La transformación de las tradiciones navideñas

En una entrevista el antropólogo y periodista Oier Araolaza nos transmite la transformación de los ritos navideños, en la que afirma que todas las tradiciones evolucionan y se transforman con el paso del tiempo.

Nos cuenta que en muchos lugares de Europa el calendario festivo invernal arrancaba en torno a la figura de San Martín en donde alguien vestido como él realizaba una cuestación acompañado de niños y jóvenes. Muy similar es el rito de San Nicolás (6 de diciembre), que se conserva en Burgui, en donde un obispillo recurre las calles en comitiva cantando y pidiendo el aguinaldo. Es muy común desde la noche de difuntos hasta los carnavales este tipo de cuestaciones.

Estas costumbres creaban vínculos comunitarios y de cohesión intergeneracional. Las personas que participan se disfrazan y ofrecen cantos y bailes a cambio de algo de comida, bebida, dinero. En definitiva, un trueque o pago por llevar la fiesta. El paso de la economía de trueque o cambio por una economía de mercado interesada en el consumo es la que ha transformado muy rápidamente los ritos y tradiciones.

En Escandinavia hay una variante en donde el personaje es más salvaje, un hombre del bosque, que fue la que llegó a Estados Unidos y que posteriormente una conocida marca lo convierte en un icono corporativo. También había una tradición entorno al fuego vinculada al solsticio de invierno, de transición y renovación, que es donde surge la tradición del Olentzero y del escatológico Tío Nadal (Tronco de Navidad), tronco en el que en un extremo se le pinta una cara y el otro se golpea para que “cague” los juguetes.

El Olentzero ha evolucionado rápidamente y tras su personificación se ha “papanoelizado”, domesticado y transformado políticamente más correcto, incluso con la aparición, hace unos pocos años, de un referente femenino, Mari Domingi. Aunque según sus creadores la idea era dar vida a un personaje de una conocida canción navideña. En la línea de la idea reivindicativa nos encontramos con el Olentzero de Duguna representado como una mujer.

Y concluye como los Reyes Magos tampoco han podido evitar el cambio a lo largo del tiempo pues ni eran tres, ni reyes. Aquí se acaba la entrevista.

Sólo el evangelista S. Mateo menciona a los magos, sin precisar su número y nombre. Es en un mosaico, del siglo VI, de la Basílica de San Apolinar el Nuevo en Rávena donde aparecen tres hombres vestidos a la moda persa con sus nombres escritos (Melchor, Gaspar y Baltasar) y representando distintas edades. Hemos de esperar al siglo XV para ver a Baltasar con la tez negra. Y en 1866, en Alcoy, se celebra la primera Cabalgata; convirtiendo así la noche anterior a la Epifanía en la conocida Noche de Reyes.

La religión cristiana supo unir sus creencias a las tradiciones seculares y al ciclo anual de las estaciones. Sin embargo, la deriva consumista en la que las fiestas se están convirtiendo, la carrera de los ayuntamientos por poner más luces e inaugurar el alumbrado antes que ninguno, a pesar de la huella ecológica que este genera.

Las compras por internet, menos preciando al pequeño comercio de cercanía. La búsqueda de productos y alimentos exóticos y de fuera de temporada. Los regalos el 24, 25, 1, 6 y el amigo invisible. Los viajes en avión para celebrar el fin de año en alguna ciudad europea o en algún sitio de clima cálido y luego pedimos carril bici en nuestras ciudades para contaminar menos. Son signos de nuestras incoherencias e incongruencias.

No debemos olvidar que lo que celebramos estos días es la Navidad, del latín “Nativitas” que significa nacimiento, es la fiesta en la que los cristianos (católicos, protestantes, coptos y en la mayoría de las iglesias ortodoxas a excepción de la rusa y la de Jerusalén que no aceptan el calendario gregoriano) conmemoran la natividad de Jesús, el Hijo de Dios, en Belén y su mensaje de construcción del reino de Paz y Amor.

Según un informe de Pew Research (es un think tank-grupo de pensamiento- que brinda información sobre problemáticas, actitudes y tendencias que caracterizan a los Estados Unidos y el mundo, originalmente se le conoció como Times Mirror Center) es la fiesta más importante del año para 2.000 millones de personas en más de 160 países y en Estados Unidos, 9 de cada 10 personas celebra la festividad, incluso si no son cristianos.

La evolución consumista de los ritos y tradiciones seculares, así como la tergiversación del mensaje cristiano parecen indicar que ha llegado el momento de reflexionar a donde queremos llevar nuestras fiestas, valores y tradiciones antes de que nos quedemos con el superfluo envoltorio y la reivindicación mediática, y olvidemos la importancia del contenido.

¡Feliz Navidad, estimado lector!