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Si hay una productora que esté pasando por un buen momento en materia de ficción de televisión, esa es Bambú Producciones. La compañía que dirige Ramón Campos es la que está detrás de La Promesa, la serie que triunfa en las sobremesas de La 1, donde también tienen Valle Salvaje. Además, acaba de lanzar La Favorita 1922 en Telecinco y, en Netflix, la primera tanda de Manual para señoritas sigue causando sensación.

La clave de todos estos logros reside en sus creadores y guionistas. Entre ellos, está Gema R. Neira. Directora de desarrollo de Bambú, es una de sus figuras fundamentales. Ha estado detrás de títulos históricos de la productora, como Gran Reserva, Gran Hotel, Velvet o Fariña.

Entre sus últimos triunfos, El caso Asunta para Netflix, Tierra de mujeres para Apple TV+ o la mencionada La Favorita 1922, con la que Bambú trabajaba por primera vez con Mediaset España. El último título que se suma a esta ola de éxitos ha sido Manual para señoritas, cuya primera temporada está disponible en Netflix desde el pasado 28 de marzo.

Es un momento muy dulce, sinceramente. Ya veníamos del triunfo de El caso Asunta. Es maravilloso ver que el público recibe bien proyectos tan diferentes entre sí y que logremos conectar con la audiencia. Es fantástico, porque ponemos mucho esfuerzo en nuestros proyectos, sin pensar si luego van a funcionar o no”, confiesa en una entrevista concedida a BLUPER.

Con sus ficciones de época, Bambú ha pretendido encontrar el equilibrio entre lo clásico y lo actual. “Con Manual para señoritas hemos querido conectar también con un público más joven”, reconoce la guionista, que señala que “hay que coger los referentes y romperlos o darles una vuelta, dependiendo del proyecto”.

Gema R. Neira. Bambú Producciones

Hablar de series de época es España, es casi hablar de ficciones de Bambú. Habéis estado detrás de grandes títulos como Gran Hotel o Velvet. A ti, como creadora, ¿qué te gusta de la época?

A mí me fascina todo lo que es la parte estética. Lo considero algo precioso de ver cuando soy espectadora. Lo disfruto también mucho cuando me toca hacerlo como creadora. Te da muchas oportunidades. Además, en lo referente a las historias de amor, te aporta un plus. La época es muy dada a lo épico, los grandes romances más sencillos de narrar en otro momento histórico que en la actualidad.

Tu última serie, Manual para señoritas, es una comedia que entremezcla el toque moderno con una historia ambientada en el siglo XIX. Hay momentos en los que parece evocar a Emma de Jane Austen. ¿Es importante reivindicar a esas heroínas que fueron adelantadas a su tiempo?

Es un tema que nos planteamos cuando comenzamos un proyecto como este. Nos es importante que las protagonistas no cumplan con los cánones clásicos que se podrían haber hecho en las producciones de hace 30 o 20 años, en las grandes historias de hace un siglo. Nos gusta crear mujeres complejas y que escapen de los clichés.

Eran mujeres que estaban atrapadas por muchas convenciones sociales y por muchas normas. Seguramente, no eran nada felices con todas esas imposiciones. También para acerca esas historias a la actualidad y poder conectarnos con las cosas que han mejorado y evolucionado, así como aquellas en las que toca seguir trabajando.

Imagen de 'Manual para señoritas'. Netflix

Aunque se asocie la ficción de época a Bambú, realmente no hay muchas producciones para prime time que sean históricas. Recientemente, se estrenó La Favorita 1922 para Telecinco y está Manual para señoritas en Netflix. ¿Por qué cuesta tanto apostar por la época?

Estamos en un momento muy dulce para las producciones de época. Ha habido unos años muy complicados para vender ideas de este estilo. Una de las claves por las que cuesta levantar este tipo de producciones es que hacer época es muy costoso. El rodaje, los presupuestos, todo se dificulta de muchas maneras. En eso, las plataformas han ayudado mucho.

A las cadenas de la televisión en abierto les da un poquito de miedo a veces, porque se trata de una inversión grande. Son ficciones que requieren de diferentes platós, de vestuario, diseño de producción, todo se suele mirar al milímetro. Ahora, varios de estos proyectos no tienen un recorrido tan largo como antes.

¿Y cuál es el motivo?

Esto viene por el gusto del público, que se decanta más por series más cortas o miniseries que por producciones de largo recorrido. Se han unido bastantes cosas, además de que lo audiovisual es cíclico en cierta forma. Hubo un momento en el que había varias producciones de época, varias de ellas muy buenas.

A veces, necesitan también un descanso para poder volver y que se perciba de otra manera. También, el regresar no significa que las producciones se realicen de la misma manera. Yo no soy la misma creadora que estuve detrás de Las chicas del cable, han pasado varios años y yo he evolucionado, como los espectadores.

