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Marimar y Carla, dos burgalesas dueñas de la panadería Villímar, se ven obligadas a cerrar los domingos por la falta de personal. Llevan 72 años ofreciendo un pan natural de inigualable calidad en su horno de leña y cuentan con una clientela fija.

Sin embargo, desde hace un tiempo madre e hija están notando un grave problema a la hora de contratar personal. No encuentran a nadie que quiera trabajar y, cuando consiguen formar a alguien, termina marchándose.

"La gente no quiere oficios. Quiere trabajar de lunes a viernes por la mañana y ya. Pues hemos decidido cerrar los domingos, ya ni nos esforzamos por buscar mano de obra", asegura Carla en declaraciones a El Español- Noticias de Castilla y León.

Un negocio familiar que se ha ido manteniendo con el paso de los años y que ahora vuelve al pasado, a hace 25 años, cuando también cerraban este día. "La gente se presenta y dice que quiere trabajar, pero no les dura nada", lamenta.

En este sentido, Carla se muestra tajante: "Las cosas han cambiado. Antes es verdad que éramos esclavos del trabajo y eso no es bueno, pero es que ahora los jóvenes solo quieren vivir, vivir y vivir, como tienen a sus padres y les dan sustento, ni se esfuerzan".

Durante el último año han contratado a varias personas para este puesto en la panadería, pero todos "se han cansado enseguida". A algunos les han enseñado el oficio y, cuando lo han aprendido y confiaban en ellos para desarrollarlo, "se han ido" y muchos de ellos "al paro".

Madre e hija en la puerta del negocio familiar Cedida a EL ESPAÑOL- Noticias de Castilla y León

"Algunos empezaban a decir que necesitaban días libres para despejar la cabeza. Otros que sus padres le decían que con 25 años siguieran estudiando y al final no ha cuadrado nadie con el puesto", explica.

Las condiciones que ofrecen son "1.600 euros al mes y 15 pagas". Carla entiende que lo más duro es el horario, que era de 3 de la madrugada a 10 de la mañana y, por eso, les intentaban "compensar" por ejemplo con las horas.

"La jornada era de 40, pero hacían 35 porque entendemos que es duro y trabajaban cinco días a la semana con dos de descanso", añade.

Las dueñas de la panadería lamentan que, pese a que Burgos tiene "mucho oficio", la gente "solo quiere vivir y disfrutar". Carla afirma que antiguamente lo que se buscaba era "encontrar un trabajo y quedarte toda la vida y ahora no porque piensan que ya les llegará otra cosa".

De este modo, critica que hoy en día los ciudadanos quieran "ganar mucho, pero hacer poco". Las dueñas de la panadería han hecho este esfuerzo sin éxito. Y los vecinos del barrio burgalés ya no huelen a pan recién horneado las mañanas del domingo.

El pan que cada día hacen en su horno de leña Cedida a EL ESPAÑOL- Noticias de Castilla y León

"Nuestros clientes fijos lo han entendido y se han alegrado por nosotros. No ha pasado nada. Entonces, para atrás, ni para coger impulso. Descansamos todos un día y no necesitamos más mano de obra", matiza.

Una situación que, tristemente, cada vez es más frecuente en los negocios tradicionales. Son muchos los que echan la persiana por falta de personal o cierran su empresa al no encontrar a nadie que quiera quedarse con ella.