¿Hablamos de recuperación económica?

La ministra de Economía y Empresa en funciones, Nadia Calviño. Efe

Analizando algunos datos de la economía española se llegan a unas conclusiones que distan de lo que esperábamos o de lo que el imaginario común nos pretende hacer ver.

Desde hace, más o menos, tres años, se nos ha vendido una recuperación económica que, al menos en algunos datos macroeconómicos, no es tal. Comenzando por los salarios y las condiciones de vida de mucha gente.

Estos últimos días han llamado mi atención dos noticias relevantes. La primera, que la mitad de los españoles viven al día, y no puede hacer frente a los imprevistos por carecer de ahorros. Además, el 26% vive en el umbral de la pobreza.

Unido a la anterior, leo que en los últimos 5 años, el salario medio en España ha aumentado un 1,1%, lo que deriva en una pérdida de poder de compra por las subidas de los precios. Vamos, que los salarios han subido en 5 años menos que el IPC, el coste de la vida. Además, la subida se centra en el 10% que más gana, mientras que el común de asalariados ve disminuir en mayor medida su poder de compra.

Entonces, ¿podemos hablar realmente de una recuperación? Es verdad que el desempleo ha bajado, pero el común de los mortales vive peor. Y las perspectivas no son halagüeñas. Ya hemos dicho muchas veces que la recuperación desde 2011 se ha basado en un aumento espectacular de la deuda pública, hasta el 100% del PIB. Y eso, con intereses, hay que devolverlo. en esta generación y en las futuras.

Además, por último, leo que la Comisión Europea da un varapalo a España porque la reducción del déficit público y de la deuda pública no están a la altura de lo esperado. Vamos, que ni el Gobierno hace los deberes.

Al final, un pequeño análisis: la ultraizquierda de Podemos ha acertado en el diagnóstico, porque los ricos son más ricos (el PIB crece, pero se centra en riqueza de los empresarios y en subidas de salarios de altos ejecutivos) y los pobres son más pobres. Pero yerra en su solución, que nunca podrá venir por más gasto público social, más déficit y más deuda, que impedirán la inversión en infraestructura y en Investigación y Desarrollo, fuentes del futuro crecimiento.