El agente naranja fue uno de los herbicidas y defoliantes utilizados como parte de su programa de guerra química en la Operación Ranch Hand (1962-1971) durante la Guerra de Vietnam que provocó millones de víctimas y que miles de niños nacieran con malformaciones congénitas como resultado de su uso.
El 30 de abril de 2025 se cumplieron 50 años del final del conflicto bélico, pero la batalla contra esta sustancia química sigue. Millones de personas luchan a diario contra este legado.
Silvia Martínez García es una joven de 23 años, nacida en un pequeño pueblo de León que lleva el nombre de La Magdalena, y que en la actualidad se encuentra en Vietnam, concretamente en la capital, en Hanói, siendo voluntaria dentro del Cuerpo Europeo de Solidaridad.
Nuestra protagonista cuenta con el doble grado en Economía y Estudios Internacionales pero ha decidido marcharse para colaborar poniendo su granito de arena en el lugar. Está allí desde el 10 de septiembre y su misión acabará en julio del próximo año.
Allí trabaja en proyectos de desarrollo sostenible, ayuda a jóvenes y no tan jóvenes con los idiomas y también a niños con discapacidad que sufrieron el efecto del agente naranja. Un ejemplo de dedicación hacia los demás.
Imagen de Silvia en Hanói
El perfil de Silvia
“Me defino como una joven leonesa con una curiosidad insaciable. Me encanta conocer lugares nuevos y soy una persona muy aventurera. Me encantan las cosas que pueden salirse de lo convencional”, asegura, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, Silvia Martínez García.
Nuestra entrevistada tienes 23 años y nació en un pequeño pueblo de León que lleva el nombre de La Magdalena. Una pequeña y acogedora localidad situada al noroeste de la provincia y que se emplaza en la ribera del río Luna, siendo la puerta natural de entrada a la montaña noroccidental leonesa, declarada Reserva de la Biosfera.
Amante de viajar, de las series, de la lectura y de pasar un buen rato con sus amigos, la leonesa es una persona “tranquila” que recuerda con nostalgia su infancia en el pueblo donde estudió hasta que tenía 11 años.
“La Magdalena es un pueblo tranquilo. Solía salir con los amigos, los pocos niños que había por aquel entonces. Tuve una infancia tranquila. Estuve en el Colegio La Biesca, aquí, hasta que tenía 11 años y después, hasta Segundo de Bachillerato en La Robla”, para completar mi formación.
Cuando era pequeña recuerda que le gustaba la criminología y, esa fue su primera tentativa a la hora de buscar un oficio con el transcurrir de los años. Sin embargo, su gusto e interés por viajar le llevó a descartar esa idea.
El curso de voluntaria que cambió su vida
“Finalmente, con 18 años, decido irme a Madrid para completar el doble grado en Economía y Estudios Internacionales en la Universidad Carlos III. Elijo este camino porque me llamaba la atención adquirir más conocimiento de lo que pasaba en el mundo. Quería indagar en otros temas y la economía me gustaba mucho. Sabía que esa rama económica podría abrirme muchas puertas”, nos explica nuestra protagonista.
Completó sus estudios con 23 años, pero antes, en el año 2023, estuvo completando un Erasmus en Manheim (Alemania), tomó una decisión que cambiaría su vida para siempre y que le ha llevado a Hanói, capital de Vietnam.
“Cuando estaba de Erasmus, una compañera me habló del Cuerpo Europeo de Solidaridad. Había que completar un curso para convertirse en voluntaria de ayuda humanitaria y lo hice”, nos explica.
Añade que a ese curso del Cuerpo Europeo de Solidaridad se pueden “apuntar personas de entre 18 y 30 años” y que lo completó en otra ciudad, aunque, por aquel entonces, “no estaba segura de si lo aplicaría o no” pero que se lanzó a sacarlo por “estar relacionado con la Comisión Europea” y porque “era muy importante”, mirando al futuro.
“Este año estaba finalizando el doble grado. Hacía prácticas en un banco y llegó el momento de decidir lo que tenía que hacer. Tenía la idea de continuar en el mundo corporativo, pero me di cuenta de que no estaba segura. Siempre tenía la opción de volver a este campo”, añade Silvia.
