Tras de un prometedor estreno a finales de junio con un gran 20,9% y 2.996.000 espectadores, el mejor estreno de ficción de Telecinco en cuatro años, Señoras del (h)AMPA ha ido perdiendo fuelle a lo largo de las semanas. De hecho, hace tres semanas que está por debajo del millón de espectadores, algo a lo que no ayuda su nuevo horario, a partir de las 23:15 horas.

Como consecuencia de esa pérdida de interés, al menos en emisión lineal (ya que también se puede ver en Amazon Prime y en Comedy Central), hay un detalle que se está pasando por alto, y es la riqueza que tiene la serie no ya en cuanto a tramas, que también, sino a los propios personajes en sí, de los que nos hemos ido enamorando semana a semana a medida que los conocíamos más. 

Carlos del Hoyo y Abril Zamora, sus creadores, han logrado que las señoras de clase y edad media vivan emocionantes aventuras.La serie habla de madres que van a reuniones del colegio, que venden robots de cocina, que no saben cómo compaginar la vida familiar con la personal. En definitiva, un montón de elementos que haría que esas señoras hiciesen simplemente el rol de madre y esposa, sabia y consejera, con carácter y humor, y poco más. Sin embargo, nada más lejos del resultado.

Una vuelta de tuerca a los estereotipos

Así, Malena Alterio como Lourdes Sanguino, Toni Acosta como Mayte Soldevilla, Nuria Herrero como Virginia Torres y Mamen García como la binguera Amparo Peláez se han convertido en auténticas guerreras, que pelean con uñas y dientes para salvaguardar sus empleos, sus casas y todo lo que les pertenece. Que no saben matar ni deshacerse de cadáveres, pero pueden aprender si se da la ocasión.

Personajes femeninos de más de 40 que no miran la vida pasar, y que en cierto modo necesitan vivir aventuras para escapar de la rutina que supone vivir en un piso pequeño con un marido e hijos que hablan mal y que tienen el carácter agriado, quizá como consecuencia de la adolescencia.

Y es que en general, la serie rompe cualquier clase de estereotipos. La madre no hace un clásico rol de madre, sino que es una asesina amateur. Tenemos un clan mafioso, pero allí el asesino tiene buen corazón, y quien lidera el cotarro no es un hombre, sino una mujer, Carmona (Gloria Muñoz) . En muchas películas, cuando una mujer dirige asuntos oscuros se presenta como un personaje joven y sofisticado, con gusto por la ropa de cara, elegante, y con carácter dulce, incluso. No es el caso. Carmona rezuma mala leche por los cuatro costados, y viste habitualmente en chándal, como si fuese a clase de de gimnasia en un centro de mayores. Y no pierde el tiempo en sacarse partido, porque sin duda tiene otros asuntos más importantes a los que dedicar su tiempo.

La excelente forma de tratar la discapacidad

Algo que resulta muy interesante es la manera en la que la serie ha integrado personajes con discapacidad. Uno de ellos es el de Elvira (Marta Belenguer), que va en silla de ruedas. Una señora bien que vende robots de cocina y es bloquera con un aire cuqui. Elvira no puede caminar, pero sabe valerse por sí misma, y hay que temerla como a la que más. Es un ser sin escrúpulos, que además, tiene un buen puñado de trapos sucios escondidos en el desván.

Señoras del (h)AMPA no se centra en cómo Elvira debe afrontar la vida desde su silla de ruedas. No hace que sintamos compasión por su discapacidad. De hecho, tampoco sienten pena por ella Mayte y compañía cuando acaban matándola por accidente y deshaciéndose de su cuerpo.

Lo mismo ocurre con Asun (Ana Fernández), una chica con síndrome de Down que tiene más agilidad mental que cualquiera de los personajes. Asun chantajea, vende armas, sube los alquileres, y en definitiva, es un personaje que da tanto o más miedo que la propia Carmona. El conflicto de su personaje no es tener una vida dura como consecuencia de la trisomía, sino buscar la libertad y el dinero para hacer lo que le dé la gana, alejada de esa madre villana. Y lo logra, antes y mejor que el resto.

Dentro de este maravilloso ramillete de personajes, también hay que destacar a Arturo (Raúl Mérida), el policía que investiga (o investigaba, mejor dicho) la desaparición de Elvira. Como ya analizó este portal, Arturo es un homosexual sin pluma, cuya orientación no condiciona su vida. Fresco y original, tiene su vida sentimental muy organizada, con marido e hija y además, se dedica a un oficio tan heteropatriarcal como la policía. Arturo no es un personaje que es gay; es un gay que intenta resolver un crimen.