Cartif desarrolla en sus instalaciones del Parque Tecnológico de Boecillo (Valladolid) un nuevo espacio para la innovación digital. Se llama CARTIFactory y forma parte de la red internacional FIREWARE iHubs.
Esta iniciativa ayuda a las empresas a incorporar las nuevas tecnologías a sus procesos productivos y está enfocada sobre todo a que las pymes puedan investigar y testear cómo implementar la robótica colaborativa, la inteligencia artificial o los gemelos digitales en su día a día.
En definitiva, CARTIFactory es una planta piloto que diseña la industria del futuro permitiendo "validar esas tecnologías avanzadas y también la interacción humano-robot", según explica a El Español - Noticiascyl Mireya de Diego, coordinadora del proyecto ARISE.
Se basa en una nueva era de la industria, conocida como industria 5.0. Según Aníbal Reñones, director de Programas de la División de Sistemas Industriales y Digitales de Cartif, el cambio esencial es que ahora se "quiere poner al humano en el centro de la revolución tecnológica porque se ha visto que el factor humano se estaba dejando un poco de lado". Esta idea humanista de la digitalización se traduce en que la robótica o la inteligencia artificial sirvan "para empoderar al trabajador, no para reemplazarlo, que quizá es el miedo que se tenía a la automatización".
De hecho, todas y cada una de las pruebas que está desarrollando CARTIFactory comienzan con una reflexión ética sobre la relación entre robots y humanos. "Creemos que en los que empiezan a crear esa tecnología hay que plantar esa semilla. Decirles que hay que tener en cuenta que lo que vas a hacer aquí va a tener una interacción con una persona real. Hay ciertos valores sociales y éticos que deben ser tenidos en cuenta", remarca Reñones.
Los expertos en tecnología reconocen un cambio de percepción social del papel que puede tener la automatización en la economía o la sociedad. "El robot está pasando de ser una amenaza a una solución", asegura Aníbal Reñones. Más aún en comunidades autónomas como Castilla y León que están sufriendo un proceso de despoblación y envejecimiento. "Se está viendo que, por ejemplo, en el ámbito de la salud, la robótica puede ser la única solución que te permita dar servicio a tanta gente dispersa. En la industria puede ser algo parecido, porque cada vez hay menos gente y también se está teniendo mucha dificultad para atraer talento que quiera trabajar en la industria".
Los robots están cambiando los puestos de trabajo del sector industrial. "Pueden eliminar puestos de tareas repetitivas, trabajos que sean más peligrosos o que cansen mucho al operario". Además, beneficia en que el trabajador pueda dedicar más tiempo a temas de control, tareas creativas o de mayor valor añadido. "La industria 5.0 es eso, un salto tecnológico encaminado a la colaboración entre robots y operarios de la fábrica", apunta Mireya de Diego.
Proyecto ARISE
El proyecto ARISE materializa en investigaciones y pruebas toda esta nueva filosofía para la digitalización de la industria. Su coordinadora relata que "se basa en implementar tecnologías de código abierto para que se integren en nuestros pilotos". Una iniciativa internacional en la que, además de CARTIFactory, hay otro piloto en Barcelona de robótica social y dos más en Italia. En concreto en Bérgamo y en Milán con un enfoque hacia la industria de la manufactura y la logística similar al de Valladolid.
Para la búsqueda de soluciones que ayuden a la industria, especialmente a las pymes, lanzó una primera convocatoria que seleccionó 13 proyectos. A este tipo de oportunidades pueden presentarse empresas o consorcios de empresas que plantean afrontar proyectos que estén alineados con los retos de ARISE y que se desarrollan mentorizados por expertos. Los experimentos tienen una duración de un año y cuentan con financiación europea de hasta 200.000 euros.
Mireya de Diego y Aníbal Reñones.
A la primera convocatoria se presentaron 132 solicitudes. "Tuvo muy buena acogida, tienen que aplicar y nosotros luego evaluamos la calidad junto a evaluadores externos", precisa Mireya de Diego. "El foco de esos experimentos se pone en las pymes, el 90% del tejido industrial son pymes. Y está muy interesante porque a lo mejor las pymes se creen que no están al alcance de este tipo de revolución tecnológica por inversión". Este proyecto permite darles las herramientas adecuadas para que puedan desarrollar soluciones innovadoras que aplicar a su proceso productivo o nuevos servicios que ofrecer a los clientes.
