El Partido Popular se encontrará este domingo en Andalucía ante la misma disyuntiva que hace cuatro meses en Castilla y León: pactar o no con Vox. Según la mayor parte de las encuestas, el candidato popular, Juan Manuel Moreno, necesitará a la formación encabezada por Macarena Olona en esa región para revalidar el cargo de presidente. Inevitablemente deberá mirarse en el espejo de Castilla y León y de su presidente, Alfonso Fernández Mañueco, que, aunque parezca sorprendente, es el más interesado en un tropiezo de su partido en Andalucía que aboque a Moreno a los brazos de Vox. De esta manera, su coalición en Castilla y León dejaría de ser una anomalía en España.

Las cartas están echadas, la campaña electoral ha finalizado y solo quedan tres días para que los ciudadanos andaluces decidan con su voto la composición del nuevo parlamento de esa comunidad. Una campaña electoral en la que Mañueco ha sido el gran ausente y tan solo participó en actos de precampaña en Jaén hace dos semanas. El presidente de la Junta se ha convertido en un acompañante incómodo para un PP andaluz que trata de lanzar el mismo mensaje en el que Mañueco insistió durante la campaña de Castilla y León: que quieren un Gobierno en solitario y que descartan la entrada de Vox en el mismo. 

La abstención de la izquierda: opción preferida por Feijóo y Moreno

Tanto el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, como el candidato Moreno suspiran por una abstención de las formaciones de izquierda una vez se da por descontada la extinción de Ciudadanos que permita a los populares gobernar sin tener que repetir la fórmula de Castilla y León. Una coalición que ha puesto al PP en el disparadero a nivel mediático y ha frenado las aspiraciones de Feijóo de presentar a su formación como un partido templado, moderado y favorable a grandes Pactos de Estado, tras su acceso al liderazgo del PP hace tres meses.

En el caso andaluz, la izquierda parece haber aprendido la lección de Castilla y León. Por Andalucía la formación que engloba a Izquierda Unida, Unidas Podemos y Más País se plantea la posibilidad de abstenerse para permitir que Moreno gobierne en solitario y alejarle de Vox. Una decisión sin precedentes en la izquierda alternativa española. El PSOE, por ahora, parece más reticente a tomar una medida similar y su candidato, Juan Espadas, consideraba hace un mes "un error" que Inmaculada Nieto, la candidata de Por Andalucía, no descartase esa abstención.

Feijóo, por su parte, lleva varias semanas tendiendo la mano a los socialistas para que faciliten gobernar a su candidato sin la necesidad de repetir la fórmula de Castilla y León. Este mismo miércoles, el líder popular instaba al PSOE a abstenerse en un mitin celebrado en Almería. "Esperamos que el PSOE nos de una solución. Si al PSOE le molesta tanto Vox, que lo acredite y vote al candidato del PP", afirmaba Feijóo. El mismo mensaje que el gallego lanzó durante las negociaciones posteriores a las elecciones del pasado 13 de febrero en Castilla y León, pero con una diferencia sustancial. 

En aquella ocasión, el expresidente de Galicia acababa de estrenar liderazgo cuando las negociaciones entre PP y Vox en la Comunidad estaban ya avanzadas, y no tuvo tiempo de hacer ninguna maniobra, más allá de dar vía libre a Mañueco a pactar con libertad mientras él estaba más centrado en asentarse en el trono de Génova. Ahora la situación ha cambiado. Feijóo se encuentra plenamente asentado en la presidencia del PP y ha dejado claras señales de que su tradicional postura de mantener "a raya" a Vox, que lleva defendiendo desde que era presidente de Galicia, sigue siendo su santo y seña. 

Mañueco, el más interesado en que Moreno se abrace a Vox

Mañueco y el PP de Castilla y León han quedado en una posición delicada por la incompatibilidad del acuerdo del presidente de la Junta con el pretendido giro al centro de Feijóo desde que comenzó a liderar a los populares. De hecho, tras la configuración del nuevo Comité Ejecutivo Nacional, la cúpula del partido, el PP gallego y andaluz fueron los más beneficiados y obtuvieron más representantes en la nueva dirección mientras que el PP de Castilla y León y el de Madrid, dirigido por la también incómoda para Feijóo Isabel Díaz Ayuso, fueron relegados a un segundo plano. Un toque de atención a un Mañueco que, antes del pacto, siempre había mantenido relaciones fluidas tanto con Feijóo como con el PP de Galicia. 

El presidente de la Junta es el más interesado en que Moreno se vea abocado a abrazarse a Vox tras los resultados de este domingo en Andalucía. De esta manera, Mañueco lograría quitarse muchos focos mediáticos, que se dirigirían al Palacio de San Telmo, y la estigmatización de ser el único presidente autonómico que mantiene un pacto con la formación de Santiago Abascal. Su acuerdo dejaría, por tanto, de ser una anomalía en España y los pactos con Vox lograrían una normalización que beneficiaría al discurrir de la legislatura en Castilla y León.

Este mismo martes, el procurador de Ciudadanos y exvicepresidente de la Comunidad Francisco Igea dejaba entrever la posibilidad de que Mañueco estuviera interesado en unos buenos resultados de Vox en Andalucía. Una acusación que llegaba un día después de que el vicepresidente, Juan García-Gallardo, anunciara un recorte del 50% de las subvenciones a sindicatos y patronal en Castilla y León. "Si lo conocía eso quiere decir que Mañueco participa en la estrategia electoral de Vox en Andalucía", aseguraba Igea, al considerar que el anuncio de la medida había sido utilizado de forma electoralista en la campaña de Olona.

Un tropiezo del PP y un buen resultado de Vox en esa región que supondría una tabla salvavidas para un Mañueco señalado interna y externamente desde que rubricó el pacto con García-Gallardo, el pasado 10 de marzo en las Cortes.

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