Hace tiempo que el Náutico no necesita a Leiva, aunque nos encante a todos. Es una relación sana: se le quiere, pero no se le necesita. Quien va al Náutico para ver si él es el artista sorpresa del día, no ha entendido nada. Por ese lugar pasan grupos increíbles con una calidad musical tremenda. Conocidos y desconocidos. Este verano he visto a Morgan, Drugos, Antílopez y Sexy Zebras. A todos os los recomiendo muchísimo.

Había estado otros años, pero este verano me siento una más de la familia desde el día en que me colé sin querer en la casa del dueño, Miguel. Fue amistad a primera vista y ya solo quiero ir todo el rato, vivir las cuatro estaciones y dedicarme a pescar centollos. Sentarme en el estudio, escuchar y compartir vinos, risas y sonrisas.

La verdad es que he tenido suerte de conocer a Miguel y pasar horas divagando sobre la música, la vida, el amor y las relaciones de amistad. No hay nada como pillarlo cuando está en vena. Heredó el garito de sus padres y lo convirtió en un lugar mágico, demasiado idílico para ser verdad si eres amante de la música en directo, la buena comida, el mar y el vino blanco.

El Náutico es una burbuja, un universo paralelo que te atrapa y ya sólo quieres vivir en esa dinámica constantemente. Levantarte y estar en una playa espectacular, oler café recién hecho desde la cama, dar un paseo por la playa, navegar un rato, ver qué se cuece durante el vermut e irte a comer a O Grove. José Luis, el propietario de A Solaina, también ha sido un gran descubrimiento estos días; déjate aconsejar sobre todo con los vinos, la calidad de la comida está asegurada.

Después de una sobremesa larga, una ducha fresquita y volver. Y ya las cervezas y los chupitos de licor café y la gente. Te encuentras con unos y con otros, y acabas cantando detrás del piano bar “I love you baby” como si no hubiese un mañana. Siempre están los de las guitarras de la noche anterior en la playa para alargar por si quieres ver amanecer.

En el Náutico siempre pasan cosas maravillosas porque quien va suele serlo. Entre la magia del verano, la ría y la energía que se genera, es imposible no enamorarte. Aunque sea hasta el martes.