¡Aún no hemos llegado! Y, estrictamente hablando, todavía no sabemos cuándo llegará ese día tan deseado por todos.

En la actualidad estamos como anestesiados viviendo en un espacio donde el tiempo se encuentra suspenso.

A pesar del confinamiento de una mayoría en el hogar, todo y todos corren, son dosis masivas de información, en su mayoría falsas, son corrientes diseminadas por las diversas redes sociales, son profesionales de las áreas más diversas que enfrentan nuevos desafíos, algunos con intención para sanar a otros, otros para mantener la seguridad de todos, otros para transportar y entregar los bienes necesarios, otros para mantener limpios los diferentes tipos de lugares, etc. - pero todos unidos en el mismo objetivo, no contaminarse y no contaminar a nadie.

Tenemos que agregar a estas situaciones muchas otras más, pero hay una, que cuando todo esto pase, golpeará tan fuerte, similar a una patada, la muerte, que en lo que concierne al humano se traduce en la experiencia del duelo, que a su vez él tiene un tiempo propio y muy personal.

Lo sé bien, no es el momento adecuado, estamos abrumados en contener la propagación, en el desarrollo de una vacuna que pueda salvar a la humanidad, en el daño causado por la crisis económica y financiera que ya está comenzando a instalarse en países, organizaciones, empresas, familias y a nivel personal.

Se sabía que vendría una nueva crisis, pero aún no era el momento. La pandemia de coronavirus (COVID-

19) llegó y se anticipó y empeoró esta crisis. Nos enfrentamos a una realidad nunca experimentada por los ocupantes actuales del mundo y estamos tratando con algo desconocido de lo que tenemos poca o ninguna certeza.

Objetivamente, no se trata de ser positivo o no.

En vista de los hechos actuales, estamos obligados a pensar y actuar de manera universal y humanista.

Tenemos una recuperación que tomará entre 10 y 15 años, si todos variables salen bien. Todo dependerá de la nueva generación de líderes, políticos, empleados, gobernantes, gerentes y empresarios, que hoy ya están en "formación". Cuando se enfrenten a vivir bajo el diseño de un cambio de paradigma, ¿cómo responderán?

En cuanto a la humanidad en general, tiene que haber una dosis extra de resistencia, para que se pueda trazar un nuevo camino con sensatez. Hay una necesidad imperiosa de ser realistas e igualmente humanos para que sea posible vivir cada día de nuestro futuro. Sea el que sea.

Todavía tenemos un largo camino por recorrer antes de que podamos respirar aliviados con respecto al riesgo de una nueva ola de pandemia debido al coronavirus (COVID-19).

Este momento solo ocurrirá cuando se encuentre una vacuna eficaz y, después ser producida, distribuida y administrada a cada persona.

Y hasta entonces, ¿qué vida tendremos?

No se trata de hacer un drama, pero es esencial mirar hacia el futuro para readaptarnos. Debemos ser realistas, sin melodramas ni histeria.

Recientemente, la eutanasia fue discutida con avidez. ¿Y, hoy?

Vemos personas aplaudiendo en todo el mundo por la vida. ¡¿Cuántos de los que aplauden o anhelan un aparato de respiración estaban a favor de la eutanasia?! No hay daño en querer la vida, todo lo contrario.

Toda esta situación mostró a cada uno de nosotros lo frágiles que somos y cuánto nos necesitamos mutuamente.

Desafortunadamente, parece que el hombre con mayor frecuencia solo reacciona y recuerda su humanidad cuando se enfrenta a situaciones drásticas y/o trágicas.



¿¡Qué esperamos cambiar en nuestro modelo de vida!? ¿Un nuevo paradigma? ¡Él está ahí!