a las políticas del equipo de gobierno. Pero sí criticamos abiertamente que se quiera dar gato por liebre, que, por ejemplo, se cuente a los estudiantes de doble grado como si fueran dos estudiantes para concluir que no paramos de crecer y sugerir que ello se debe a la gestión del rector. Nos parece muy poco serio. En la Universidad no deberían suceder estas cosas.

-¿Cuáles son las grandes carencias que presenta actualmente la Universidad de Salamanca?

-Existe una distancia abismal entre el discurso autocomplaciente que nos transmite el rector diariamente, según el cual “somos los más grandes”, todo va bien y exactamente va bien desde hace cuatro años, con el de una realidad mucho más compleja. En ese discurso que tiene mucho de autohomenaje no tienen cabida los problemas diarios que sufrimos los universitarios. Le hago una lista, sin ser exhaustivo, del desorden y la dispersión en muchos ámbitos: la acumulación de procesos administrativos y de gestión que dificultan el trabajo de los profesionales de la administración; la acumulación de trabajo no docente ni de investigación en el profesorado a causa de la puesta en marcha de una serie de procedimientos burocráticos mal concebidos; los déficits de formación de nuestros estudiantes para su inserción profesional; el mal estado de muchas infraestructuras… La web de la Universidad es un reflejo de este desorden: pruebe usted a encontrar algo allí. O piense en cuestiones más específicas como la caótica puesta en marcha de la Sede Electrónica, que se llevó a cabo desde el mismo Rectorado a cargo de una persona de confianza del rector. ¿Cómo es posible que se obligase al uso de un sistema sin ofrecer la formación y la información necesaria a todos los usuarios y sin asegurarse de que todos contaran con las herramientas adecuadas? La insensibilidad ante la sensación de agobio y de asfixia burocrática de estos años resulta particularmente irritante. Es preciso revertir urgentemente esta situación con la participación de todos los sectores implicados. No estamos para dar lecciones a los que más saben de los procesos administrativos o informáticos, sino que deben ser ellos quienes nos ofrezcan las mejores soluciones.

Existe, además, otra gran carencia. Nuestra Universidad está llamada a ejercer siempre un liderazgo en el sistema universitario español y a hacer oír su voz al servicio de la sociedad en general. Y no lo está haciendo. 

-Su candidatura insiste mucho en la transparencia y la equidad... ¿Por qué incide tanto en estos conceptos?

-Porque son valores que fundamentan cualquier orden democrático y cuando no hay transparencia ni equidad la gestión se hace ineficiente y abierta a favoritismos. La actuación de este Rectorado ha dejado mucho que desear en este terreno. El rector ha tomado muchas decisiones importantes que no ha explicado. El Claustro dejó de reunirse durante año y medio. Durante el confinamiento nos saltamos una reunión ordinaria del Consejo de Gobierno que podría haberse celebrado telemáticamente. Los informes del rector al Consejo de Gobierno se limitan a contar su agenda pública. El rector ha modificado una y otra vez su equipo de vicerrectores sin ofrecer otra explicación que la de que lo estaba “reforzando”. Nos hemos encontrado también con dotaciones de plazas al margen de los procedimientos ordinarios que se pretendió que pasaran sin ninguna explicación en los órganos colegiados. Cuando hablamos de decisiones importantes que afectan a personas no debe quedar ninguna sombra de arbitrariedad. 

-¿Tiene decididos todos los nombres de su equipo de gobierno?... Por ahora ha presentado oficialmente solo a dos.

-Por supuesto. El equipo está ya conformado tras un trabajo colectivo que, como le decía antes, arrancó hace bastantes meses. Las personas que ocuparán los distintos vicerrectorados han sido seleccionadas por sus capacidades y no por cálculo electoral. Será un equipo plural, con ocho vicerrectorados, con presencia de muchas áreas de conocimiento y con representación de catedráticos y catedráticas, profesorado titular y profesorado contratado doctor. Dos de esos vicerrectorados tendrán un contenido novedoso y estarán dedicados a materias que consideramos estratégicas para el futuro de nuestra Universidad. 

-¿Cómo será su campaña electoral? ¿Hará muchos actos de presentación de su candidatura en los diferentes centros?

-Acudiremos a todos los centros y nos reuniremos con todos los sectores de la comunidad universitaria. Afortunadamente han desaparecido ya las limitaciones sanitarias que han limitado nuestras posibilidades de encuentro personal con muchas personas y todo el equipo intervendrá en una campaña electoral que seguro que será agotadora y apasionante y, al menos por nuestra parte, constructiva.

-Si sale elegido rector... ¿Qué reivindicaciones y peticiones elevará a la Junta de Castilla y León?

-Seré firme en la defensa de los intereses de la Universidad de Salamanca y dedicaré todos mis esfuerzos a explicar las consecuencias e implicaciones que tienen las decisiones y disposiciones de la Junta en la Universidad de Salamanca, en el sistema de universidades públicas y en la propia sociedad y economía de la Comunidad. Y pediré sobre todo dos cosas: más autonomía y más financiación. El sistema universitario de Castilla y León está infrafinanciado y necesitamos más recursos en todos los ámbitos: para que nuestro personal esté mejor retribuido, para que tengamos más personal, para que tengamos más medios para la docencia, la investigación y la transferencia y para extender los servicios orientados al bienestar de la comunidad universitaria. Es lamentable que nuestra universidad sea la que menos recibe por estudiante de todas las universidades de la Comunidad Autónoma. Pero no pedimos por pedir, sino para ser mejores. Para eso también necesitamos autonomía, necesitamos que se flexibilicen muchas normas que nos atan injustificadamente. Por otro lado, soy crítico con declaraciones de salón como la de “exigir” a la Junta la reducción de tasas, pero defenderé siempre una universidad pública que, mediante la bajada de las tasas o mediante el incremento de las becas, sirva como mecanismo decisivo para la igualdad y la promoción social. 

