“El paraíso está a 200 kilómetros de Madrid. Reservado el derecho de admisión”. Es sola una frase de las muchas que el escritor Fernando Sánchez Dragó, fallecido hoy a los 86 años de edad, dedicó al municipio soriano de Castilfrio de la Sierra. Un lugar en la comarca de Almarza y que cuenta con solo 37 habitantes. Aquí es donde había hecho su “fortín” y donde le ha recibido la muerte. ”Aquí vive Fernando Sánchez Dragó, escritor y viajero, sivaíta [del dios Siva], Caballero del Escarabajo y Gran Maestre de la Orden de Gea». Es la tarjeta de presentación que tenía en la puerta de su casa. Mañana será enterrado aquí, según ha adelantado la familia.

“Estoy mejor dentro de ella que fuera, sobre todo en Madrid. Las paredes de mi vida son la soledad y el silencio. Dentro de un rato, pese a ello, y con alguna reticencia, voy a bajar a Soria para ver la procesión", escribía hace unas semanas, ya que era su retiro espiritual de Dragó, donde vivía encerrado y huyendo del ruido del día a día de las urbes.

Aquí tenía la biblioteca personal, que según sus cálculos eran de 100.000 libros, cientos de estanterías de la que seguramente es la mayor biblioteca privada del mundo, según explicó en una entrevista reciente a EL Español Noticias de Castilla y León. Su intención era que los libros que atesoró se custodiasen en un gran centro cultural en esta localidad.

El escritor paseando por el pueblo soriano

Esta pequeña población está ubicada en el norte de la provincia, bañado por el río Chico afluente del Merdancho en la cuenca del Duero al sur de la Sierra del Rodadero y a la sombra del Piedra de la Mina. Sánchez Dragó siempre le ha tenido en sus pensamientos y en sus escritos. El pueblo se encuentra situado en ladera, con calles empedradas o encementadas. Se distribuye alrededor de una plaza, con grandes casonas de piedra, edificadas en su mayoría en el siglo XVII.

Algo tiene Castilfrío cuando numerosas de sus casas han sido restauradas por gente de fuera, entre otros, el periodista y escritor Fernando Sánchez Dragó, que era dueño de algunas, lo que hace que conserve uno de los mejores conjuntos urbanos de la tradicional arquitectura merinera. En su casco urbano se puede visitar la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, de nave única del Siglo XVI, crucero y capilla mayor barroca; éstas últimas se cubrieron con bóvedas de medio cañón con lunetas y cúpula sobre pechinas en el centro del crucero.

Muy activo

El madrileño era una persona muy activa y siempre colaboraba con el pueblo acercando proyectos culturales como los ciclos Eleusionos o presentaciones de libros como ‘Soseki, inmortal y tigre’. Hasta la localidad llegaron artistas como Aute.

Su lugar de trabajo

La vida de Dragó da para mucho y sus aventuras en Soria para más. Hasta el punto de que tenía un ataúd en su despacho y que echaba la siesta en él "para recordar que somos mortales". Un féretro que incluso enseñaba fue comprado al Ayuntamiento de Castrifrío, se cedía a las familias más humildes del municipio para los velatorios, pero él lo quería para meditar.

Aquí ha pasado sus últimos días junto a su gato Nano, con el que un par de horas antes de morir, publicada en Twitter una imagen y era el encargado de darle los buenos días.

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