La semana pasada tuve que postergar mis comentarios sobre el 8M ante la vorágine política que nacía en la moción de censura en la política murciana. Me temo que esta semana me ocurre lo mismo, y como el tema del 8M pierde actualidad, me limitaré a recordar que sólo se prohibieron las manifestaciones en Madrid, y que las convocadas en Valladolid se saldaron con un sonoro fracaso con una asistencia de dos centenares de personas, contadas con generosidad y unos originales gritos de “no estamos todas, faltan las muertas”, y es verdad, faltaban las muertas, pero no sólo las víctimas de la violencia contra la mujer, sino las decenas de miles de mujeres víctimas de la pandemia tras la nefasta gestión del gobierno, o al original grito de “fascista muerto, abono pa mi huerto”. Sin comentarios.

                      

Pero es que esta semana nos desayunamos con el anuncio de que Pablo Iglesias decidía abandonar la vicepresidencia del Gobierno para concurrir como candidato por Unidas Podemos a las elecciones en la Comunidad de Madrid, decisión que comunicó al presidente del Gobierno un par de horas antes y de la que sus compañeros de Gobierno y de su propia ejecutiva se enteraron por las redes sociales. Por cierto, Pedro Sánchez estuvo inspirado al felicitarle por su brillante gestión al frente de las residencias de la tercera edad, en las que han fallecido 30.000 residentes, sin que el dimisionario vicepresidente haya visitado ninguna. ¿Realmente Sánchez no sabía nada? ¿Está el presimiente, de la mano de Redondo y Tezanos adelantar las elecciones?

                     

Decisión que ha supuesto una nueva conmoción en el panorama político español y que no me resisto a comentar, aunque el tema exige mucho más tiempo y espacio del que dispongo.  Pero las decenas de artículos publicados estos días son de fácil acceso a quienes quieran profundizar en el tema.

                     

Pablo Iglesias Turrión, madrileño de 42 años, se afilió a los 14 años a las Juventudes Comunistas, fue profesor en la Facultad de Políticas de la Complutense y tertuliano omnipresente, y desde la CEPS, La Tuerca y Fort Apache obtuvo financiación chavista e iraní y desde ahí fundó Podemos. Aprovechó el inicial éxito del movimiento del 15 M para entrar en política, dispuesto a acabar con la casta y a regenerar la política española, pero enseguida se olvidó de los célebres círculos y asambleas podemitas de su casa de Vallecas y de la limitación de ingresos a tres veces el salario mínimo.

                     

De los fundadores de Podemos, fue eliminando sucesivamente a Errejón, Tania, Monedero, Bescansa, Alegre, Espinar, Rita Maestre, Kichi y Teresa Rodriguez, quedándose como caudillo único del cortijo podemita, como macho alfa de la manada. Tras las últimas elecciones generales se dio tal abrazo con Pedro Sánchez que le quitó el insomnio que éste anunció le produciría gobernar con Podemos, y se hizo con una vicepresidencia y cuatro carteras ministeriales. Por cierto, alguien sabe algún hecho significativo, salvo colocar amigos y repartir subvenciones, de los ministros podemitas,?

                      

Desde su acceso a la vicepresidencia, tras prometer fidelidad a la Constitución y al Rey, y colocar en el Gobierno a su pareja al frente de la cartera de Igualdad, (algo inédito en Europa desde la Segunda Guerra Mundial) y a otros tres inútiles al frente de las de Trabajo, Universidades y Consumo, ha dedicado todo su tiempo a atacar al Rey, a la Transición, a los Jueces y a todo aquel que no se plegaba a sus caprichos. (¿Verdad, Tania?) y a sembrar permanente la discordia en la coalición de gobierno, además de constituirse en enlace con separatistas y Bildu etarras.

                       

En definitiva, un año en la Moncloa para no hacer otra cosa que conspirar y ver televisión, además de exigir entrar en el CNI y controlar TVE. Y ahora, aburrido de no hacer nada y cansado de ver series televisivas, consciente de que en las elecciones madrileñas el éxito de Unidas Podemos sería semejante al obtenido en Galicia, Cataluña o el País Vasco, se ofrece como víctima propiciatoria para encabezar la candidatura podemita, tratando de llegar al 5%, ante la deriva agónica de Podemos, y en un gesto de generosidad le ofrece a Errejón preparar una candidatura conjunta, algo que con buen criterio este rechazó de inmediato. Por supuesto, de primarias, ni hablamos

                       

Así las cosas, exige la vicepresidencia segunda del Gobierno para la ministra de Trabajo que más parados ha generado en Europa y el ascenso a ministra de su secretaria de Estado, Ione Belarra, cuyos enfrentamientos con varios ministros socialistas han sido públicos y notorios. Afortunadamente la negativa de Nadia Calviño trastocó sus planes y Yolanda quedó por detrás de la ministra de economía. En todo caso no es afiliada a Podemos sino al PCE.

                       

Pero no contento con esto decide mantenerse en el gobierno, haciendo justo lo mismo que ellos criticaron al ministro Illa con ocasión de las elecciones catalanas, para así utilizar su puesto institucional como trampolín de su campaña electoral y seguir disfrutando del aforamiento que tanto criticó antes de tenerlo él. De hecho, el anuncio lo grabó en su despacho ministerial (es la primera vez que vemos su despacho) y ayer mismo se montó un show propagandístico que por supuesto pagamos los contribuyentes. Y habrá que estar pendiente de las subvenciones de aquí al 4 de mayo, aunque después de lo visto con los 53 millones concedidos a las líneas aéreas chavistas Plus Ultra está claro que todo es posible.

                    

Y ahí tenemos al flamante candidato que está buscándose una salida política, sin aclarar qué hará con el acta de la Asamblea cuando Isabel Díaz Ayuso le derrote, y al grito de “a las barricadas” intente tomar al asalto, no el cielo, sino la sede de la Asamblea Madrileña, Veremos si en la campaña electoral seguirá diciendo a los madrileños que hay que subirles los impuestos, expropiar las viviendas vacías o evitar los desahucios de los okupas. Quiere evitar un gobierno de las derechas trumpistas, delincuentes y criminales , olvidando que en España las bandas terroristas se llamaban ETA y GRAPO, y por unas u otras razones es él quien ha tenido estrecha relación con ambas.

                       

Como escribe magistralmente Jorge Bustos, “se hizo Comunista cuando el Muro ya había caído, antifranquista cuando Franco estaba muerto y quiso impedir la Transición cuando la Transición ya se había hecho”.

                       

Decididamente lo suyo no son la gestión ni los despachos, sino las asambleas estudiantiles y las algaradas callejeras. Pero con eso no pagamos el casoplón de Galapagar. Por cierto, tengo curiosidad por saber cuántos de sus vecinos le votarán, si renunciará al acta para seguir siendo diputado en el Congreso, y si se atreverá a ir a hacer campaña en Vallecas.  

En fin, tiempo al tiempo... y hasta la semana que viene.   

   

PD. Por favor, vacúnense y respeten las recomendaciones de Sanidad, o tendremos una cuarta ola. Y fíense de los médicos y de las vacunas.