La vida personal y profesional de Carme Chaparro ha dado un giro de 180 grados en apenas dos meses. A primeros de años pasaba de presentar el informativo de fin de semana de Telecinco a hacerse cargo de la edición de sobremesa de Noticias Cuatro. Y sólo unas semanas después conseguía alzarse con el Premio Primavera de Novela con su primera novela No soy un monstruo. 

¡Lo que ha cambiado tu vida en un año!

Sí. Incluso en mi familia. Tengo dos niñas y nunca había vivido los fines de semana con ellas. No sabía lo que era comer con mis hijas en verano, llevarlas al cine, al zoo. No hacía esas cosas. El informativo que hago ahora es más trepidante, me obliga a estar con el piloto puesto, a improvisar. Y con la novela, no me imaginaba la repercusión que iba a tener. Es mi año de la suerte.

Mi hija pequeña cuando se enfadaba cogía lo que tuviera a mano y me decía que se iba a la tele

¿Tenías ganas del cambio profesional?

Muchas, sobre todo por un tema familiar porque no veía a mi familia. Y eso que he tenido la suerte de tener un hombre maravilloso a mi lado. Mi hija pequeña cuando se enfadaba cogía lo que tuviera a mano y me decía que se iba a la tele. Tenía que canalizar esa frustración de no poder disfrutar de su madre. En fin de semana pasan cosas, pero profesionalmente el informativo de las 14 es más potente.

¿Qué tal ha sido el recibimiento del equipo?

Genial. Tengo un equipo estupendo. En realidad, me he movido tres mesas en la redacción. Pero con este equipo no había trabajado y la verdad es que la acogida es mejor de lo que me esperaba. Nos hemos hecho muy buenos amigos.

¿Tenéis plena libertad?

Sí. Una de las cosas que más me gustan de trabajar en esta casa es la libertad que se nos da a los informativos. Nunca nos dicen que hay que contar una cosa de una forma u otra. Con Juan Pedro Valentín nos reunimos todas las mañanas, pero eso es un equipo. La tele son cientos de personas y al final tú puedes hacer un buen informativo si te nutres de la sabiduría de todos: cámaras, productores, jefes de informativos, de sección…

El lenguaje audiovisual ha cambiado. Eso no lo podemos obviar en la televisión.

Una de las críticas más repetidas a los informativos es que se acercan más al magacine. ¿Entiendes esa crítica?

El lenguaje audiovisual ha cambiado. Ves una serie como El ala oeste de la Casa Blanca o The Wire pero las ves antigua. Eso no lo podemos obviar en la televisión. Seguimos contando noticias, pero hay que cambiar la manera en el que las cuentas porque la gente consume imagen de otra manera. Damos noticias, pero se le da más valor a la imagen, suenan más los vídeos…

Los periódicos también lo hacen para ‘desengrasar’ sus portadas…

Tiene que ver con el lenguaje de la imagen. Puedes tener una noticia para desengrasar, pero lo que vale es la imagen. Por ejemplo, nosotros teníamos la imagen viral del niño de la bañera en Turquía, pero vimos que se nos quedaba corto de imágenes. No era visualmente atractivo y no hicimos la noticia.

¿Has tenido ofertas para saltar al entretenimiento?

Me han llegado un par de ofertas, pero hay que ser muy buena y muy valiente para hacerlo. Meterse en un plató y hacer lo que hacen Jorge Javier Vázquez, Jesús Vázquez o Carlota Corrdera, y sobre todo, en directo no es fácil. Y enamorar al espectador es muy difícil. Yo hago bien los informativos porque lo preparo desde las 7, pero porque llevo 20 años. Y aunque el informativo es diferente cada día, llevo 20 años que me han dado herramientas para salir airosa de lo que va pasando. Levantarte de la mesa y dar el salto a programa, no lo he probado nunca y no sé qué tal funcionaría. Hay gente que de colaborador es estupendo y no da bien el salto a presentador porque dirigir el circo es difícil.

Me han llegado un par de ofertas de entretenimiento, pero hay que ser muy buena y muy valiente para hacerlo

¿Cuando empiezas a idear No soy un monstruo?

Empecé por el final. Un día saliendo del informativo de noche el fin de semana me pregunté si algo podía haber sido provocado con una intención. Cogí el portátil y lo escribí. Son los dos últimos capítulos de la novel y prácticamente están tal y como los escribí añadiendo un par de cosas. Y al cabo de un par de días, me acordé de otra historia que habíamos contado en los informativos que tenía que ver con niños y decidí que era un buen principio. Y luego ya cuando tenía tiempo me ponía sin poder parar. Paré dos semanas porque emocionalmente no podía con la historia a mitad de la novela. Al tiempo volví a retomar la historia y es justo donde dicen las lectores que hay un cambio que hace que no pares. Y lo terminé justo dos o tres días antes del concierto de Bruce Springteen en Barcelona.

¿Cuánto tiempo te llevó escribirla entera?

Tres meses. Escribo muy rápido. El primer dinero que gané fue hacer un curso de mecanografía. Y como en las redacciones hay mucho ruido, escribo muy bien en cualquier lugar.

De no haber sido madre, la novela no hubiera sido tan real emocionalmente

¿Cómo hubiera cambiado de no haber sido madre?

No hubiera sido tan real, al menos emocionalmente. Los niños de la novela tienen cuatro años porque mi hija mayor tenía esa edad. Quería hacer un acercamiento emocional lo más honesto a los personajes. Cuando tuve a mi segunda hija fue cuando desaparecieron Ruth y Jose en Córdoba y recuerdo unas panzadas de llorar. De alguna forma busqué esa angustia para narrar esa angustia de los padres en la novela.

Ha debido ser duro entonces…

Fíjate que llegó un momento que, cuando me iba al centro comercial con mis hijas, no podía soltarlas de la mano. Y es algo que me han dicho muchos lectores, lo de tener esa angustia. Y está bien porque a veces vas con el móvil concentrado y contestas a un Whatsapp y las niñas se pueden escapar.

Haría falta una segunda parte porque los lectores me lo piden.

¿Ya hay ideas para una segunda novela?

Primero tengo que tener tiempo y se me tiene que ocurrir un final que sea tan impactante como este. Hay dos o tres cosas que no he contado en la novela: por qué Ana no tiene madre, cuál es el pasado turbio de Joan y qué pasa con Inés después de que se desvele el caso. Haría falta una segunda parte porque los lectores me lo piden. Pero me lo tomaré con calma. Escribir esta novela ha sido mejor que pagar diez años de psicoterapeuta porque me ha hecho conocerme mejor, mis miedos. Me tomo las cosas demasiado a pecho y esta novela me ha servido para curarme.

Hay puristas en la literatura que no les sienta bien que los rostros televisivos se lancen a escribir libros...

Cuando me llaman para decirme que me dan el premio y hasta que sale a la venta, tenía ese miedo. Pero mi editora me decía que la novela se defiende sola. De hecho yo la presenté al premio para que el texto se peleara sólo. Por eso la presenté con pseudónimo. Me han ofrecido escribir novela histórica, sobre maternidad… Y no he querido hacerlo.