Las elecciones andaluzas del próximo 19 de junio se convertirán en la segunda cita electoral de un convulso año político marcado por el final de la pandemia, el estallido de la Guerra de Ucrania y la crisis económica y de abastecimiento. El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, del Partido Popular, afronta estos comicios observando todavía por el retrovisor la experiencia de Castilla y León, en la que su compañero de partido Alfonso Fernández Mañueco se vio obligado a introducir a Vox por primera vez en un Gobierno autonómico, tras las elecciones del pasado 13 de febrero. Una experiencia que es previsible que tenga que repetirse en Andalucía.

Como en el caso castellano y leonés, la campaña electoral, aunque está previsto que empiece oficialmente este viernes 3 de junio, lleva semanas caldeándose, especialmente por la polémica del empadronamiento de la candidata de Vox, Macarena Olona, en el municipio granadino de Salobreña. El presidente de la Junta de Castilla y León ha visitado esta semana tierras andaluzas y ha calificado en Jaén al Ejecutivo de su homólogo Moreno como "un Gobierno eficaz de gestión y no de gestos", comparando sus políticas con las que él pretende llevar a cabo en la Comunidad. Una similitud que podría ir más allá ya que es previsible que Andalucía se convierta en la segunda región con Vox dentro de un Ejecutivo, aunque el desarrollo de los acontecimientos que ha conducido a las urnas ha sido algo distinto.

Una convocatoria anticipada por motivos diferentes

Tanto las elecciones autonómicas de Castilla y León como las de Andalucía vinieron precedidas de una convocatoria electoral anticipada, pero por motivos muy diferentes, aunque ambas regiones contaban con Gobiernos de coalición entre PP y Ciudadanos. En el caso castellano y leonés, fue el propio presidente Mañueco quien hizo saltar por los aires el acuerdo y destituyó a los consejeros liberales emulando lo que había hecho Isabel Díaz Ayuso en Madrid meses antes y con una excusa similar: que Ciudadanos estaba tramando una moción de censura con el PSOE para desalojarle del poder. Este hecho derribó todos los puentes entre el PP y la formación liberal y también distanció a nivel personal a Mañueco y a su ya exvicepresidente, Francisco Igea.

El Gobierno de coalición andaluz, en cambio, gozaba de buena salud y las relaciones entre ambos partidos y entre Juanma Moreno y su vicepresidente, Juan Marín se han mantenido fluidas hasta el final. El origen del anticipo electoral hay que situarle en la no aprobación de los presupuestos de la Comunidad en noviembre de 2021 primera vez que sucedía desde 1995−, provocada por Vox, que presentó una enmienda a la totalidad a las cuentas. La formación, dirigida en esa región por Manuel Gavira, acusaba al PP de incumplir el acuerdo por el que le concedieron apoyo externo tras las elecciones de diciembre de 2018, sobre todo en cuestiones migratorias, de género y de memoria histórica. La inmigración fue el punto clave para no conceder su apoyo, ya que Vox acusaba al Gobierno de Juanma Moreno de permanecer "impasible" frente a la "invasión migratoria", sobre todo desde la crisis de Ceuta de mayo de 2021.

El penúltimo y el último bastión de Ciudadanos

La voladura del Gobierno de Castilla y León supuso la pérdida de Ciudadanos de su penúltimo bastión, quedando Andalucía como último feudo de los liberales. Una vez convocadas las elecciones anticipadas, es previsible que la formación dirigida en esa región por Juan Marín quede como un partido residual y sin ninguna influencia en el futuro Ejecutivo, viéndose arrastrado por la debacle del partido a nivel nacional desde noviembre de 2019, cuando pasaron de 57 escaños en el Congreso, y de casi lograr el sorpasso al PP, que logró 66, a tan solo 10. Un declive seguido por el desplome en Cataluña, la fallida moción de censura en Murcia, la desaparición completa en la Comunidad de Madrid y el paso de 12 procuradores y formar parte del Gobierno a tan solo uno, Francisco Igea, en Castilla y León.

La previsible debacle de los liberales en Andalucía, donde según la mayor parte de encuestas obtendrían entre cero y dos escaños, podría dejar a Ciudadanos en una situación crítica de cara a afrontar las próximas elecciones generales, previstas para diciembre de 2023. La formación que llegó a influir en cuatro Gobiernos autonómicos y estuvo a punto de convertirse en la principal fuerza del centroderecha en España en 2019 perdería así su último bastión.

El único chaleco salvavidas al que podrían agarrarse los liberales sería que Moreno se acercara lo suficiente a la mayoría absoluta para que su previsiblemente escueta representación les valiera para garantizar la permanencia del PP en el poder. Es posible que el presidente andaluz prefiera esta opción, ante las tensionadas relaciones con Vox en la región desde la no aprobación de los presupuestos, pero es difícil que la aritmética parlamentaria le conceda esta posibilidad.

