Por mucho que en las series de televisión nos engañen, el electrochock no se usa en medicina para que el paciente vuelva a tener pulso. Se usa para parar el corazón y, a partir de ahí, reanimar al paciente. Y eso es lo que necesita Cuatro en estos momentos: parar, tocar fondo, reflexionar sobre todo lo que se ha estado haciendo mal en este tiempo y empezar a poner nuevas vigas desde cero.

Cuatro tiene el corazón en taquicardia. No sabe ya qué hacer para salir del pozo en el que se encuentra. El pasado viernes la cadena cayó a un 4% de cuota de pantalla media durante el día y marca una media de audiencia que no lleva hasta su nacimiento, un viaje en el tiempo de 12 años al pasado. 

¿Qué falla en Cuatro? Lo primero es que la cadena ha perdido identidad, una característica con la que nació. Esta cadena arrancó sus emisiones siendo una emisora desvergonzada, pero a la vez un lugar al que acudir si uno quería estar informado. Nació con los informativos solventes como su columna vertebral y, a partir ahí, se construyó una programación joven, actual, pegada a la calle, que hablaba el idioma de los jóvenes y puntera en cuanto al cuidado de su imagen.

Construyó una programación joven, actual, pegada a la calle, que hablaba el idioma de los jóvenes

Ahora Cuatro anda sin saber dónde está el norte. Está en medio de un desierto y no sabe el camino que debe coger. ¿Los realities, las series, los tróspidos, los reportajes? Anda en medio de un caos, tocando tantos palos que al final no se sabe muy bien lo que es Cuatro. Y, por eso, lo primero que tiene que hacer esta cadena es encontrar su verdadero camino, un objetivo meditado, para echarse a andar.

Hasta pasadas las 12 de la mañana, Cuatro está muerta. Cuando el resto de cadenas llevan despiertas desde primerísima hora, la cadena roja de Mediaset España pone el despertador cuando ya hay que tomarse el almuerzo. Su primer saludo es con Mujeres y hombres y viceversa, un programa que concentra todo lo que no era Cuatro. Heredado de Telecinco, donde ya estaba muerto, Cuatro recibió este programa en su parrilla para evitar su muerte, aunque para ello tuviese que perder por completo su esencia.

Después llega un concurso, después el informativo, después casi cuatro horas de series americanas, un poquito más de información (25 minutos) y después un poco de ese fenómeno tróspido que salió muy resultón hace algunos años. Un cóctel que no hay por donde cogerlo. Una programación que no tiene ninguna sustancia, no es ni salada ni dulce. 

Las buenas marcas siempre intentan que pienses en ellas cuando intentas encontrar su producto. El el fin máximo del marketing. Pañales: Dodot. Pañuelos: Clinnex. Lavavajillas: Fairy. Perdón por hacer publicidad. Con la televisión pasa un poco lo mismo. Series: Antena 3. Realities: Telecinco. Información: laSexta. ¿Qué se nos viene a la cabeza cuando pensamos en Cuatro? Nada concreto. Y eso es lo peor que le puede pasar a una marca. 

Es el momento de hacer programas que otras cadenas nunca se atreverían a hacer

Lo que está claro es que Cuatro ya no se puede hundir mucho más. Ha tocado fondo. Por eso ha llegado el momento de arriesgarse. De hecho, está en su mejor posición. Ahora no hay nada que perder por el camino. Es el momento de hacer programas que otras cadenas nunca se atreverían a hacer. Ha llegado el momento de probar, de investigar, de ser una nueva Cuatro de arriba abajo. 

Cuatro no es Alerta Cobra, no es Mujeres y hombres y viceversa y no es la repetición de Hawai 5.0. Cuatro no debería ser el cuarto en el que guardar la basura de Telecinco. Cuatro debería ser Cuatro y en la cabeza de nadie debería encajar que un programa de Telecinco tuviese cabida en Cuatro. Cuatro debe ser Cuatro. Otro Cuatro. Este ya está muerto.