El elogio sin horizonte

El elogio sin horizonte. Manuel Asur

El escultor vasco Eduardo Chillida creó El elogio del horizonte para la ciudad de

Gijón (Asturias. España). La escultura fue inaugurada en 1990. Son 10 metros de altura y 500 toneladas de hormigón encofrado. Erigida sobre el Cerro de Santa Catalina, a la orilla del mar, en el límite, es un ejemplo de arte fronterizo. Es decir, de ese margen donde, con frecuencia, subyace toda explicación sin que nadie se atreva a manifestarla. Nadie. Salvo el poeta.

Quedó la lluvia en la mar,

Gijón sin sus pescadores,

sin puerto, ni estibadores,

sólo dolor litoral.

Los valles quedaron sin cumbres,

sin la riqueza vacuna,

España toda sin cuna,

mitos, historia, costumbres.

Y el horizonte sin vistas,

bien cerrado y vertical,

cemento sin voluntad,

cobarde hasta las aristas.

¿Qué baja niebla te adentra

sibilina y se desliza

al pasto que esteriliza,

sin que nunca te des cuenta?

Has dejado de alumbrar,

nadie, desde el gran Jovino

a Melquiades, jamás vino

con una luz liberal.

Las raíces que amaste tanto

ya son acciones triviales,

¿quién tus minas maternales

te las cerró a cal y canto?

¿Dónde está el antiguo fuero,

la mano que hizo aquel lar

en Cádiz y más allá

del Norte filibustero?

Nadie responde y se queda

Asturias sin libertad,

pobre y robada la mar,

secas las fuentes de Auseva.