"Hacer época es muy costoso. A las cadenas de la televisión en abierto les da un poquito de miedo a veces"

Creo que las historias clásicas son fantásticas y el público siempre las querrá, pero también hay espectadores que piden una narrativa más moderna, más rápida, más gamberra y más irónica también. Me apetecía trabajar también para ese tipo de audiencia.

Tanto Manual para señoritas como La Favorita 1922 se han estrenado en fechas similares. En el caso de la serie para Telecinco, se buscó cuidar al máximo el lenguaje, pero en la de Netflix se busca ser más moderno y romper códigos. ¿Cómo se consigue el punto intermedio para que esa manera de hablar más actual no quite la magia de la época?

No es sencillo, la verdad. Por supuesto, se puede lograr. En este caso, hemos querido conectar también con un público más joven. Hay personajes como el de Carlota, que es una niña de 13 años. En cierta forma, Manual para señoritas, está también hecha para que le pueda gustar a mis sobrinos, que tienen 14 y 11 años.

Quería que pudieran entrar en esta historia, que tuviera una parte más blanca, pero a la vez que no fuese una serie naíf, que tenga ese toque moderno y picarón y que sea una producción muy abierta. El equilibrio toca buscarlo en los guiones y en cómo queremos narrar. Por ejemplo, romper la cuarta pared ayudaba a romper con la seriedad que se presupone en una serie histórica. Los códigos se van añadiendo y, al final, terminamos encontrando un lenguaje propio. Era un poco el objetivo, tanto en lo visual como en los diálogos.

¿Cómo ha sido el proceso de selección de los actores en Manual de señoritas? Hay actores de la ‘cantera Bambú’ como Nadia de Santiago o Tristán Ulloa y otros rostros muy reconocidos pero que no había estado hasta el momento con Bambú como María Barranco o Gracia Olayo.

Es una mezcla, sí. Hemos querido contar con talento con el que ya habíamos trabajado y que te da siempre ese plus de saber cuáles son las posibilidades de lo que se puede construir conjuntamente. Es el caso de Nadia de Santiago, que nos parecía perfecta para ese doble juego, tiene complicidad con el público rompiendo la cuarta pared, a la vez que puede ofrecer una magnífica actuación.

También está Tristán Ulloa, con el que hemos trabajado en múltiples proyectos y siempre es un gusto colaborar a su lado. En cada propuesta, ha tenido personajes muy diferentes. Luego está Gracia Olayo, con la que tenía muchas ganas de trabajar, pero que no había surgido la posibilidad hasta ahora. Tiene una mezcla de lo cómico y dramático en su justa medida. Después, hay una cantera de actores jóvenes maravillosos, que me han sorprendido mucho en el casting.

Fotograma de 'Manual para señoritas'. Netflix

Después está Álvaro Mel, que tiene el porte de galán de época, pero que tampoco es el típico cliché.

Desde luego. Con Álvaro, cuando empezamos a trabajar, me comentó que el tono de Manual para señoritas le recordaba al de las comedias clásicas de los años 50, especialmente su personaje, el de Santiago Torres. Coincidía con él, porque son las historias de amor que me encantan.

Son esos clásicos relatos de amor-odio, propio de los 50, con diálogos ágiles y rapidos, con personajes que se están retando constantemente. Por otro lado, es un galán que se aleja de los estereotipos, mucho más moderno. Es un tipo de hombre deconstruido, en cierta manera. Considero que es muy interesante esa faceta. Álvaro lo supo entender estupendamente y ha sido un regalo tenerlo.

 "Se pueden hacer series de época con un toque gamberro y moderno"

¿Cómo se consigue tener tanto lo clásico como lo moderno a la vez?

Es tener intuición y poner cariño. Hay mucho trabajo detrás, coger referencias y olvidarte a la vez de ellas o romper con lo que habías previsto inicialmente. Pero, sobre todo, plantearlo como un reto hacia uno mismo, sentir que es posible ser mejor guionista en cada nueva propuesta, al menos intentarlo.

¿Cómo estás viviendo esta ola de logros por la que atraviesa Bambú?

Es un momento muy dulce, sinceramente. Ya veníamos del triunfo de El caso Asunta. Es maravilloso ver que el público recibe bien proyectos tan diferentes entre sí y que logremos conectar con la audiencia. Es fantástico, porque ponemos mucho esfuerzo en nuestros proyectos, sin pensar si luego van a funcionar o no.

Fotograma de 'Manual para señoritas'. Netflix

Entonces, cuando ves que todo ese esfuerzo, que siempre es colectivo, conectar con tanta gente, se siente puro agradecimiento. Al final, una serie o película no es sólo una persona, somos muchas. De ahí, que digamos que todos los proyectos sean un poco de todos. Ojalá nos dure este momento un poquito más, porque la industria audiovisual es muy complicada y somos conscientes que suele haber más fracasos que éxitos. Pero ahora toca celebrar, disfrutar y seguir trabajando y avanzando.