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La cooperativa Bureba Ebro Sociedad Cooperativa, ubicada en la zona nororiental de Burgos (Briviesca), celebra este año una doble alegría: su casi 40 aniversario y el Premio a la Mejor Iniciativa Cooperativa que otorga la Consejería de Industria y Empleo de la Junta de Castilla y León.

Unos Premios de Economía Social cuya entrega tendrá lugar el próximo lunes 10 de noviembre en Salamanca.

Para Ignacio Santamaría, director general de la entidad, el galardón supone “un orgullo y un reconocimiento al trabajo bien hecho, al esfuerzo diario de los socios y de todo el equipo que conforma la cooperativa”.

No es habitual, reconoce, que el sector agrario reciba este tipo de distinciones, lo que hace que el premio tenga un valor simbólico y emocional añadido: “Que se reconozca el buen hacer de una cooperativa siempre es positivo y nos anima a seguir avanzando”.

Bureba Ebro nació en 1986 fruto de la unión de cinco cooperativas de primer grado, que decidieron aunar esfuerzos para optimizar la comercialización de sus productos y el aprovisionamiento de materias primas.

Hoy, esa fórmula de cooperación sigue siendo su gran fortaleza. La entidad agrupa a más de 600 socios y gestiona una superficie de entre 50.000 y 60.000 hectáreas dedicadas principalmente al cultivo de cereal, con producciones medias de 7.500 kilos por hectárea en cebada.

En el último ejercicio, la cooperativa alcanzó una facturación de 30 millones de euros con un equipo humano de 11 empleados directos y una treintena de trabajadores en todo el grupo.

Su actividad se centra en la comercialización de cereales, oleaginosas y proteaginosas, con un volumen anual de entre 150.000 y 180.000 toneladas, además de la producción de semillas certificadas (entre 4 y 5 millones de kilos) y la venta de productos fitosanitarios, que suponen otros 6 o 7 millones de euros en facturación.

Mantener la unión entre más de 600 agricultores no es tarea sencilla. Santamaría explica que la clave está en la transparencia y el acompañamiento continuo. “Buscamos la máxima rentabilidad y el mejor asesoramiento para el socio. Les ayudamos en las decisiones técnicas, fiscales y agronómicas, para que puedan centrarse en lo que saben hacer mejor: producir con calidad”.

Imagen aérea de las instalaciones de Ebro Bureba

Esa cercanía se traduce en una relación sólida y duradera, en un momento en que el relevo generacional es uno de los grandes retos del campo. “El cooperativismo permite crear vínculos estables y mantener viva la actividad en nuestros pueblos”.

Innovación y digitalización en el campo

Pese a la imagen tradicional del sector agrario, Santamaría defiende que la agricultura actual es “un sector muy digitalizado y en continua innovación”.

La cooperativa invierte recursos en investigación agronómica, jornadas técnicas y campos de ensayo donde se prueban nuevas variedades y prácticas de abonado sostenible.

Bureba Ebro trabaja con mapeos de rendimiento, análisis de suelo y herramientas de agricultura de precisión para mejorar la eficiencia y adaptar los cultivos a las condiciones cambiantes del clima y la legislación.

“Nuestro objetivo no es vender un producto, sino ofrecer la solución más adecuada para cada explotación y cada terreno”, resume su director.

Además, la entidad impulsa prácticas orientadas a la sostenibilidad y el residuo cero, alineándose con las exigencias de la industria agroalimentaria y los consumidores. “Tenemos que optimizar los recursos y reducir el impacto ambiental. El futuro pasa por una agricultura más eficiente, más verde y más tecnificada”.

Incertidumbres

La cooperativa también debe lidiar con las fluctuaciones de los mercados internacionales y los efectos del cambio climático.

“Hay dos variables que no controlamos: la climatología y la geopolítica”, explica Santamaría. “Por eso trabajamos para planificar bien cada campaña y minimizar riesgos, estableciendo rotaciones y estrategias de comercialización que permitan estabilidad al socio”.

Frente a un contexto global incierto, el modelo cooperativo se erige como una herramienta de estabilidad y defensa del agricultor, alejándose de la especulación y apostando por una gestión profesional y cercana al territorio.

Más allá de su función económica, Bureba Ebro cumple un papel esencial en la fijación de población y el desarrollo rural. “Las cooperativas vinculamos a las personas con el territorio. Apostamos por el entorno y fomentamos la participación comunitaria”, subraya Santamaría.

En una comarca de pequeños municipios dispersos, el cooperativismo actúa como motor social y económico, garantizando que la actividad agraria siga siendo viable y atractiva para las nuevas generaciones.

Futuro

El futuro, dice el director general, se presenta “prometedor”. Aunque reconoce que las explotaciones tenderán a ser más grandes y tecnificadas, ve en ello una oportunidad para reforzar el papel de la cooperativa como eje vertebrador del sector.

“Siempre habrá que producir alimentos, y cada vez con mayor calidad. Nuestro objetivo es que el agricultor sea rentable y que Bureba Ebro siga creciendo en socios y servicios”.

Para Santamaría, el premio recibido no es un punto de llegada, sino un estímulo para seguir mejorando: “Es el reflejo del trabajo conjunto de los socios, de los técnicos, de los equipos de administración, almacén y gestión. Cuando las cosas se hacen bien, los méritos llegan solos”.

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