Los ancianos, especialmente los que se encontraban en residencias, han sido los grandes golpeados de una crisis del coronavirus que, aunque no discrimina, sí ha provocado grandes daños en los centros residenciales. 

No en vano, en Castilla y León ya son 1.486 los fallecidos con coronavirus confirmado y 1.105 con síntomas compatibles de estar infectados. De los primeros, prácticamente la mitad fallecieron en la propia residencia, algo que en el segundo de los casos, se dispara a los más de 1.000. 

Salamanca ha sido, además, una de las provincias más afectadas. No en vano, es la segunda de la comunidad, tras Valladolid, con más mortalidad en sus residencias por coronavirus confirmado. Si se le suman aquellos que lo hicieron con síntomas se convierte en la primera. 260 con prueba y otros 207 con síntomas. En total, 467 de los que seguramente se debieran restar una parte ya que la sintomatología, en algunos casos, es similar a otras enfermedades. 

Sin embargo, este drama de gente que se ha ido, en la mayoría de los casos sin poder despedirse y casi sin ser acompañados en el mismo entierro, contrarresta también con la mayoría que han logrado sobreponerse a la enfermedad. 

La estadística, en este caso, la cifra la Junta en 6.854 personas en Castilla y León, 1.084 en Salamanca, en lo que supondría que una diferencia de 4,5 veces más que la mortalidad confirmada y 2,5 si se suman a las personas con síntomas compatibles en la comunidad. Mientras, en Salamanca, la diferencia es cuatro veces mayor en el primero de los casos y también algo más del doble en el segundo. Esto es, un 80% y un 69%, respectivamente. 

A ello se suma el hecho de que, también según los datos de la Junta, englobando a toda la población anciana y no solo a los residentes en algún centro, la tasa de mortalidad de entre los hombres contagiados mayores de 80 años no llega al 20%, mientras que en las mujeres al 15% en Salamanca. Entre los 70 y 79, la cifra ya se reduce a 4,54 y 1,77%.