Fue entonces cuando, tras volver de México, donde estuvo estudiando entre octubre de 2023 y febrero de 2024, se acordó de ese curso que le acreditaba como voluntaria en el Cuerpo Europeo de Solidaridad.
“Decidí buscar oportunidades. Me dieron la oportunidad de irme a estudiar a Corea del Sur, pero dije que no. Ahí se me quedó la espinita de ir a Asia. Tenía la opción de participar en el Cuerpo Europeo de Solidaridad y me fui a Vietnam”, añade.
Ahí, nuestra entrevistada dio un giro radical a su vida. Este 10 de septiembre llegó a Hanói, la capital de Vietnam para desarrollar una brillante labor como voluntaria.
Voluntaria en Vietnam
“Creo que, con el concepto de voluntario hay una imagen errónea. Hay mucho voluntarismo, que es el que paga por irse. Pienso que marcharse de voluntario, realmente, es tener pasión grande por ayudar y dedicar el tiempo a algo no personal, sino a una comunidad. No solo lo que tú das, sino lo que te puede proporcionar”, apunta nuestra protagonista.
Llegó al lugar hace apenas un mes para centrarse en esa labor de voluntaria dentro del Cuerpo Europeo de Solidaridad. De momento se está adaptando, conociendo la ciudad, y dedicándose a la labor encomendada.
“Tenemos un objetivo principal del proyecto que está relacionado con el desarrollo sostenible. Cada semana, o cada quince días intentamos hacer alguna actividad, o proyecto relacionado con este tema. En tareas más diarias nos encargamos de dar apoyo en distintos centros de clases de inglés y de otros idiomas con niños pequeños y hasta nivel FP con estudiantes de unos 20 años”, explica.
Otra de los proyectos en los que está volcada la leonesa es con “víctimas del agente naranja” ya que, tras la Guerra de Vietnam, los efectos de este gas “se pueden ver hasta cuatro generaciones después”. Además, añade que “colaboran, trabajan y ayudan a niños con discapacidad por el efecto del agente naranja”.
Su vida en Hanói
Silvia vive a las afueras de Hanói, en una casa de voluntarios. Son un total de nueve allí. De todos los lugares de Europa, desde Suecia, Polonia, pasando por Francia y llegando hasta Italia.
“En estos momentos, y solo llevando un mes, siento que cada semana ha sido un poco diferente. Hay tantas cosas que hacer y tantos lugares con los que colaboramos que siento que todavía no tengo una rutina”, añade Silvia.
Silvia, la leonesa voluntaria en Vietnam
Todos los gastos los cubre el Cuerpo de Solidaridad Europeo. Tanto el avión para que nuestra voluntaria llegara a la capital de Vietnam, como la comida y el alojamiento.
“No diría que hay mucha pobreza en Hanói, más teniendo en cuenta que es un país que hace 50 años todavía estaba en guerra. Este año han celebrado el aniversario del tratado de paz. La capital se ve como una ciudad muy moderna y está completamente reconstruida. Me comentan que hay zonas rurales en las que todavía se puede ver más pero no lo he visto”, afirma nuestra entrevistada.
Lo que más echa de menos nuestra entrevistada de su pueblo de León es “algo tan sencillo como ir a desayunar un café con leche y tostadas o quedar con los amigos a tomar unas cervezas”. Lo sencillo, siempre lo más importante.
El futuro
Silvia va a estar en la capital de Vietnam hasta julio del 2026. Después, sigue “sin tener claro su futuro” y valora la opción de “hacer un máster o ponerse a trabajar”. Este año lo está aprovechando para “averiguar lo que quiere hacer”.
“No creo que siga de voluntaria. Después de diez meses ya tiraré más por estudiar o por incorporarme de forma completa al mundo laboral. No soy voluntaria por dinero. Es la pasión por conocer. El querer ayudar a la gente que lo necesita. Pasiones que he arrastrado desde pequeña. Cumplo los grandes sueños que tenía desde pequeña”, añade.
Como no tiene claro cuál será su futuro, nos confiesa que el objetivo y deseo que se marca, mirando al futuro, es el de “trabajar en algo que me guste” y “poder seguir teniendo un impacto positivo en el mundo” con su labor.