Vox: de la experimentación a la experiencia de gestión

Vox llega a la cita electoral andaluza en un momento dulce. La formación consiguió su objetivo, tras las elecciones en Castilla y León del pasado 13 de febrero, de entrar por primera vez en un Gobierno autonómico, en virtud del acuerdo alcanzado con el PP. Este otorgó a la formación la vicepresidencia del Ejecutivo, en manos de su líder, Juan García-Gallardo, la presidencia de las Cortes, que ostenta Carlos Pollán, y tres consejerías: Agricultura y Ganadería, en manos de Gerardo Dueñas, Industria y Empleo, gestionada por Mariano Veganzones, y Cultura y Turismo, dirigida por Gonzalo Santonja.

El objetivo de los de Santiago Abascal era que esas elecciones marcasen un antes y un después en la trayectoria de Vox y que el partido pasase de apoyar gobiernos del PP de forma externa a participar de esos Ejecutivos. En el caso de Castilla y León el propósito era utilizar el Gobierno de coalición con el PP como laboratorio de experimentación de cara a futuras experiencias similares, y lograr un legado de gestión de cara a las próximas elecciones generales. Andalucía es el siguiente paso en esa estrategia.

Para esta cita electoral, Vox ha escogido a una candidata conocida y que genera gran adhesión entre sus simpatizantes, la exdiputada en el Congreso Macarena Olona. Una vez solventada la polémica por su empadronamiento en el municipio granadino de Salobreña, al darle por válido la Junta Electoral de Granada, los primeros actos de la flamante candidata están logrando una gran afluencia de asistentes y parece que, así como Marín parece estar penalizando la debacle de Ciudadanos a nivel nacional, Olona está aprovechando la tendencia creciente de Vox en toda España.

Andalucía, además, tiene un valor simbólico para los de Abascal. Fue el territorio en el que irrumpieron por primera vez en un parlamento, tras los anteriores comicios autonómicos de diciembre de 2018, y el punto de partida de su expansión por toda España en las siguientes citas electorales. Su implantación territorial es mayor que en otros territorios del país, especialmente en las zonas costeras, más afectadas por la inmigración, y algunas encuestas sitúan a Vox incluso al borde del sorpasso al PP en número de escaños en estas elecciones. Es, por tanto, previsible que Andalucía se convierta en el segundo Ejecutivo autonómico que integra la formación.

Una izquierda más fuerte que en CyL pero muy dividida

Andalucía ha sido un feudo histórico del PSOE y, al contrario que en el caso de Castilla y León bastión del PP desde 1987–, las formaciones progresistas han logrado amplias mayorías desde la Transición. Los socialistas, que gobernaron ininterrumpidamente la región desde 1978 hasta 2018, es decir, durante 40 años, encaran estas elecciones estancados en las encuestas y la mayoría de ellas les conceden un resultado similar al de los anteriores comicios, cuando lograron 33 escaños. Una representación que queda muy lejos de los asientos que solían obtener durante las anteriores cuatro décadas, cuando rondaban o superaban los 50 escaños, y que demuestra que el PSOE sigue acusando el desgaste de tantos años de gestión.

Otro hándicap para el espacio progresista en esta cita electoral es la división de la izquierda alternativa en tres candidaturas diferentes. Por un lado, Por Andalucía conformada por Podemos, Izquierda Unida y Más País, por el otro Adelante Andalucía escisión de Podemos dirigida por Teresa Rodríguez y por último Andalucía Por Sí, la formación que tomó el relevo del extinto Partido Andalucista en 2016. Una disgregación que hace que sea aún más difícil que sus escaños, menos de 10 según la mayor parte de encuestas, sean determinantes para conformar un Gobierno similar al Ejecutivo central con un PSOE andaluz estancado.

Andalucía: prueba de fuego para Feijóo

Las elecciones andaluzas del próximo 19 de junio se convertirán en anticipo de las elecciones generales del próximo año y en la prueba de fuego para el presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo. En el caso de Castilla y León, el exlíder gallego fue encumbrado como nuevo dirigente popular cuando el proceso de negociaciones en la región ya estaba en marcha y se limitó a dar luz verde a un acuerdo entre PP y Vox que ya estaba avanzado y que era la única fórmula posible para que Mañueco continuase en el poder, una vez el PSOE descartó su abstención. Un acuerdo que no resultaba cómodo para un dirigente que, desde que Vox irrumpió en la escena política española, siempre abogó por mantener "a raya" a esa formación.

Esta por ver que decisión tomará un Feijóo ya plenamente asentado en el cargo y que, por ahora, ha querido marcar distancias con el partido dirigido por Macarena Olona en la región. "No han gestionado un euro público en su vida. Dan clases de gestión, pero no han gestionado ni un ayuntamiento, ni una comunidad autónoma ni una provincia", afirmaba duramente el líder del PP en un acto de precampaña con el presidente Moreno este domingo en Sevilla. Los resultados del próximo 19 de junio determinarán si ese alejamiento del PP con respecto a Vox se cumple o si, por el contrario, la aritmética parlamentaria obliga a Moreno, y por ende a Feijóo, a mirarse en el espejo de Castilla y León para formar Gobierno.

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