Hace una semana dedicaba mis comentarios por tercera vez a esta Ley de Amnistía, a todas luces inconstitucional que se ha inventado el Presimiente Sánchez, y terminaba diciendo que muy a mi pesar, no sería la última ocasión que la amnistía centraría mis comentarios, pero no pensaba yo que tendría que insistir tan pronto, pero el impresentable inquilino de la Moncloa y sobre todo quien le ha obligado a “hacer de la necesidad virtud” me obligan a hablar otra vez del tema, y por cierto, por una vez que el Presimiente dice una verdad, cuando se refiere a los siete votos que el prófugo Puigdemont le prestó para acceder a la Moncloa “hizo de la necesidad virtud”, pero plegarse a la exigencia del prestamista de confeccionar una Ley de Amnistía cuyo texto llevaba negociándose con el prófugo golpista desde el pasado mes de marzo, para conseguir su propia amnistía y la de sus cómplices, se dice que con el asesoramiento del propio presidente del Tribunal Constitucional, puede calificarse de todo, felonía, traición, mentira, sumisión, bajada de pantalones… menos de virtud.
Creo que a estas alturas nadie cree que la amnistía cabe en la Constitución, salvo los aspirantes a ser amnistiados y quienes tienen que plegarse a sus exigencias, es decir, los integrantes del Gobierno Sanchezstein, que pretenden demostrar que si es posible. Quienes participaron en la confección de la Constitución aseguran que ni siquiera los indultos generales tenían cabida en el texto constitucional, y que incluso cuando se presentaron enmiendas pretendiendo incluir la amnistía en el texto constitucional, fueron rechazadas por los constituyentes, por cuanto quien prohíbe lo menos prohíbe lo más, y mientras el indulto perdona el delito, la amnistía lo que hace es decir que los hechos amnistiados no eran delictivos y por lo tanto no debieron ser ni juzgados ni condenados.
Y el Presimiente Sánchez sostenía esta tesis hasta el momento del recuento de los votos de las últimas elecciones generales hizo que resultaran imprescindibles los votos del prófugo catalán para la elección del Presimiente, que una vez más engañó a los electores negando hasta 24 horas antes de las elecciones la posibilidad de una amnistía.
A partir de ese momento el “muy honorable presidente Puigdemont”, hasta entonces el prófugo huido de la Justicia Española en el maletero de un coche, puso precio a sus siete votos, precio que sube de día en día, como vienen demostrando los siete diputados que el prófugo controla desde Waterloo, y que obligaron a detener los debates y a que el portavoz socialista leyera desde la Tribuna un texto, escrito deprisa y corriendo por la portavoz catalana diciendo una vez más lo contrario de lo afirmado horas antes.
Así las cosas, y a pesar del informe de los Letrados de la Comisión de Justicia del Congreso que aseguran que no es posible aprobar una Ley de Amnistía sin antes modificar la propia Constitución Española, algo que se rechazó por la mayoría con lo cual el tema sigue adelante, aunque somos muchos los que creemos y queremos que al final sea de aplicación imposible. Una Proposición de Ley con una muy extensa Declaración de motivos y una parte dispositiva de 16 artículos, dos disposiciones adicionales y una final.
Para venir a complicar las cosas, los socios golpistas del Presimiente, y ante el riesgo de que el planteamiento de cuestiones perjudiciales que paralizaran la entrada en vigor de la Ley, exigieron que el texto de la misma haga una referencia expresa a que la ley contemplara la amnistía para aquellos actos que fueran calificados de terrorismo, haciendo suspender el debate parlamentario y obligando al portavoz socialista a dar lectura a un texto escrito deprisa y corriendo redactado por la portavoz de Junts, en el que se decía justamente lo contrario de lo que el PSOE había defendido minutos antes desde la tribuna.
Inmediatamente los asesores de Moncloa en colaboración con el “ministro Trinidad” y con el respaldo de medios, periodistas y redes subvencionados al efecto se inventaron aquello del “terrorismo bueno y el terrorismo malo”, y sólo si éste atentaba contra los derechos humanos, es decir, si no se acompañaba de torturas o asesinatos, sería amnistiable. E inmediatamente se organizó un programa de llamadas telefónicas a los medios que se pronunciaban en contra de esta Ley para que cesaran en su censura.
Ya, después de algunas “enmiendas técnicas” aprobadas en ponencia, se presentaron nada menos que 46 enmiendas, de las que tan sólo se aprobaron las presentadas por Junts, ERC y las transancionadas con el PSOE. No obstante, los golpistas volverán a hablar de ellas en el Pleno a finales de mes. Desde aquí la Ley pasará al Senado, donde el PP tiene mayoría absoluta y la Mesa ha solicitado un informe al Fiscal General del Estado que éste, recién renovado en el cargo a pesar del criterio del CGPJ y el propio Tribunal Supremo, ha escondido para posteriormente negarse a realizarlo por tratarse de una Proposición de Ley.
Mientras tanto, el Parlamento Europeo sigue con interés e inquietud la situación española, y mantiene abierto un estudio sobre las 8 peticiones presentadas a propósito de esta Ley, una de ellas presentada por Rosa Díez y Juan Carlos Girauta en nombre de 10 asociaciones, y el Comisario de Justicia de la UE, Didier Reynders ha asegurado que realizará “un análisis exhaustivo, cuidadoso y objetivo”, desmintiendo aquellas declaraciones de Gracita Bolaños cuando afirmaba que en Europa “Preocupación cero” por la ley española.
Como afirma Zarzalejos, el objetivo de Sánchez es "regalar impunidad a cambio de poder", aunque para ello, medio gobierno encabezado por la vicepresidenta Ribera se dedique a atacar a los jueces y particularmente a García Castellón por no darse por vencido.
El Presimiente ha cambiado de opinión, y desde entonces, aquello de “esto es un delito de rebelión, un político no puede indultar políticos, traeré a Puigdemont y lo someteré a la justicia… e incluso no voy a tolerar banalizar el terrorismo”, se cambió por aceptar todas las exigencias del prófugo catalán. Desde luego, estas mentiras de SuperSánchez sí dan para escribir un libro. Ánimo campeón!
Y desde hace un par de días el tema de máxima actualidad son las declaraciones de García Page sobre las decisiones políticas del Gobierno, lo que ha provocado la réplica inmediata de Óscar Puente, confirmando una vez más para qué le han hecho ministro. Desde luego también sus declaraciones dan para un libro… de humor. Y de momento lo dejo por hoy. Hasta el viernes que viene. Y mucho me temo que parodiando a Casablanca, “siempre nos quedará la Comisión Europea”. Que Dios y Bruselas me oigan.
P. D. Y el domingo, nueva manifestación en Madrid.