Hoy despediremos el año 2025 como sin nada ocurriera en España. Los humanos inventamos el jolgorio para subsistir. La risa es bastante mejor antidepresivo que el Prozac.  Vivir es carretera de única dirección, solo se puede ir hacia adelante. Si miramos atrás nos puede ocurrir como a la mujer de Lot en el relato bíblico sobre Sodoma y Gomorra.

Narra la Biblia que estas ciudades abrahámicas fueron destruidas por Dios a fuego y azufre porque allí campaban a sus anchas la lujuria, la soberbia y la desobediencia.  En España flamea el fuego y cunde el hedor a azufre, como en Sodoma y Gomorra.

Con la lujuria zascandileaban Ábalos y Koldo. La soberbia en carne mortal está en Pedro Sánchez, rostro cerúleo de maquillaje draculino para seducir a los telespectadores. La desobediencia es ahora virtud en España. Las sentencias son hojarasca que arrastra el viento. El gobierno desea que el Tribunal Supremo mande menos que ‘Martinillo’ en Burgos.

Para que el Tribunal se quede en ‘Martinillo’  y no se crea ‘Papamoscas’, el gobierno tiene a Conde Pumpido hincado de hinojos. Así el Tribunal Constitucional dirá digo, donde el Supremo dijo Diego. España es Torre de Babel y trabalenguas, el gobierno es Celestina y Trotaconventos de los independentistas. El voto es el voto.  Pedro Sánchez sube a la tribuna del Congreso para asentir a catalanistas que ‘Espanya ens roba’ y mimosea cucamonas y carantoñas a los diputados de Junts, que están de morritos con el PSOE.

Sánchez tiene en su escaño una cajita con ‘notas de amor’ - perfumadas con ‘Eau de Cologne Impériale’ como los románticos del siglo XIX - con las que declara pasión a Miriam Nogueras, portavoz de Junts en el Congreso. En la España de Sodoma y Gomorra, Puigdemont es estatua de sal. Como la esposa de Lot, miró hacia atrás en la historia y proclamó la República Catalana, un ‘déjà vu’ que en 1934 se desvaneció en cuarenta y ocho horas con la intervención de la fuerza militar ordenada por el presidente de la República española, Niceto Alcalá Zamora.

Puigdemont ansía regresar a Cataluña y como el mítico Tarradellas gritar exultante ‘Ja sóc aquí’ desde el balcón del palacio de la Generalidad. Como no lo arregle Conde Pumpido con algún ardid, Puigdemont seguirá siendo el Dr. Richard Kimble de la película ‘El Fugitivo’.

Esta noche celebraremos el Año Nuevo entre besos a gogó. Correrán los matasuegras y antifaces para olvidar a la diestra y la siniestra. La diestra también tiene lo suyo, pues cuecen sus habas a calderadas. Feijoó y Abascal son dos vecinos de corrala que tiran de la cuerda para mostrar quien es el dueño de la ropa más resplandeciente en la derecha española. A Feijoó embarró la sábana la gestión de Mazón en la dana de Valencia y hasta la calle Génova llegaron las cascarrias. Desde la puerta del Sol aguarda Ayuso y como Blanquita, protagonista de aquel antañón anuncio de la tele, canturrea ‘El detergente ESE lava más limpio’

Abascal se enroca con su subida electoral en Extremadura, mientras no cesa en su particular ‘Ezhovshchina’. Caen uno tras otro los ‘generales’ que fundaron VOX. El ‘multiculturalismo’ de algunos municipios españoles convierte la convivencia en un fiasco y una parte no desdeñable de los electores se apunta a la política migratoria de VOX.

Fernández Mañueco y Azcón no pierden ripio de los pasos de Guardiola. Las mayorías absolutas pueden esfumarse, como se volatilizaban en la copa las burbujas Freixenet en aquellos spots del nuevo año. España se mueve como una peonza, igual que el ‘Ballet Zoom’ de Lazarov en el programa ‘Fin de Año’ de RTVE. No lloremos, quedan serpentinas y confetis para olvidar lo sucio que está el patio. Para que nos despistemos TVE1 emitirá un programa de retales vintage donde Lola Flores ‘la Faraona’ aventará la bata de cola para cantar ‘Tú lo que quiere ez que me coma er tigre’. Cuento viejo de Año Nuevo.