Mucho se habla en estos días de populismos, de un lado y otro, de un color y de otro. Pero no deja de sorprender hasta donde puede llegar la mayor ridiculez y lo cutre más vulgar. Resulta que el trabajo contra este conocido y avisado temporal 'Filomena' es coger una pala -si tienes, porque la inmensa mayoría de madrileños sospechamos que no tienen- y ponerte a palear nieve en las puertas de dos centros de salud. Con ese supuesto trabajo, que no sabemos cuánto duró, el líder del PP, Pablo Casado, quiso demostrar que él si está al pie del 'cañón' y trabajando, mientras que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, está en La Moncloa "con peli y mantita'. La mayor ordinariez de las muchas que hemos visto de Casado y oído y leido del ínclito Teodoro García Egea, el que lanza cuñas de aceitunas con la boca.

El populismo en Estados Unidos ha llevado a una de las mayores felonías -palabra usada también por el propio Casado contra Sánchez- de toda la historia de EEUU, y más, por parte de un presidente. El populismo anida allende los mares, pero también en estas tierras de la diosa Europa. De un lado y de otro, de un color y de otro. Lo más temible es que también se establezca como opción política en un partido de Gobierno, el PP. Y es más, que también le dé cobijo bajo el manto de la gobernabilidad -Madrid Comunidad y Ayuntamiento, Murcia, Andalucía- a la extrema derecha que, no conviene olvidar, también hace soflamas de insubordinación cuando pide luchar "contra un gobierno ilegítimo". Algo que anida también en el propio seno del PP, recordamos la palabra "felón" y "okupa" lanzada por el mismísimo Pablo Casado contra un presidente legítimamente elegido por parte de los ciudadanos en unas elecciones libres. Esa es la cuestión de reir, silenciar e, incluso, mirar para otro lado cuando ocurren estas cuestiones y luego, como en EEUU, cuando llegan todos nos rasgamos las vestiduras.

Hablo del PP y Vox, pero no deja de tener también cierto calado en Podemos, aunque ahora esté más comedido por su funciones de Gobierno, muchas de sus actuaciones y soflamas anteriores también estaban marcadas por ese mismo populismo. Ya se sabe, de siempre, que los populismos y extremismos, sean de un lado y de otro, siempre acaban mal. 

Pero lo de Pablo Casado paleando nieve bien vestido, guapo, con zapatos brillantes y con una pala a estrenar -no sabemos qué pensará el obrero o el agricultor- no debería más que quedarse en lo anecdótico y festivo de unas jornadas teñidas de blanco por un grueso manto de nieve, como los que se tiran bolas, hacen muñecos o se ponen a esquiar por la Gran Vía o la Calle de Alcalá de Madrid. Pero no! Las paladas de Casado trascienden lo anecdótico y lo festivo para ir más allá, hacia el populismo barato y cutre del que está llena la política española en estos tiempos, ay!