El PSOE de Castilla y León deja a un lado la morcilla de Burgos y el arroz a la zamorana y deposita las esperanzas de futuro en el torrezno de Soria. Complicada decisión ante este trío de ases gastronómico.
Tú a Granada y yo a Palencia. Pedro Sánchez ha optado por bendecir personalmente (eso sí, sin ‘papamóvil’ ni escobilla) al soriano Carlos Martínez en su fiesta de encumbramiento como secretario regional del partido, y dejó a José Luis Rodríguez Zapatero que hiciera lo propio con María Jesús Montero en Andalucía.
Zapatero es el de la tierra y sigue teniendo muchos intereses políticos en la provincia de León y ahora quizás también en Castilla y León, de manera que parecía más lógico que el reparto de papeles hubiera sido a la inversa.
Sin embargo, ni era conveniente que a Sánchez lo vieran cerca de Montero en Granada (demasiado Gobierno central junto) ni que Zapatero apareciera en Palencia y algún suspicaz pudiera pensar que sigue mangoneando por teléfono la estructura regional del partido.
Carlos Martínez desplegaba en la capital palentina una sonrisa amplia y franca, mientras los salientes, Luis Tudanca y Ana Sánchez, exsecretario regional y exsecretaria de Organización, respectivamente, se esforzaban en disimular, sin conseguirlo, el mal trago personal. Sus semblantes acababan traicionándolos, y eran una buena definición de lo acontecido en el congreso regional y en los meses previos.
Porque no hay que olvidar que Tudanca promovió una revolución interna a primeros de octubre del año pasado, convocando unas primarias para el 9 de noviembre con las que pretendía apalancarse en el cargo de secretario regional mediante la estrategia de que a ningún otro candidato le diera tiempo a presentarse. Pero la convocatoria fue suspendida de inmediato por Ferraz.
A partir de ahí, Tudanca quedó marcado y sin rumbo, y con la cabeza gacha a la espera de una recompensa por plegarse a dar el pasito hacia atrás. Ayer se marchó elogiando a Carlos Martínez y también elogiándose a sí mismo. Esgrimió su victoria pírrica en las elecciones autonómicas de 2019 como su gran logro. Y ganó, es cierto. Pero su prepotencia le llevó a negociar muy torpemente un posible pacto de gobierno en la Junta con Ciudadanos, que sí supo llevar a buen puerto el PP de Fernández Mañueco.
El gran problema de Tudanca a lo largo de sus diez años al frente del PSOE regional ha sido su falta de liderazgo. Su tarea no era fácil, sin duda. Como tampoco va a ser la que Carlos Martínez tiene por delante. Desde que el PSOE instauró el sistema de primarias manejar las estructuras provinciales es casi tarea imposible. El gran problema de Tudanca es que nunca consiguió imponer su autoridad en todas las provincias. Salamanca, León, Valladolid e incluso Soria siempre actuaron por su cuenta.
Carlos Martínez se alza ahora con la secretaría regional por aclamación. Era el candidato de Ferraz, es decir, de Pedro Sánchez, y nadie más osó dar un paso al frente. Resulta curioso que él fuera el elegido por los dos ‘bandos’ más poderosos del PSOE de Castilla y León, pues siempre fue considerado un verso suelto, es decir, un hombre independiente, al margen de banderías internas. Durante años, salvo ciertas veleidades con la fallecida Carme Chacón y después con Susana Díaz, su reino se ha circunscrito a Soria, esa provincia lejana que se vacía hacia Madrid porque las comunicaciones son mejores que con Valladolid.
La elección de los cargos que le acompañarán en la ejecutiva regional explica bien cómo se ha gestado el encumbramiento de Carlos Martínez. Por sí mismo, habría sido incapaz probablemente de articular una candidatura de cierta solvencia. Pero ha contado con el apoyo inestimable de dos estructuras provinciales decisivas: las de León y Valladolid, respectivamente; es decir, recibió la bendición de José Luis Rodríguez Zapatero, por un lado, y la del ministro Óscar Puente, por otro.
La elección de Javier de la Rosa como secretario de Organización es una decisión inteligente por parte de Martínez. No es solo que De la Rosa sea persona con buena imagen y experiencia política como exalcalde de Burgos, hace además que la transición con Tudanca sea mucho más suave y da una sensación general de unidad.
A su vez, a los leoneses los recompensa nombrando a Nuria Rubio vicesecretaria regional. Rubio es la persona de confianza de Javier Alfonso Cendón, quien a su vez es el mandado de Zapatero en León. Y a los vallisoletanos los contenta con el nombramiento de la ministra Ana Redondo como nueva presidenta del partido en Castilla y León.
Así pues, Carlos Martínez llega con la intención sabia de coser heridas y de dar su sitio a cada corriente interna. Pero uno malicia que el PSOE regional seguirá siendo el de siempre, con sus gallitos en las nueve provincias.
Un PSOE que además ofrece ahora esa imagen singular de Rodríguez Zapatero y Óscar Puente empujando el librillo por los laterales y Carlos Martínez en medio. O sea, el cachopo de toda la vida, pero esta vez con torrezno de Soria.