China ha dado el primer paso para volver a comprar lana española. El mercado chino quedó cerrado en 2022 después de la aparición de casos de viruela ovina y caprina en granjas de Andalucía y Castilla - La Mancha. Ahora, tres años después, China vuelve a abrir sus puertas a las exportaciones españolas.
El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación publicó el 3 de octubre que China ha concedido el permiso para la exportación de lana lavada, productos lácteos, pieles y cueros. En el caso de lana sucia indican que falta la publicación del listado de establecimientos autorizados. Un listado que debe ser aprobado por las autoridades chinas en los próximos meses. La vuelta de todas las exportaciones está más cerca, pero todavía no es inminente.
El director de la Interprofesional Agroalimentaria del Ovino y Caprino (Interovic), Tomás Rodríguez, remarca que espera "que lo hagan a lo largo de este año, de cara a poder preparar la campaña el año que viene".
Aún así, el sector del ovino respira aliviado. La apertura de las exportaciones a China aclara un futuro para la lana que se había tornado muy negro los últimos años. Juanjo García Arroyo es un ganadero de Arroyo de Cuéllar, en la provincia de Segovia. Considera que "es una buena noticia porque los ganaderos estamos sufriendo mucho este parón".
Muchas explotaciones mantienen guardada la lana que no han podido vender durante este tiempo, "hay ganaderías que tienen hasta cuatro y cinco cortes de lana almacenados". Algo que además de un problema económico es un problema sanitario.
Tras conocer la decisión de China, los ganaderos miran con más optimismo al futuro. "Yo espero que a corto plazo empiece a moverse un poquitín más el mercado de la lana. Y aunque los precios no van a ser buenos, por lo menos que el estocaje que hay ahora mismo vaya saliendo".
El mercado chino
China es el principal comprador de lana del mundo. Lo más relevante es que compra la conocida como lana sucia, un subproducto que es muy costoso de gestionar. En la Unión Europea no puede tratarse debido a las normativas medioambientales, lavar esa lana sucia consume gran cantidad de agua.
Sin embargo, en el gigante asiático sí disponen de plantas autorizadas para su tratamiento, que permiten que este subproducto quede listo para utilizarse por la industria textil.
Hasta el cierre de fronteras compraba el 80% de la lana sucia que exportaba España. Nuestro país produce unas 20.000 toneladas al año. "Estos años que no ha comprado China, no hay quien compre todo", explica Tomás Rodríguez. En nuestro país existen pequeños compradores con lavaderos pero su demanda queda muy lejos del total de la producción, "por eso se ha acumulado en las fincas".
Una ayuda mínima que confirman ganaderos como Javier García Arroyo. "Hay muchos artesanos que se han movilizado y están empezando a trabajar con lana de ganaderos que tienen en su entorno".
España no es el único país que espera volver a vender al gigante asiático para relanzar su lana. Este productor segoviano insiste en que "hay mucha lana a la cola". Asegura que Uruguay, Nueva Zelanda o Australia también trabajan para vender en China y "lanas de mejor calidad que tenemos aquí".
Nuevos usos
El cierre de fronteras de China a la lana española ha obligado al sector a buscar alternativas para vender su producto. "Hay que buscar otro tipo de solución porque al final no podemos depender de China para todo", reconoce Juanjo García Arroyo que subraya que "nos ha valido para agudizar el ingenio".
En Interovic trabajan en otros usos para la lana sucia que permitan dar salida a todo el stock almacenado. Su director cuenta cómo uno de los objetivos es eliminar el problema del lavado. Para eso se ha conseguido crear un sistema que permite esterilizarla, "de tal forma que esa lana es inerte biológicamente, no tiene ácaros, no tiene insectos, y virus y bacterias". Con esta lana ya limpia se están construyendo bloques que pueden utilizarse por ejemplo para aislamiento de edificios.
La lana también se está utilizando para generar fertilizante orgánico conservante de la humedad. "Se trocea y se hace pellets que se introducen en el campo como fertilizante de derivación lenta", relata Tomás Rodríguez.
Además, se desarrollan iniciativas para convertir la lana en filtros biológicos y "otros proyectos más complicados para aprovechar la queratina o lanolina de la lana".
Estos nuevos usos son, de momento, una salida de urgencia pero no una solución. Javier García Arroyo confiesa que "no es lo más deseado porque no es lo económicamente más rentable, pero al menos alivia".
