El Juez Ernst Janning -magníficamente interpretado por Burt Lancaster- está inspirado en el juez Franz Schlegelberger, secretario de Estado de Justicia durante el régimen nazi y condenado en los juicios de Núremberg posteriores a la finalización de la II guerra mundial.



La sinopsis de la película “Vencedores y vencidos- Los juicios de Núremberg” del año 1961 y dirigida por Stanley Kramer trata sobre los juicios de Núremberg a dirigentes y personajes influyentes del régimen nazi. En este caso juristas, algunos de prestigio que, creyendo cumplir con la obligación de defender los intereses de Alemania son participes -en el ámbito de su profesión- al sostenimiento de tan tenebroso régimen.

La acusación va dirigida hacia Ernst Janning -entre otros jueces- por casos de esterilización forzosa de personas clasificados como activistas políticos y, por tanto, peligrosos para el régimen o deficientes mentales; en el papel de deficiente mental se introduce magníficamente en la trama Montgomery Clifft. Es digna de ver su interpretación de principio a fin, es de lo mejor que hay en la pelicula que es sobresaliente en su conjunto.

La película dulcifica las acusaciones al Juez Ernst Janning en la figura de Franz Schlegelberger, en la terrorífica realidad de aquel régimen, este juez en los juicios de Núremberg fue acusado por delitos contra la humanidad mucho más graves (si es que se puede clasificar este tipo de delito en graves o menos graves o en algo que no sea nada más que eso)  “delito contra la humanidad”

Y, sobre todo, y aquí descansa la trama de la película, por un juicio a un ciudadano judío (caso Feldestein) acusado por mantener relaciones con una alemana, algo que estaba prohibido y al que al final condena a muerte.

El juez Ernst Janning y el resto de acusados durante el proceso conocen de la existencia de los horrores del nazismo, todos ellos  sienten que  no responsables de las atrocidades cometidas y se sienten así  por el desconocimiento de sus existencia (como si su sentencias no fuesen un eslabón de la cadena)  y en un memorable dialogo final, habiendo sido ya condenado que describiré más adelante, cede al juez americano Dan Haywood interpretado por Spencer Tracy, una copia de todas sus sentencias, en busca quizás, de un cierto análisis externo que le exculpa.

Traigo aquí esta sinopsis peliculera ante la creencia de que parte del problema que llevaron a estos jueces a los tribunales de Núremberg fue su parcialidad con el régimen y su falta de independencia.

Hoy, en la actualidad, pero sin llegar a esos extremos la falta de independencia judicial se puede dar dentro del Estado Español y no muy lejos en el tiempo, si en algún momento, el poder legislativo puede conseguir para sí, la capacidad completa o incompleta de nombrar jueces del CGPJ y así, de alguna manera, influenciar en el poder judicial para que éste haga sentencias no concordantes con los principios básicos del derecho y sí a imagen y semejanza del poder político.

En Venezuela, ha pasado y está pasando lo que se describe en la película, seguro que hay un Ernst Janning venezolano que ha perdido su imparcialidad, su independencia por su acercamiento al poder y que está aplicando sentencias que son contrarias a los derechos humanos, contrarias a los principios básicos del derecho y por supuesto dependientes del poder político, ese juez debe saber que no muy lejos en el tiempo tendrá su juicio de Núremberg como también lo tendrá Nicolás Maduro. Y es que con los datos conocidos de la O.E.A 15.000 asesinatos y 15.500 detenciones arbitrarias redundan más en lo mismo

La judicatura española, sabiendo de las terribles consecuencias que recayeron sobre la ciudadanía ayer, y que sufre hoy en otros países sin estado de derecho, debe poner pie en pared y oponerse a semejante tropelía -incluso haciendo uso del sistema judicial, denunciando tales decisiones- para evitar que ningún juez español se vea sin el escudo protector que supone la independencia judicial: Solo espero que, sin llegar a semejantes niveles de horror, ningún juez en España juzgue, condene o emita edictos sin el sustento y la coraza que le protege, su conocimiento del derecho y la independencia en la toma de decisiones, llegado ese día en el que la justicia española las pierda, será menos justa y este país será menos democrático.

La creencia que tengo de que los jueces que tratan de la disciplina de los jueces deben ser elegidos en su totalidad por otros jueces, es suprema, es para mí un elemento primordial de cualquier democracia.



La que considero hoy, que debe ser contundente y radical -la teoría jurídica de la separación de poderes- no es algo nuevo; aplicado por primera vez en la democracia directa de Atenas, como muchas figuras jurídicas o políticas griegas, como lo fue la hipoteca, la separación de poderes es heredada por el Derecho Romano en tiempos de la república romana.

Locke y Montesquieu la teorizaron siglos después demostrando el potencial que tenía para hacer de cualquier sistema judicial, un sistema  más justo y seguro para todos.

Recogida en la Constitución, art 117 y  en el art 122 que indica en origen como se conformaba el gobierno de los jueces el CGPJ, es este artículo hoy, una caricatura de cómo y de qué manera ayer se elegían a los miembros del Consejo General  del Poder Judicial. La Ley Guerra del Poder Judicial, Ley Orgánica 6/1985 del Poder Judicial, cambió drásticamente la forma de elección de los miembros del CGPJ para convertirlo más en un órgano politizado. Es que la frase de aquel tiempo era esta: “Montesquieu ha muerto otra vez”. Frase que se atribuía a Alfonso Guerra.



A este respecto y en un debate sobre el tema hice alusión a esta frase pero en vez de nombrar a Montesquieu, en el ardor del debate, nombre a Rousseau. Un amigo salió presto a corregirme….me imagino que querías decir Montesquieu ¿no?



Mi contestación fue rápida bueno sí, “A ese también lo han vuelto a  matar”



8 reformas del sistema educativo. En 40 años. 8 veces han matado a Rousseau.



Visto lo visto, no se debería permitir ni  siquiera que 1 miembro del CGPJ pudiese ser elegido por el poder político y es más, se debería legislar para quedar ya incrustado en la Constitución; el articulo 1 debería contener una  contundente y blindada separación de poderes como garantía de lo que dice el inicio de dicho artículo. “España se constituye en un Estado de Derecho, que a mi entender lo es menos sin plena separación de los poderes del Estado”

En definitiva, el que haya visto la película “Vencedores o vencidos” se dará cuenta que es una loa, una alabanza  a la hoy tan cacareada como necesaria separación de los poderes de un estado y que, en este caso, se corona con la impecable independencia judicial del Juez Dan Haywood traducida en una sentencia que nadie en aquellos momentos quería.

Ernst Janning en última instancia recupera parte de su dignidad como persona al reconocer su culpabilidad dando el valor de  justa y adecuada a la sentencia a pesar de las presiones políticas y militares recibidas.

El juez Dan Haywood a petición del condenado visita su celda, allí es donde  le entrega las copias de las causas que ha podido recordar y da inicio al dialogo final de la pelicula.

Janning-  ¡Sé de las presiones recibidas! su sentencia será muy criticada y no es muy popular.

Cuenta con el respeto de uno de los hombres a los que condeno y en nombre de cuanto hay digno en el mundo su veredicto fue justo.



¡Aquella gente, aquellos millones de personas, nada supuso que se podía llegar a eso, debe creerme, casi sollozante Janning vuelve a repetirlo ¡debe usted creerme!



¡Señor Janning -le contesta Dan Haywood- A ello se llegó la primera vez que usted condenó a un hombre sabiendo que era inocente!



¿Repetimos?