Hoy en día parece que vivimos en un mundo inculto y complejo, lleno de ruido y con muy poco criterio, en el que los valores desaparecen ayudados por unas redes sociales que crean mucha confusión, porque no siempre el receptor filtra adecuadamente. Hemos llegado a un punto en que lo que se muestra en la pantalla crea su propio universo al margen de la realidad y moralidad verdadera. Lo vemos en mil ejemplos, el más reciente el que vive la política nacional, o lo que nos hacen vivir con las 17 plandemias autonómicas con el virus, además del gobierno y la OMS. 

Le podemos sumar las tropelías particulares y no tanto de los cabezas visibles de algunas agrupaciones políticas, los políticos sin estudios y sin currículo visible, la falta de escrúpulos a la hora de gastar el dinero público y a la hora de hacer declaraciones, la humillación a los símbolos de la patria y a nuestras fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y las fuerzas armadas, las manifestaciones dirigidas y probablemente pagadas que se valen de cualquier escusa para incendiar y robar en nuestras calles ante la pasividad de las autoridades, etc... Flotando en el éter tenemos una deuda del 117% del PIB que parece tampoco importa. Hasta cuándo, los que se levantan antes del amanecer para sacar adelante un día más a España, van a tener que soportar lo insoportable, que ya no es sólo que se prevarique con los impuestos y el dinero de todos los españoles de bien que al final son los que pagan y no evaden. Cada día se hacen más largos los días a los españoles de bien...

Los medios audiovisuales podrían ser un extraordinario medio para aumentar el nivel cultural de la mayoría, pero no pueden serlo porque nos domina la cultura de la degradación y del cachondeo, del todo vale frente a los verdaderos valores, como son el honor y el esfuerzo personal, y ello socava la realidad. Somos conscientes de lo que se nos ofrece como verdad en muchas ocasiones es una mera pantomima, y se nos oculta hasta su camino para llegar a ella. Parece que si dejas de luchar, te han silenciado y por ello lo han conseguido. Es como si te hubieran eliminado pues estorbas.

Este relato selectivo a su manera, sometido a una doble censura del poder económico y del poder político que crean tendencias de todo tipo, se come la realidad, la neutraliza o la ignora. Se multiplican así las maneras de verla según convenga incluso en pocas horas. Este proceso de contaminación de la información por el espectáculo de lo banal está alcanzado cotas importantes. Una declaración se contrapone a la siguiente. Ello a su vez nos puede también hacer pensar que convivimos desde hace años cada vez más con una política basura, una economía basura, una cultura basura, un periodismo basura, un cine basura, etc.

La humillación y la mentira vende y atrae, y todo lo envuelve, porque tranquiliza pues podemos pensar que otros lo están pasando peor. Los méritos venden cada día menos que los defectos, de la misma forma que las malas noticias venden más que las buenas. El resultado de todo esto es la retribalización y la analfabetización intelectual y social de cualquier tendencia. Estamos asistiendo a la deconstrucción del individuo occidental. En este proceso de huida de la responsabilidad individual todo es culpa de los demás. Interesa que la España vacía se vacíe más promoviendo leyes que hagan que el agricultor y el ganadero se cansen de luchar contra una burocracia que no ha pisado el campo, ya duro de por sí.

Por supuesto esto es un desastre pensando en el futuro no muy halagüeño que nos espera para la mayoría ante un mundo global, o una falsa nueva normalidad del paraíso de Davos cuya consigna es el "no tendréis nada pero seréis felices...",  y cuyos protagonistas serán unos pocos cada vez más especializados, alfabetizados y muy ricos, mientras los demás esperarán en el verdín y la mugre del charco a la que los condenan. Así nos va con el panorama económico y político actual del que parece, viendo los hechos y los protagonistas que lo adornan, no vamos a salir, al menos muy bien parados...