Como ARISE implementa tecnologías de código abierto, el resultado queda disponible para la industria. "Sin perjudicar que la solución final que desarrolle la empresa la pueda comercializar, pero sabiendo que los elementos básicos quedan disponibles para que venga alguien y pueda hacer una aplicación completamente diferente. Que se aproveche ese trabajo que se ha hecho".
Las empresas que deseen formar parte del proyecto ARISE tendrán en breve una nueva oportunidad para sumarse a la revolución de la industria 5.0. Anuncia De Diego que "es inminente porque va a arrancar en noviembre y hay tres meses para presentar la propuesta". Esta segunda convocatoria seleccionará otros 13 experimentos.
El proceso se inicia conociendo la necesidad de la empresa, en qué podría ayudar la robótica colaborativa a su trabajo diario. Cada solicitante tiene que completar una serie de documentos para que se pueda realizar la selección final. "No es muy complejo, nosotros tenemos una guía para aplicar con todo especificado".
Robots colaborativos
Los experimentos que se están desarrollando en la planta piloto de CARTIFactory están centrados en los entornos de trabajo. Realizan investigaciones con robots para el ensamblaje de baterías y de máquinas capaces de coger y clasificar distintos tipos de objetos.
"Tenemos esos robots colaborativos, un sistema de visión por computación y sensores 3D, y también algoritmos de inteligencia artificial para las interacciones multimodales del operador por voz, por gestos...". Así, uno de los experimentos que desarrollan permite al robot reconocer tipos de fruta para seleccionarlos y cogerlos. "Estamos trabajando con una especie de frutas, unas frutas de impresión 3D, para que podamos con ese middleware, con esa programación y demás, facilitar ese picking complejo", relata Mireya de Diego.
El objetivo final es esa colaboración, casi natural, entre robot y trabajador. "Que pueda interaccionar como interaccionaría con un compañero de trabajo por gestos, por voz, indicándole, coge esto, haz esto otro".
Los gemelos digitales abren también nuevas oportunidades de rentabilidad para la industria. Permiten realizar una réplica digital de un producto, modelo o sistema. Con ese gemelo se pueden realizar todo tipo de pruebas y experimentos sin que afecte a ningún producto o instalación real. Precisa Reñones que "permite hacer diferentes simulaciones o plantear escenarios que serían muy costosos. Puedes plantear una avería virtual y ver cómo se resuelve".
Planta piloto de Cartifactory.
Avance en digitalización
Castilla y León ha avanzado mucho en la digitalización de su tejido productivo en los últimos años. Para Aníbal Reñones "el primer paso ya está comúnmente aceptado. El siguiente es plantearnos qué podemos hacer con toda esa cantidad de datos que ahora somos capaces de recoger".
El gran salto es sacar partido a ese gran potencial. "Debe servir para optimizar todo tipo de procesos productivos o de decisiones en la oficina. Para hacer pruebas rápidamente, como en la línea de utilizar algún tipo de gemelo digital que te permita tomar una decisión únicamente con esos datos sin tener que arriesgarte o probar algo de forma física en la planta productiva".
La comunidad autónoma cada vez tiene un sector tecnológico mejor formado. "Hay mucha gente que está saliendo muy bien formada en Castilla y León", reconoce Reñones, "pero la oferta es global y ahora irse a trabajar en este sector a otros países como Estados Unidos es más atractivo".
En este sentido, estos expertos consideran que el problema es que "la retención de talento de Castilla y León es muy baja, es algo que hay que atacar desde todos los frentes". Aseguran que se necesitarían mejores condiciones salariales, mejores infraestructuras y un entorno atractivo para que "igual que hay gente que quiere irse, haya gente que quiera venir a trabajar aquí".
Frente a la competencia con China y la pérdida de competitividad de Europa, estos expertos de Cartif apuestan porque el viejo continente apueste por la innovación, la legislación, la ética y la seguridad de las nuevas tecnologías.
