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El debate sobre el futuro energético de España avanza hacia nuevos horizontes en un contexto marcado por la urgencia climática, la necesidad de reforzar la independencia energética y la búsqueda de soluciones sostenibles para el desarrollo rural.

Frente a estos retos, los gases renovables —y en particular el biometano— se perfilan como piezas clave para avanzar hacia un sistema energético más limpio, seguro y descentralizado.

En este nuevo escenario, Castilla y León se posiciona uno de los territorios con mayor potencial para el impulso de esta energía renovable. Según un informe de Sedigas, la comunidad concentra cerca del 23% del potencial nacional de producción de biometano, con más de 37 teravatios hora (TWh) anuales estimados.

Hablamos de una energía renovable producida a partir de residuos orgánicos derivados de la actividad agrícola, ganadera, industrial alimentaria o de aguas residuales. En lugar de ser tratados como simples desechos, estos materiales pueden valorizarse como energía limpia.

El proceso comienza cuando los restos orgánicos son introducidos en depósitos cerrados y estancos en un ambiente sin oxígeno. En estos espacios, denominados digestores, se descompone la materia orgánica y genera un gas denominado biogás.

Este es posteriormente depurado para eliminar el contenido de dióxido de carbono y otras impurezas, resultando en un gas renovable - biometano -, que permite unos usos equivalentes a los del gas natural convencional de origen fósil.

El biometano permite aprovechar residuos que de otro modo tendrían un impacto negativo sobre el medio ambiente y contribuye a suministrar una energía de origen local, renovable y sostenible.

De esta forma se favorece la economía circular, la reducción de emisiones y la generación de nuevas oportunidades de empleo cualificados y desarrollo económico y social en las zonas rurales.

Una comunidad con recursos únicos

La cifra identificada por Sedigas de 37 teravatios hora (TWh) anuales sitúa a Castilla y León en la posición de cabeza en España y evidencia las oportunidades que surgen de la singular combinación de superficie agrícola, actividad ganadera y masa forestal del territorio.

Desde los extensos campos de cultivo hasta sus ganaderías y montes, la región dispone de una diversidad y volumen de biomasa orgánica idónea para convertirse en motor de una economía descarbonizada y eficiente.

Sin pasar por alto uno de los frutos más valiosos derivados del proceso de generación del biometano: la obtención de fertilizantes orgánicos derivados, que pueden retornar a los campos reforzando el ciclo de la economía circular, reduciendo la dependencia de los fertilizantes químicos y revitalizando de forma natural los suelos de cultivo.

Integración ambiental y social del biometano

Si bien existe la creencia de que el proceso de producción de biometano es una actividad que genera olores o molestias ambientales, la realidad es que las instalaciones actuales incorporan sistemas de tratamiento y control de emisiones que permiten eliminar estas posibles molestias.

La tecnología empleada y los protocolos de manejo garantizan que la gestión de residuos orgánicos se realice en condiciones seguras y controladas, ajustándose en todo momento a la normativa ambiental vigente y bajo revisiones periódicas para garantizar su cumplimiento con los estándares más exigentes.

En ocasiones, se señala que las plantas de biometano alteran el paisaje rural o tienen un impacto visual relevante. Sin embargo, estos proyectos se adaptan a la realidad y condiciones del entorno local, tanto en su tamaño como en su diseño.

Es habitual que se ubiquen cerca de instalaciones agroganaderas o en parques industriales, lo que contribuye a su completa integración con el entorno.

La tecnología empleada en la producción de biometano se basa en procesos maduros, probados y seguros, ampliamente utilizados en otros países europeos con excelentes resultados.

Más de 1.500 plantas operativas en toda Europa así lo avalan. Estas instalaciones incorporan sistemas avanzados de gestión y control ambiental exhaustivos.

Mantienen un funcionamiento eficiente y seguro para el entorno; en particular, para garantizar la calidad del aire y para dar una solución real a la contaminación provocada en suelos y acuíferos como resultado de la gestión incontrolada de los residuos.

Los procedimientos técnicos, la monitorización constante y la experiencia y solvencia profesional acumulada por los promotores brindan garantías a las comunidades locales, que contribuyen a generar un clima de seguridad y confianza en torno a este tipo de proyectos.

En esta línea, la Asociación Española del Gas (Sedigas) junto a sus asociados han manifestado un compromiso claro y total con el desarrollo responsable del biometano en España.

La asociación, a través de su decálogo de buenas prácticas, promueve y apoya las iniciativas que priorizan la seguridad, la transparencia, la sostenibilidad medioambiental y el respeto al entorno local.

Este enfoque garantiza que el despliegue del biometano se realice de manera ordenada, favoreciendo un marco de actuación responsable y colaborativo para la tranquilidad de la ciudadanía, las administraciones públicas y el conjunto de los agentes sociales y económicos.

Un modelo de futuro para la transición energética

El enorme potencial de Castilla y León en la producción de biometano supone una oportunidad trascendental en la senda hacia la descarbonización y la seguridad energética.

No se trata únicamente de cifras: el desarrollo de esta energía vertebra el territorio, une tradición e innovación, y puede ser determinante en el posicionamiento de liderazgo de esta comunidad como referente absoluto en España en la generación de energías renovables.

Para que esta oportunidad se convierta en realidad, es imprescindible continuar impulsando la colaboración público-privada, como desde Sedigas venimos promoviendo junto a la Junta de Castilla y León.

La disposición del Gobierno regional para favorecer el desarrollo de proyectos de biometano mediante marcos de cooperación y medidas que faciliten su implantación constituye una noticia alentadora para la comunidad.

Gracias a sus recursos propios, tecnología avanzada y al compromiso de los actores locales, Castilla y León está demostrando que la transición energética no solo es posible, sino que puede convertir al medio rural en motor de la economía sostenible del futuro, impulsando un crecimiento más resiliente, equilibrado y sostenible para todos.