Salamanca está sufriendo la acción del coronavirus muy duramente. Este sábado comienza un nuevo confinamiento, este perimetral, para los ciudadanos de su capital que se une al cierre total durante casi dos meses desde marzo a mayo y a la toma de medidas restrictivas que ya hubo en septiembre. 

Y lo cierto es que los datos avalan la toma de decisiones ante una creciente mortalidad en la provincia que se debe atajar a tiempo para no llegar a las cifras de marzo y abril que, en Salamanca, fueron excesivamente altas. 

Según los datos de la Junta, fueron 123 los fallecidos en marzo y 198 en abril solo en el ámbito hospitalario. A ellos habría que sumar a los usuarios de residencias que fallecieron sin poder llegar a un hospital por diversas circunstancias. 

Y aunque lejos de estas cifras todavía, lo cierto es que la reescalada sigue lenta pero segura. Lejos de contagios que han llevado a este confinamiento perimetral a la ciudad y antes a Sotoserrano, la mortalidad, la última consecuencia, también indica una subida. 

En los primeros 16 días de octubre hasta 28 personas han fallecido en el ámbito hospitalario con nueve días consecutivos llorando muertes. La tendencia, así, evidencia que se superarán los 38 de septiembre, que ya preocupaban, y los 39 de mayo, en plena desescalada. 

No en vano, los 28 fallecidos en la mitad de mes son ya más que los que hubo en todo agosto, cuando la curva comenzaba a subir de nuevo pero hubo 13 muertos; así como en julio y junio, cuando se registraron tres y ocho fallecimientos, respectivamente. 

La muerte, evidentemente, es la última consecuencia del coronavirus y, como tal, llega más tarde que los contagios y los hospitalizados. Ello explica que, pese al cierre total en marzo, fuese abril el peor mes para luego rebajar la incidencia, y eso precisamente también debe preocupar ahora porque los contagios son solo el primer dato de otros que van sumando bastante tiempo después.