Posiblemente, el concurso televisivo que ha marcado historia en la pequeña pantalla ese es el Un, dos, tres. Solo así se entiende que, pese a hacer tres lustros de su última etapa, su recuerdo sigue vivo, con constantes homenajes en programas, con reencuentros de sus protagonistas.

El padre de tal proyecto fue el recientemente galardonado con el Goya de Honor Chicho Ibáñez Serrador, que ya había trabajado en la televisión, pero principalmente como guionista y director de series tanto en España como en Latinoamérica. En 1972, Salvador Pons le propone crear un concurso, pues en Televisión Española necesitaban un programa así, y Serrador aceptó la misión como si fuese una especie de pasatiempo.

Las tres claves del éxito del 'Un, dos, tres'

Así, llegó a la conclusión de que los concursos se apoyaban por aquel entonces en tres fórmulas: o eran de preguntas y respuestas, o de pruebas de habilidad, o juegos psicológicos y de azar. Ibáñez Serrador mezcló los tres tipos de concursos y por ello llamó al suyo Un, dos, tres.

Es la mejor fórmula de concursos que ha habido hasta ahora; es que lo tiene todo. Ahora me doy cuenta de que le puse todo lo que había, inventado por mí o no. Y funcionó, y sin ninguna duda marcó una gran época en España y cambió la concepción del concurso en Europa. Así de fuerte”, decía Chicho en el libro Cine fantástico y de terror español, 1900-1983.

Esa fórmula magistral a día de hoy sigue vigente, y una prueba de ello es Juego de juegos, que en sus dos primeras noches ha cosechado grandes audiencias en Antena 3. Y es que, si lo analizamos, el formato de Silvia Abril tiene mucho de aquel primigenio Un, dos, tres.

En qué se parece ‘Juego de juegos’ al ‘Un, dos, tres’

Y es que Juego de Juegos tiene competiciones que aúnan esas tres variantes que Chicho mezcló de manera magistral: preguntas y respuestas, pruebas físicas y azar, aunque cambiando el orden respecto a lo que veíamos en el Un, dos, tres.

Pruebas como ‘La pirámide’ o ‘Juego a dos’ se basan en preguntas y respuestas sencillas: quién protagonizó tal película, o cómo se llamaban los hijos de Adán y Eva. Hay que responder pronto para ganar, pero habrá que ser ágil pues para responder habrá que estar en buena forma física, y no resbalar más de la cuenta, encontrar el equilibrio tras dar unas cuantas vueltas en un diabólico aparato de feria que Silvia Abril acciona y para a su antojo.

Y si nos fijamos en ‘Apuesto por ti’, se mezcla un desafío de cultura general con pruebas pringosas, dignas de aquella ‘Subasta’ del Un, dos, tres, en la que podía haber tartazos, huevos rotos sobre la frente o una pasarela la mar de resbaladiza que había que recorrer como buenamente se podía.

Sin olvidar ‘Atrapa la silla’, la prueba en la que los ganadores de las pruebas anteriores se juegan el paso a la final por el más puro azar: con los ojos vendados deben encontrar un sillón que se ha levantado del suelo, y en el que habrá que sentarse para lograr una plaza.

La prueba más clásica de preguntas, esa que en el Un, dos, tres se hacía en la primera parte, llega al final de Juego de juegos. El participante debe identificar a artistas según una premisa (artistas que cantan en inglés, por ejemplo) y si logra 15 respuestas se llevará 50.000 euros; si no, se conformará con 30.000 a modo de consolación.

El espíritu ‘tacañón’ de Silvia Abril

Cuando Chicho creó el Un, dos, tres también inventó figuras que hasta entonces no existían en la televisión, como la de un personaje que insultase a los concursantes, en este caso Don Cicuta, un rol del que después beberían programas internacionales como El rival más débil. Aunque en este sentido, casi que fueron más famosas sus sucesoras, Las Tacañonas, que fueron interpretadas por Las Hurtado.

Pero además, en aquel primigenio Un, dos, tres, Serrador nos mostró un presentador gamberro, Kiko Ledgard, que no estaba a favor de que los concursantes viviesen la experiencia del programa como un camino de rosas. Kiko intentaba engañarles para que se llevasen un premio menor, o incluso, que se fuesen a casa con una bolsa de agua en vez de un coche.

En Juego de Juegos nadie se irá con las manos vacías: habrá 30.000 euros para quien llegue a la final. Y quizá por ello Silvia Abril se permite rescatar ese espíritu a medio camino entre Kiko Ledgard y los tacañones. Porque disfruta haciendo de rabiar al concursante, dándoles muchas vueltas, lanzándolo por los aires, echándole un buen chorro de pringue o descolgándolos sobre una tarta, a pesar de que hayan hecho su prueba con éxito. Y hasta aquí puedo leer.