Carlos Olalla, actor secundario de multitud de series de televisión y habitual de las tablas de cualquier buena obra teatral que se precie, decidió retirarse de los escenarios hasta que el Gobierno redujese el precio del IVA cultural.

Desde entonces, el intérprete que ha aparecido en ficciones como La sonata del silencio, La embajada, El Príncipe, Cuéntame cómo pasó o La que se avecina sobrevive gracias a la voluntad de decenas de viajeros del metro de Madrid que dan limosna al actor y a su madre, Cristina Maristany, de 83 años, por escucharlos recitar poesía.

"No es pedir, es dar, estamos aquí para leeros unos poemas porque estamos en paro, pero queremos reivindicar algo: que en este país los artistas podamos vivir de nuestro trabajo", se defiende en Cadena Ser Olalla al hablar sobre sus recitales en el metro después de que El Español sacase a la luz esta historia. 

"Estamos haciendo algo muy digno", destaca. "Estamos reflejando la situación por la que pasamos la mayoría de los actores", señala afirmando que "es lo único" que les queda.

"Me parecen maravillosos los contrastes de la vida", explica la madre del actor, que ha hecho sus pinitos como actriz pese a definirse como "escritora más que actriz" ya que tiene doce libros publicados. Pese a tener que ganarse la vida con su hijo por el mundo subterráneo de Madrid, la mujer afirma sentirse "muy digna" porque ve "un calor humano, una respuesta increíble". "No me asusta nada ser pobre, lo reconozco con orgullo", afirma.