¿Qué ha pasado en el Congreso del PP en Salamanca? Lo previsible ¿Por qué se organizan unas primarias para elegir al presidente? Si lo único que pretenden es que gane el que tenía previsto el aparato del partido.

Está claro que salvo aquellas ocasiones en las que lo que pretende el partido puede verse torpedeado por otro interés desde dentro del propio partido, y que acredite más capacidad de control sobre el sistema, siempre triunfa el aparato porque es el que hace y deshace sobre todos los elementos que entran en juego en una elección. Esto es igual en todos los partidos: viejos y nuevos. Nunca pensé que esto pudiera ser así. Aunque cueste descubrirlo, pero es la cruda realidad.

Candidata no oficial

En el congreso provincial del PP en Salamanca, cuyas primarias se celebraban el viernes pasado, Chabela de la Torre, que era la candidata no oficial y que ha estado apoyada por un número importante de afiliados que no estaban conformes con el funcionamiento caciquil del partido en los últimos 20 años, han librado una dura batalla para intentar cambiar la organización provincial. Ahora bien, con la iglesia hemos topado.

Este feudo tiene nombre y apellidos como si de época medieval estuviéramos hablando. Aquí no se puede entrar. La estructura oficial, que para eso maneja todas las terminales del partido, hizo cientos de afiliados en los últimos meses y se permitió que fueran aprobadas por los órganos del partido. Nadie lo paró, ni siquiera el juez. Desde la estructura oficial han controlado el sistema informático, las mesas, las votaciones…. Es imposible ganar así unas primarias, ni ganar nada. Si las cartas están marcadas no hay juego. Chabela estaba condenada a perder desde que anunció su candidatura, una vez convocado el Congreso por una orden judicial.

Partidos como empresas

Quiero hablar de esto aquí porque los ciudadanos tienen derecho a saber que mientras que los sistemas de funcionamiento de los partidos no se democraticen seguirán siendo “la empresa” de unos pocos desde la que mantienen sus puestos de trabajo hasta que se jubilan.

No importa lo que los ciudadanos necesiten, lo que las necesidades sociales demanden. Solo interesa que el Partido sostenga a los que se han puesto al frente y los que les rodean aplaudiendo sus actitudes y posiciones.

Creo que uno de los grandes problemas de nuestra democracia radica en la falta de control público del funcionamiento de los partidos. Los procedimientos deberían estar sujetos a condiciones que legalmente garantizaran la elección de los candidatos que acceden a los distintos procesos electorales, ya sean las generales, autonómicas o locales. Habría que garantizar que se elige a los mejores. No que la elección recae sobre el más amigo del presidente o del secretario general o de cualquiera que pasaba por allí.

Elecciones truncadas

Nuestra democracia se trunca desde el mismo momento en que aquellos que aparecen en la papeleta que vamos a elegir para depositar en la urna esta viciada por cómo ha llegado ahí ese candidato.

La Constitución Española reconoce a los partidos políticos como parte fundamental de nuestro sistema democrático, pero la atención y el control al que están sometidos son nulo. Es muy superior el control del funcionamiento de un consejo de administración de una empresa privada que el que se hace de un partido, con las enormes repercusiones publicas que tiene este último. ¡Es incomprensible!

Cuando se han impugnado las afiliaciones que se han hecho irregularmente en el Congreso de Salamanca, el juez no ha considerado necesario paralizar el proceso y esta es la clave en la que se ha basado el resultado trufado de irregularidades de estas primarias.

Si realmente queremos tener una DEMOCRACIA, en la que concurran los mejores candidatos a ocupar puestos de responsabilidad política es imprescindible un marco legal más exigente con el funcionamiento de los partidos y que la Justicia se involucre en el control de la legalidad cuando se incumple. Los partidos son la base desde la que arranca el sistema democrático y de derecho y si nace viciada no puede terminar bien.