Es complicado definir la amistad porque creo que para cada persona significa una cosa diferente. Decía Aristóteles que existen tres modelos de amistad distintos. El primero, es la amistad utilitaria; en la que existe un objetivo común y dura lo que se tarde en alcanzarlo. Yo esto lo definiría como “tener un socio sin escrituras de por medio” más que llamarlo amigo, pero entiendo que haya gente que defina así a sus amistades. No tengo mucha fe en la sociedad en general, así que tampoco me sorprende.
El segundo tipo es la amistad por placer y, efectivamente, existe en momentos puntuales para disfrute común. Una relación sin compromiso, casual y consensuada. Un colega es a la amistad lo que un follamigo al sexo. Está para pasártelo bien, pero sin profundizar. Para esto suele valer cualquiera y no está mal, solo tienes que ser consciente y carecer de expectativas.
Por último, está la amistad virtud. Es la más complicada de mantener en el tiempo porque requiere de generosidad incondicional. Son esas personas que te enseñan cosas, hacen que notes cobijo y por las que entiendes que existe la lealtad sin fisuras. También son las que te dicen las cosas a la cara, con cariño; y las que son capaces de pedirte perdón y perdonarte.
Dicen que hay amigos que entran y salen de tu vida por temporadas. No lo creo, hay excepciones que hacen confirmar la regla, pero por norma general no dejo que pase. No es odio o rencor, hay que asumir errores y tampoco se tiene que perdonar todo. Cuando alguien se va (o lo echas) de tu vida, al principio es raro de encajar, pero luego se torna en indiferencia y te parece lejano e irrelevante. Cuanto antes te deshagas de este tipo de personas, antes aprendes que la vida es mucho mejor sin ellas y la decepción es relativa.
No concibo la suerte como un hecho aleatorio. He renegado del concepto “suerte casual” hasta la saciedad porque estoy convencida de que se la inventaron los comunistas para justificar el éxito ajeno. Suerte es tener buenos amigos desde hace muchísimos años y seguir encontrando personas maravillosas sin ánimo de lucro con el paso del tiempo. Pero para tener esa suerte, hay que saber cuidar a cada uno de ellos. Lo accidental sin esfuerzo no tiene ningún tipo de valor y por eso es importante saber elegir con quién; pero, sobre todo, con quién no.