-¿Hacen falta más profesores en la Universidad de Salamanca o la plantilla está bien cubierta tras los procesos de contratación de estos últimos años?

-Hacen falta más profesores y hacen falta más profesionales en todos los ámbitos. Nos gustaría disponer de datos fiables y no contaminados por la propaganda interesada. Por fortuna, en todo el sistema universitario español se está produciendo la incorporación de nuevo personal, tras años dramáticos de restricciones obligadas por la ley. También en Salamanca, que como reconoció públicamente el actual vicerrector de Profesorado solo ha sido una más en este proceso. Pero necesitamos datos contrastados y hasta ahora la estadística oficial muestra, de nuevo, que en estos últimos años nuestras plantillas crecieron por debajo de la media de las universidades públicas de Castilla y León, lo que resulta difícil de entender. También nos resulta sospechosa la acumulación de la oferta de plazas en el año electoral: ¿por qué se esperó para sacarlas hasta el último momento? La dotación de plazas no puede presentarse como una especie de dádiva o gracia rectoral, lo que supone una falta de respeto a las personas que trabajaron para obtenerlas. Por eso proponemos planes plurianuales, con dotaciones estables, que impidan este tipo de prácticas. 

-El futuro de la USAL depende, a corto y largo plazo, del Plan Estratégico que aprobó el Consejo de Gobierno y el Claustro. Usted fue muy crítico con dicho documento. ¿Por qué?

-La discusión sobre el Plan Estratégico fue reveladora de una de las principales deficiencias de este mandato, pues reflejó abiertamente un modelo de gestión que evita los problemas de fondo de la universidad con el ánimo de “no molestar” o de dar “café para todos”. Le pongo un ejemplo: en la discusión de la parte de investigación del plan que se hizo en el Consejo de Investigación, se indicó que no era posible realizar modificaciones en la propuesta porque el rector no quería pecar ni de acción ni de omisión con ningún grupo o área de conocimiento. Nuestro Plan Estratégico es, en realidad, un catálogo de buenas intenciones de las que resulta imposible discrepar. Nosotros aportamos algunas ideas que fueron incorporadas al texto, pero el Plan carece de algo que solo un equipo de gobierno, a partir del conocimiento detallado de la institución que proporciona el ejercicio del cargo, puede darle: concreción, definición de un rumbo específico. Pero esto es precisamente lo que el rector ha tratado siempre de evitar, prefiriendo el discurso anestesiante del halago y del “todo va bien”. Por eso la elaboración y aprobación del Plan Estratégico se afrontó como un trámite molesto, no como una verdadera oportunidad para establecer las bases de nuestro futuro. De hecho, aunque el plan estratégico anterior terminaba en 2018, del nuevo plan no hubo noticias hasta avanzado el año 2019 y su aprobación no se ha producido hasta 2021. Sin embargo, para disimular, se puso como fecha de ejecución de este plan el periodo 2020-2023, es decir, un periodo de cuatro años de los que en realidad ya había transcurrido más de uno cuando se aprobó.

-¿Qué puede aportar usted que no ha aportado el rector Ricardo Rivero en sus cuatro años de gestión?

-Puedo aportar cambio a partir de soluciones de fondo a los problemas de la Universidad, soluciones enmarcadas en un proyecto global que actúa en el presente con miras al futuro. Aportaré cumplimiento de los compromisos que formule. Aportaré un equipo coherente, dispuesto a trabajar colectivamente para el desarrollo de ese proyecto con estabilidad y certidumbre, porque con nosotros no habrá personalismos ni cambios de equipo permanentes e injustificables, ni reestructuraciones del organigrama con el único objetivo de dar satisfacción a determinadas personas. Vistos los antecedentes, lo que se nos ofrece desde el otro lado es, aunque suene paradójico, una continuidad radicalmente incierta, como prueban los últimos cambios de vicerrectores, que indican hasta qué punto el interés electoral prima sobre cualquier otra consideración. 

-¿Cree que el equipo de Rivero está cohesionado, teniendo en cuenta los cambios que ha realizado en varios vicerrectorados en estos cuatro años?

Esta respuesta resulta particularmente sencilla. No, no lo creo. Por las razones que acabo de explicar. 

-¿Confía en la victoria? ¿Augura una segunda vuelta electoral?

-Por supuesto. Hay una voluntad mayoritaria de cambio en la comunidad universitaria, de superar la situación en la que nos encontramos y de iniciar un nuevo rumbo.  Además, hay una clara demanda de cambio del modelo de gestión de la Universidad hacía uno que piense más en los problemas de fondo de la universidad que en los intereses particulares, la foto de las redes sociales o el titular grandilocuente en la web de la Universidad, transformada últimamente en medio de propaganda. Para ocupar el puesto del Jefe de Gabinete del Rectorado, el rector contrató hace más de año y medio a una persona que se presenta como experto en campañas electorales. No digo más. Tengo plena confianza en que seremos capaces de convertir esa voluntad de cambio en éxito electoral.  En cuanto a una segunda vuelta, la existencia previsible de dos únicas candidaturas la haría imposible. 

- Si no logra la victoria... ¿Se llevará una gran decepción? ¿Qué hará en el futuro?

-Soy demócrata, un firme convencido de la necesidad de la participación electoral y de que las decisiones las toman las mayorías en respeto de las minorías. Así que aceptaré de buen grado el resultado sea cual sea, aunque confío en que sea favorable. Lo que es seguro es que en el futuro tendré mucha tarea, a la que me enfrentaré con toda ilusión y entusiasmo, siempre dentro de la Universidad de Salamanca, con la que me siento profundamente comprometido.