Ya sabemos para qué sirve la política. Toda la política española, para desgracia del españolito, cabe en un tuit. No hay más ideología que el poder a izquierda y a derecha. No hay izquierda y derecha, hay impuestos. Los de unos para una cosa, los de los otros para otras, pero la mayoría de ellas tienen como finalidad perpetuarse ahí. De la misma forma que no hay ejemplaridad alguna. Al político se le consiente todo lo que no se le consentiría a un crío recién escolarizado. Hay más disciplina en un colegio que en el Congreso de los Diputados. Salvo honrosas excepciones cada sesión del Congreso parece ya la tribuna de los ultras de algún club de segunda. Hay hooligans con más sentido del honor.
Y luego está esa institución paralela que se han montado los políticos españoles desde que decidieron que para qué guardar las formas o contestar a los periodistas si las redes sociales eran mucho más cómodas porque te permiten bloquear. Y en Twitter se les fue España de las manos. Se conoce científicamente el daño que provocan las redes sociales en el cerebro de los niños y de los adolescentes, pero todavía estoy esperando el estudio que hable del estropicio que han provocado en nuestra clase política. Ya no tenemos políticos, tenemos bots. Bots de sí mismos, que para colmo nos han salido farrucos, malencarados y ordinarios. El plató de 'Sálvame' era una Arcadia en comparación con los debates que se traen algunos de los ministros y el presidente con la oposición.
Que los dos principales partidos de este país se dediquen un día de diario cualquiera a insultarse el uno al otro: uno a través de su Ministro de Transportes y el otro porque a su community manager no se le ocurría un tuit mejor, es para... No para irse de España –como diría algún articulista esnob–, sino para echarlos de España y retirarles la nacionalidad. Óscar Puente opinando sobre el físico de Feijóo y el PP respondiendo desde su cuenta oficial comparando al ministro con un mono. Este es el nivel de la educación en España, la justa para que el Informe Pisa pase a escribirse con dos zetas.
Nos intentaron vender el bipartidismo como una obra de Shakespeare. En España, "escena de la acción / dos familias de rango y calidad / renuevan viejos odios con pasión..." Pero ni el PSOE, ni el PP, son los Montesco y los Capuleto porque las dos Españas que se odian son anteriores a ellos. Ellos sólo alimentan ese odio porque de algo hay que ganarse el pan.
Quitarles el acceso a Twitter a los cargos públicos no arreglaría España, pero al menos pagaríamos impuestos con menos vergüenza que ahora que sabemos que una parte sustancial de ellos va para garantizar que sus señorías tengan tiempo de sobra para poder tuitear.
