Ha llenado Movistar + las calles de Madrid (quizá alguna capital de provincia más) de anuncios de Antidisturbios sacando pecho de que los grandes críticos de cine han dicho que estamos ante “la serie española del año”. Otra más. Parece que ya no es Patria. 

Pero, un momento, ¿los críticos de cine? Si estamos hablando de una serie de TELEVISIÓN, ¿no tendrían que ser los críticos de televisión los que lo dijeran? Y más cuando más de uno también ha alabado la excelencia de esta ficción. 

Todavía hay gente que piensa que tienen que venir ellos a descubrir cómo se hace ficción

Pero, claro, se ve que el prestigio sólo lo da el cine. Ellos son los que tienen que aprobar y convalidar que una serie de TELEVISIÓN es de calidad, a pesar de que en lo que va de año probablemente muchos de ellos sólo se hayan sentado a ver películas largas cortadas.

Los que llevan años haciendo fuerte a la ficción nacional elevando a los altares a series como El tiempo entre costuras, Isabel o Cuéntame y, desterrando a otras como Bienvenidos al Lolita o Alatriste, no sirven. No tienen prestigio. A esos no los leen. Parece ser que hemos llegado hasta aquí por ciencia infusa. 

¿Dónde quedarán aquellos años en los que las cadenas ni se dignaban a mostrar sus series a la prensa antes de su estreno? ¿Dónde quedarán aquellos años en los que a los pases de prensa acudían dos o tres periodistas? ¡Qué tiempos! 

Aunque en el fondo da hasta ternura. Todavía hay gente que piensa que tienen que venir ellos a descubrir cómo se hace ficción. Casi que a inventarla. Tienen que venir los del cine a enseñarles a Javier Olivares, Daniel Écija, Alberto Caballero, Ramón Campos, Sonia Martínez, Aitor Gabilondo, César Benítez o Álex Pina cómo se hace una buena serie de televisión. Pido un rezo por Matar al padre y Félix. 

La necesidad de las dos hormigas

Lo más gracioso de todo es que luego todas estas plataformas se pelean por ir a El Hormiguero (siempre previo pago) porque, sin Pablo Motos y las hormigas de Trancas y Barrancas, saben que más allá de esas costosas campañas de marketing, no van a tener ni la mitad de resonancia que una serie del abierto. Si es que es hasta poético que tengan que ser dos hormigas las que recomienden a los espectadores que vean tu serie. 

Resulta poético que sean dos hormigas las que hagan saber que tu serie existe

Dicho lo cual, sí, Antidisturbios es una de las mejores series del año. Un serión en mayúsculas que vuelve a demostrar la excelencia de Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña no sólo para retratar la parte más oscura de nuestra política, como ya hicieron en El Reino, sino para diseccionar y desarrollar como nadie a sus personajes. 

Y lo hacen desde un primer y frenético capítulo piloto en el que la elección de la cámara en mano -imitando un efecto documental o cintas como REC- te mete de lleno en la historia y te pone en la piel de estos agentes de las fuerzas de Seguridad del Estado. A partir de ahí la serie va cambiando de piel hasta convertirse en un vibrante thriller político que dejará a más de uno boquiabierto con la aparición de un enigmático personaje.

Mención aparte merecen la protagonista Vicky Luengo, la representación de esas mujeres con los ovarios bien puestos en un mundo de hombres, y el reparto masculino, con unos soberbios Raúl Arévalo, Álex García, Hovik Keuchkerian, Roberto Álamo, Raúl Prieto y Patrick Criado. Todos ellos, curiosamente, criados bajo las faldas de la televisión.

Véanla. Disfrútenla. Tampoco me voy a explayar mucho, que para eso ya están los que con una marketiniana frase ya aportan el prestigio. Eso sí, ojo al plano secuencia del último capítulo. Orgasmo puro.