Han sido varios años de lucha e incertidumbre con la supresión o mantenimiento de las ayudas de la PAC (Política Agraria Común), al sector ganadero español, del que los ecologistas antitaurinos han venido intentando excluir a los ganaderos de lidia. Y por fin lo han conseguido. Al menos de momento.

En efecto, el Parlamento europeo, la Eurocámara, ha rechazado subvencionar “cabezas de ganado cuyo destino final sea la venta para actividades relacionadas con la tauromaquia”, ya sean vendidas directamente o a través de intermediarios. El resultado ha sido: 335 a favor,297 en contra y 60 abstenciones. Un resultado ajustado, pero a la inversa de anteriores ocasiones.

Luis de Grandes, eurodiputado y gran aficionado, nos decía en el simposio celebrado en el Senado en marzo del año pasado que “los toros de lidia son atacados de forma indirecta para hacer inviables las ganaderías. Los grupos que quieren acabar con nuestra tradición secular orientan sus ataques hacia la cría de toros de lidia suprimiendo las ayudas a las vacas nodrizas”. Y añadía, “Pongo el acento en el riesgo de que se aproveche la nueva regulación de la PAC para introducir modificaciones al estatus quo....del que se beneficia precisamente la vaca nodriza que es esencial para mantener esta producción en pie” para concluir “En el ámbito de la Unión Europea hay que actuar sin complejos y defender nuestras tradiciones culturales impidiendo ser arrasado desde la tiranía del buenísimo y el desconcierto”.

Y yo creo que ese momento ha llegado, aunque se diga que lo aprobado por la Eurocámara es una recomendación para fijar posiciones en la negociación de las llamadas ayudas asociadas y que puede ser o no seguida por los gobiernos respectivos, es lo cierto que es un paso atrás. Por ello, la actitud de nuestro Gobierno debe ser inequívoca en defensa y protección de la Tauromaquia, de acuerdo con nuestra legislación, tantas veces invocada por desgracia, y que obliga a los poderes públicos a su tutela como patrimonio cultural español que es.

La princesa Europa fue raptada por Zeus, transformado en toro jabonero, que la llevó a sus lomos a Creta,según cuenta la mitología griega. Ahora nos quieren raptar de nuevo, pero es al toro salvador, basándose en unos supuestos derechos de éste, olvidando que, desde Kant hasta nuestro Savater, el concepto de “derechos de los animales”no existe como tal, siendo, en todo caso, un reflejo de los derechos humanos los únicos vigentes desde la historia de la humanidad.

Muchas son las razones para afirmar que los animales carecen de derechos, pero la más evidente es que los animales no tienen a su vez raciocinio y por ende capacidadpara distinguir lo bueno de lo que no lo es, o sea, de criterios morales, que no pueden nunca llegar a tenerlos.

Pero es, sin duda, el reflejo de los seres humanos con los que convive, lo que otorga al animal un estatus especial y privilegiado. Sino existiera esta convivencia, el animal siempre sería visto como un ser extraño y ajeno carente de toda protección. De ahí nace la legislación que prohíbe torturarlos y maltratarlos. Al igual que generan obligaciones por las que el ser humano debe cuidarlos y protegerlos, incluso evitando su desaparición. Ahora, esta desaparición ya no es una utopía y muchas ganaderías de lidia, en este momento terrible que sufren por la falta de espectáculos por la pandemia, si tendrán que echar el cierre.

Estos días se recordaba, en un reportaje de La 2, al gran Miguel Hernández, yo también quiero hacerlo como testimonio imborrable de lucha: “Como el toro me crezco en el castigo; La lengua en corazón tengo bañada; Y llevo al cuello un corazón sonoro”.Tomemos ejemplo.