En la Antigua Grecia se consagró la expresión conocida de “a grandes males, grandes remedios”. Una máxima que aplicó el Real Valladolid en su partido contra el Alcorcón para remediar la racha de tres derrotas consecutivas con un triunfo merecido y justo por dos goles a cero. Lo hizo en un partido en el que, por las circunstancias -tres defensas centrales lesionados- o por decisión firme del entrenador, el equipo salió con cambio de sistema en el que dejó de lado la defensa de tres para jugar con un clásico 4-4-2.

Además, ‘Pacheta’ optó por dar entrada de inicio un centro del campo de ‘jugones’. Sin ningún medio centro defensivo, en el que además debutó como titular en la banda derecha el ecuatoriano Gonzalo Plata, acompañado en el otro costado por Toni Villa, para dejar la organización en manos de Roque Mesa y Aguado.

Gonzalo Plata debutó como titular en el Real Valladolid Iñaki Sola

Una decisión arriesgada pero que salió bien. Muy bien. Porque sabiendo que era un once con dificultades para correr hacia atrás, supieron que la solución era ‘morder’ arriba con una presión alta en campo contrario. Y lo hicieron a la perfección. Su rival era incapaz de trenzar más de tres pases sin perder el balón ante un Valladolid que quería y podía.

Tanto que en el ecuador de la primera mitad llegó el primer tanto de Aguado después de una precisa pared con Weissman. El media punta, con dos pies fuera del equipo en agosto, como él mismo reconocía esta semana, ha sabido ganarse un hueco en el once inicial y ser, ahora mismo, una pieza fundamental en los blanquivioleta.

¿Por qué? Fundamentalmente por su desparpajo, atrevimiento y osadía. Una serie de premisas que ha marcado ‘Pacheta’ como imprescindibles para que su equipo sea forma y divertido y que Aguado ha aplicado desde que ha contado con minutos.

Así, el Valladolid tuvo una primera parte más que controlada. Sin pasar más apuros que en el último tramo cuando un remate del Alcorcón se estrelló en uno de los palos de la portería defendida por Roberto.

En la segunda mitad el partido transcurrió por el mismo camino. Quizá no con tanta superioridad de los locales, pero sí con una calma que no hacía presagiar más sustos en su portería. Al contrario, los madrileños veían como el Valladolid se acercaba a su área una y otra vez. Hasta 18 veces remataron a portería los castellanos faltando solo algo más de precisión para que el resultado fuera más abultado.

Ante esa situación todo parecía indicar que cerraría el choque en cualquier momento con un segundo gol. Pero no llegó hasta el final cuando Weissman, tras una gran asistencia de Anuar, colocó el balón dentro de la portería con un disparo seco ante el que nada pudo hacer el portero visitante.

Weissman en el disparo que supuso el 2-0 Iñaki Sola

En definitiva, un triunfo que permite a los pucelanos afrontar la semana de otra manera diferente a la anterior en el que el peso de las derrotas pesaba entre una afición muy decepcionada. Una victoria que tiene que valer para sacar lo positivo y que calé en la mente de los jugadores, muy mermada anímicamente en el último mes. Tres puntos que deben de servir para que se aplique todo aquello que ha pedido el ‘míster’ para seguir optando a las primeras posiciones de la clasificación y creer en un ascenso que, aunque nos será fácil, tampoco debe de contemplarse como una misión imposible.