Estrategia, inteligencia y huida hacia delante

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¿Qué adjetivo calificativo utilizar en relación al movimiento político protagonizado por el actual vicepresidente segundo del Gobierno de España y líder absoluto de Podemos, al decidir renunciar a su estatus actual en el poder ejecutivo nacional, optando por ser el cabeza de lista de la formación morada en la contienda electoral de la comunidad autónoma de Madrid, el próximo 4 de mayo?

La respuesta no es sencilla, lo primero que se viene a la cabeza es “sorprendente”, sobre todo dentro del amplio espectro de las personalidades que se mueven en la política nacional, autonómica o municipal.

Más allá de la sorpresa y de la lógica imperante entre quienes “han pillado cacho”, no parece que el rasgo ‘vehemente’ sea el que más encaja con Pablo Manuel Iglesias Turrión, hombre, sin duda, inteligente y estratega, en clave objetiva, más allá de las fobias o filias que genere, según el segmento social y político.

¿Podríamos decir que un personaje como Isabel Díaz Ayuso es el detonante de un paso tan sorprendente como el del número uno del partido político con el que Pedro Sánchez tiene pactado el actual Gobierno de coalición? Es evidente que no, y a partir de ahí la reflexión se hace más interesante.

Desde el punto de vista de cualquier observador, para Pablo Iglesias, el mejor escenario en las elecciones del 4-M, sería conseguir ser la primera fuerza política en Madrid y desalojar del despacho de la sede de la 'Puerta del Sol' a quien Pablo Casado señaló digitalmente para ocuparlo, sin un bagaje político previo.

Pero seamos sensatos, suceder podría suceder, pero no parece la opción más posible, sobre todo después de la distancia tomada con el recién candidato ‘podemita’ en la contienda electoral en Madrid, por parte de Más Madrid y de su líder nacional, además de ex-íntimo de Pablo Iglesias, Íñigo Errejón.

Pero otro interrogante genera bastantes dudas sobre la candidatura anunciada por el actual vicepresidente segundo del Gobierno de España: ¿será capaz Podemos, de manos de su líder absoluto, de ser la lista más votada dentro del espectro de la izquierda, superando con ello a la del PSOE (Ángel Gabilondo) y Más Madrid (Mónica García)?.

Estas preguntas están por tener sus respuestas, cosa que solo sucederá a partir de la noche del 4-M, pero alguien tan inteligente y sagaz como Pablo Iglesias, ya ha contemplado en su cerebro esas posibilidades, que son reales y, por tanto, ha aceptado esos posibles resultados, lo cual no le ha apartado de su movimiento ajedrecístico. La pregunta es ¿para qué?

A partir de aquí entramos en la especulación, pero qué sería de la opinión política sino se planteasen expectativas sobre lo que hay detrás de los movimientos de los primeros espadas políticos.

El Gobierno de coalición entre PSOE y Podemos ha superado su primer año de vida y como primer gran hito ha conseguido aprobar unos presupuestos generales que le han abierto las puertas a una legislatura de dos o tres años, pero al mismo tiempo las desavenencias entre los líderes de los dos partidos que le sustentan, son evidentes, y es más que posible que el presidente le haya hecho saber a Pablo Iglesias sobre sus planes para una remodelación que, sin duda, afectaría a las carteras ministeriales de Podemos y a su propio peso en el seno del Gobierno.

Pero el profesor de Ciencias Políticas en la UCM, en excedencia, e investigador, ha hecho de la necesidad virtud y ha optado por adelantarse a esa crisis de gobierno y ser él quien decidiera cuándo generarla, marcando su propio ritmo al líder del poder ejecutivo. En el futuro siempre podrá decir que fue él quien decidió cuando poner fin a su etapa en el Gobierno.

¿Se imagina alguien a Pablo Iglesias como portavoz parlamentario de Podemos en la Asamblea de Madrid, representando el rol de tercera o cuarta fuerza política? No parece lo más previsible y es fácil aventurar que este movimiento, sin grandes sorpresas de por medio, sea la puerta de retorno, calculada a la vista de las circunstancias actuales, para que el líder asambleario lo vuelva a ser, pero eso sí, manteniendo el estatus de ex-vicepresidente del Gobierno de España y ex-ministro, de por vida, que mientras tanto le permitiría construirse un relato de un “luchador por sus ideas sin apego a los cargos”, aunque el rango de sus últimos quince meses le acompañará para el resto de sus días.

Pablo Iglesias es un animal político, pero en este movimiento, desde luego sorprendente, lo que no hay es impetuosidad, ni emociones. El tablero le ha puesto al alcance el marco para una jugada llena de estrategia, digna de la inteligencia de este protagonista, que a la vista de los movimientos, principalmente del líder en el Gobierno y coaligado en la mayoría parlamentaria, aunque rival en el segmento de la izquierda en España, le permite pasar página… y precipitarse en una huida hacia delante que le facilitará ser, de nuevo, quien siempre quiso ser.