Ah, la noticia. "¡Estoy embarazada! ¡Enhorabuena, genial, qué alegría, qué emoción!" (Inserten aquí emoji de cara que sonríe pero por dentro grita). Inmediatamente, la pregunta clave: "¿De cuánto estás?". Y cuando sueltas el dato místico de las "6 semanas", el ambiente se congela. Las caras se transforman: "¿Pero cómo cuentas tan pronto? Es muy precipitado ¿Y si pasa algo?" (Nótese el terror).
Sí, queridos amigos. Esos comentarios son el regalo de bienvenida que recibimos las "futuras mamás".
La alegría nos invadió tras sortear varias operaciones de útero, cual gymkana médica. ¡Pudimos cumplir nuestro sueño! Yo, educadora (con una pasión por la infancia que ya podéis imaginar, o sea, obsesión), ilusionada como quinceañera con entrada a concierto.
Pero, seamos serios, ¿por qué no podemos soltar la noticia justo en el instante en que aparecen esas dos rayitas sagradas en el test? ¿O tras la analítica que confirma que, efectivamente, eres una fábrica de humanos?
El gran argumento: "¿Y si sale algo mal?"
¡Ah, sí! Si sale mal, espero que estés ahí, con tu maravilloso consejo y tu empatía, para apoyarme en el proceso más fácil y menos traumático de mi vida. Porque, claro, es mucho mejor pasar por un aborto en la más absoluta soledad y silencio, ¿verdad? Qué tontería eso de compartir la pena. ¡Y qué maravilla eso de mentir cuando sales con amigos! Esa adrenalina de rechazar el jamón ibérico (¡el jamón!) y ese vinito que te gustaba "hasta decir basta" para pedir un desangelado filete de pollo y agua mineral. El glamour de la maternidad. Una se siente toda una espía de la Gestapo, disimulando su estado con gracia y soltura. Hablemos de embarazo desde el primer día y ayudemos a esas futuras mamás a disfrutar de su embarazo desde el primer día con comentarios bonitos, por favor.
Menos mal que tenemos a Ana Peleteiro y a Marta Peñate, que han venido a contarnos sus experiencias, rompiendo el pacto de silencio. ¡Gracias por demostrar que las famosas sois un ejemplo de valentía!
Y aquí viene mi clímax: ¡dejemos de romantizar el embarazo! Que no, señoras y señores, que no vemos arcoíris y unicornios por las mañanas. Yo, entre los vómitos de bilis, los hematomas uterinos que hacen que tengas sangrados y tengas el mayor miedo que has tenido nunca (sí, hematomas, sorpresa), los dolores de cabeza que te hacen desear la muerte y un sueño que rivaliza con el de un oso en hibernación... ¡Les juro que disfruté muchísimo! (Nótese el sarcasmo palpable). Bueno, solo disfruté la primera vez que escuché el corazón de mi bebé, algo indescriptiblemente precioso.
Y cada vez que alguien me soltaba el motivador: "Disfruta del embarazo", yo solo podía pensar: "¿Qué clase de embarazo habrá tenido esta persona? ¿Uno donde la criatura estaba en el útero de su vecina?".
El embarazo es una bendición. Pero, por favor, permítanos quejarnos, vomitar y dejar de mentir a los 60 segundos de ver el test. ¡Es por el bien de la humanidad... y del jamón!
